sábado, 13 septiembre, 2025
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Óperas y operetas

1. Una pareja de hermanos llega al trono de un reino convulsionado, luego de una epidemia que mató a una parte de la población. Él lideró a quienes decidieron salir a la calle en el momento de la destrucción. Lo hizo utilizando redes secretas de comunicación. Hay un joven príncipe dispuesto a ayudar a la pareja, tanto, que en una ceremonia secreta establecen una alianza. Lo llaman “triángulo de hierro”. A medida que se desarrolla la trama, las cosas empiezan a complicarse: el líder anarquista, devenido rey, empieza a rodearse de advenedizos. Percibe la soledad: solo tiene a su hermana, a sus cinco caballos (en la ficción no pueden verse: pero sí cómo el protagonista recibe mensajes secretos de estos animales míticos o imaginados) y al príncipe. No faltan los consejeros, con los que se reúne a escuchar música una vez por semana. Pero, ante la indolencia del rey, poco a poco, todo se desmorona: casi que la hermana debe tomar las riendas. Ella, también inexperta, se une a una vieja dinastía del interior del reino. Una alianza extraña, de la que el pueblo duda. Nosotros, desde la platea, no sabemos cuánto de todo eso es conocido por el rey de las cuatro armaduras superpuestas. Pero suponemos que sí, que sabe. Todo es incertidumbre. Aunque estemos aún en el primer acto.

2. Los primeros dos años del mandato de Milei podrían ser el argumento de una ópera. Los expertos dicen, por caso, que toda Tristán e Isolda, la obra de Wagner es una ampliación y el desarrollo de un acorde que suena a los pocos segundos de que empieza la obertura. Lo que habría hecho Wagner es expandir ese acorde mágico (y trágico) hasta el infinito. La tragedia, a la que se emparenta la ópera, es eso: una expansión.

3. Se sabe que Milei escucha ópera. Y que cuando escucha ópera también toma decisiones. Lo hace con un grupo de personas que iban todos los domingos a la noche al microcine de la quinta de Olivos, donde Milei pasa la mayor parte del tiempo, como el personaje de una ópera. Es en un espacio íntimo, con, entre otros, Juan Carlos de Pablo, Federico Mayol, Diego Spagnuolo, Claudio Zuchovicki,

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Damián Reidel. Milei describió alguna vez los encuentros de la siguiente manera: “Los domingos un grupo de amigos (más o menos cercanos) nos juntamos a ver en el cine de Olivos óperas de distintos compositores (en especial Rossini, Bellini, Donizetti, Verdi y Puccini). Luego de lo cual, cenamos y discutimos sobre temas diversos”.

4. Spagnuolo, con el tiempo, de personaje menor se transformó en clave. Se sabe que el economista Juan Carlos de Pablo le da consejos al Presidente, cada vez más escuchados. En esas noches de domingo y en esas óperas es posible encontrar reflejos de una manera de gobernar, de un tono que describe a la gestión.

Una pareja de hermanos llega al trono, luego de una epidemia. Así comienza…

5. El libro The Politics of Opera, A History From Monteverdi to Mozart de Mitchell Cohen, comienza con una cita de los siete contra Tebas, de Esquilo (una tragedia, por cierto). Allí Etéocles dice: “Ciudadanos… ¡El hombre que lleva el timón del Estado, y desde el puente pilota con ojos insomnes la fortuna de su país, debe hablar cuando la hora lo exija! Algo que resuena también en esta semana en la que Milei estuvo mucho más en la Casa Rosada que en Olivos.

6. El libro dice muchas cosas más sobre política y música. Cuando se refiere a la ópera Palestrina de Hans Pfizner sugiere que: “Las distorsiones históricas como las que se encuentran en la ópera de Pfizner no son reprobables en sí mismas. El teatro y especialmente la ópera no reproducen eventos pasados; dicen algo mientras los representan. (…) Palestrina fue concebida como una barricada contra las novedades que su compositor encontraba extrañas y antinaturales. Su ópera termina con una alusión que vincula sus miedos contemporáneos con el pasado”.

7. En otro libro, La ópera, una historia social, de Daniel Snowman, también se lee: “Napoleón era plenamente consciente de que Francia había proporcionado un punto de referencia artístico e intelectual a todas y cada una de las cortes de la Europa del siglo XVIII, una referencia dominante que él estaba dispuesto a reavivar, especialmente una vez que se convirtió en emperador. “Ninguna ópera”, dictó en 1810, “podrá ser representada sin mi autorización”.

8. Para Theodor Adorno, toda obra de arte debe ser leída más por la forma que por el contenido. Como en la democracia, la forma es el fondo. La música es esa manera de reflexionar.

9. El filósofo Julián Fava explica que “el amor incestuoso fue un motivo recurrente en la literatura, el teatro y la ópera del Romanticismo. No solo por el interés en lo prohibido, sino porque condensaba varias tensiones clave de la sensibilidad romántica: el choque entre pasión y ley, la búsqueda de lo absoluto en el amor, la fascinación por lo abismal y la atracción por lo trágico. En “La Valquiria” –segunda de las cuatro óperas que componen

El anillo del Nibelungo– Wagner nos recuerda la historia de

Siegmund y Sieglinde. Separados desde niños, estos gemelos se reencuentran, se enamoran y conciben a Siegfried. Éste es el motivo que desata la furia de Wotan. Wagner lo utiliza como símbolo que rompe con el orden divino e, incluso, político. Sin dudas, esta ópera puede pensarse como una suerte de paradigma dentro del género y encierra, quizás, una enseñanza: la violación de la ley (en este caso, de una de las más profundas de la cultura) suele desembocar en una tragedia”.

10. En la campaña se habló de otro género, la opereta. Milei dijo que todo el tema de las escuchas era, precisamente, una opereta. Para el Diccionario de la Real Academia, sería una “Ópera cómica de asunto frívolo, con partes habladas y partes cantadas”. Si bien, hubo quienes cantaron, no se trataba de asuntos para nada frívolos.

11. Quizás corresponda también pensar todo el asunto de la gestión desde otra perspectiva: aquella que sugirió Axel Kicillof cuando llamó a entonar canciones nuevas. Ópera también quiere decir obra.

*Jefe de Redacción del diario Perfil.

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