Las elecciones del domingo en CABA consolidaron a nivel nacional –no se puede negar la implicancia de la reconfiguración del escenario porteño en la política del resto del país- la nueva dicotomía mileísmo-antimileísmo que viene a reemplazar a la que regía desde hace poco más de 20 años: kirchnerismo-antikirchnerismo. Las elecciones locales, sin embargo, muestran las particularidades de cada realidad. También en Catamarca.
El triunfo de la Libertad Avanza en la capital del país significó para el Pro en general, y para Mauricio Macri en particular, una derrota de la que cabe preguntarse si será capaz de reponerse. El golpe fue en el distrito que vio nacer a la fuerza y el único en el que mantenía hegemonía electoral desde hace dos décadas.
La derrota se amplifica por la distancia a la que quedó Silvia Lospennato de sus adversarios con los que aspiraba a terciar en la pelea: a 15 puntos porcentuales de Manuel Adorni y a 12 de Leandro Santoro. Y también queda más expuesta porque si algo caracterizaba hasta este domingo a las elecciones realizadas en lo que va del año, incluida la constituyente de Santa Fe, era el amplio respaldo electoral a los oficialismos de cada jurisdicción.
Macri y su diezmada tropa, que entraron en una etapa de reflexión, seguramente deben estar arrepintiéndose de los salvavidas legislativos que le arrojaron al gobierno nacional durante todo el año pasado y principios de éste. Le dio a Milei mucho más de lo que recibió, desde el punto de vista político. Desde lo discursivo, lo gestual y lo actitudinal, el expresidente sí recibió: humillaciones, desplantes y en los últimos días hasta burlas procaces. Alimentó al monstruo que terminó devorándoselo.
La UCR enfrenta a nivel nacional una encrucijada de la que difícilmente salga bien parada. Es que en las dos alternativas que se le presentan de aquí a octubre, salvo en aquellas provincias donde gobierna, el resultado no puede ser positivo. Si va sola, es muy probable que repita el fracaso de CABA, donde apenas sacó poco más del 2% de los votos. Si va en alianza con LLA, no solamente tendrá el costo de resignar principios y valores partidarios, sino también lugares relegados en las listas.
El kirchnerismo viene de derrota en derrota. Carga todavía con el peso del fracaso albertista pero ahora también con la fallida estrategia de Cristina Fernández, presidenta del Partido Justicialista, en varios distritos electorales. Los comicios del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires le pueden dar un respiro o, si se repite un resultado parecido al ocurrido en la capital, condenarlo a un lugar muy relegado de la política nacional e incluso, probablemente, dentro del propio partido, donde asoman otros referentes de las provincias con aspiraciones de conducir.
El escenario electoral en Catamarca también se reconfigurará sin prescindir de los resultados del domingo. Las primeras declaraciones de los referentes opositores, tanto del radicalismo como de La Libertad Avanza o el Pro, son coincidentes en el sentido de la necesidad que advierten de conformar un frente amplio opositor. Las voces que, dentro de la UCR, se muestran contrarios a un acuerdo con los libertarios provinciales, parecen acallarse.
Esta coincidencia, sin embargo, omite todavía las dificultades que encontrará una eventual coalición de todos contra el oficialismo provincial al momento de discutir los espacios. Difícilmente LLA quiera ceder los logares preferenciales en la lista. Por ejemplo, la cabeza de los postulantes a diputados nacionales. Para los radicales locales, ir a la cola de una fuerza recién surgida, sin referentes locales de peso y que centra sus aspiraciones solo en la figura de Javier Milei, sería una concesión muy grande que habrá que ver cuántos dirigentes y militantes están dispuestos a aceptar.
La nueva dicotomía mileísmo-antimileísmo viene a reemplazar a la que regía desde hace poco más de 20 años: kirchnerismo-antikirchnerismo. La nueva dicotomía mileísmo-antimileísmo viene a reemplazar a la que regía desde hace poco más de 20 años: kirchnerismo-antikirchnerismo.