domingo, 22 de diciembre de 2024 00:34
El deporte catamarqueño alcanzó un hito histórico en la entrega de los Premios Olimpia, donde por primera vez en 70 años, dos comprovincianos fueron galardonados. Agustín Tapia, reconocido hace tiempo como la máxima figura del pádel a nivel mundial, recibió el galardón en esa disciplia, distinción que ya había alcanzado el año pasado. Julián Gutiérrez fue destacado como el mejor en tiro deportivo, por su brillante actuación en los Juegos Olímpicos de Paris, donde fue finalista y obtuvo el preciado diploma que se reserva para los 8 mejores de cada prueba olímpica. Con esta cosecha, ya son tres Premios Olimpia que reúne el deporte catamarqueño en toda su historia. Una hazaña extraordinaria, que ratifica el salto de calidad que ha dado el deporte catamarqueño, con representantes en la elite de las competencias internacionales. Los Olimpia son los premios al deporte más importantes concedidos en Argentina. La entrega organizada por el Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires se realiza desde 1954, y originalmente se otorgaba sólo al mejor deportista del año en el país. Desde hace medio siglo, la modalidad cambió, y se entrega un Olimpia de Plata al mejor de cada disciplina, y un Olimpia de Oro al mejor entre todos los distinguidos con el Olimpia de Plata. A propósito de los Olimpia, es al menos cuestionable el Olimpia de Oro que se le entregó a Franco Colapinto, un fenómeno publicitario y de marketing, extremadamente fogoneado por los medios de comunicación a partir del redescubrimiento de la Fórmula 1 para el gran público nacional, pero sin respaldo en resultados que justifiquen tamaña distinción. Por caso, Argentina tuvo ganadores de múltiples carreras en la máxima categoría del automovilismo deportivo, incluso subcampeones mundiales de Fórmula 1 como Froilán González o Carlos Reutemann, que jamás fueron considerados para este premio, y se le termina otorgando a un corredor que se sumó en el final de una temporada, con un octavo puesto como mejor perfomance. A veces la presión de poderosos sponsors desnaturalizan la esencia de los reconocimientos en forma grotesca. Ahora dos pilotos de Fórmula 1 aparecen en el historial con el Olimpia de Oro: Juan Manuel Fangio, con cinco títulos mundiales, y Franco Colapinto, que tiene un octavo puesto, cinco llegadas detrás del décimo puesto y tres abandonos… sin palabras.
Jalil con Milei
El gobernador Raúl Jalil se reunió en Tucumán con el presidente Javier MIlei, donde se ratificó el buen entendimiento que alcanzaron a pesar de la diferencia de colores partidarios. Jalil ha comprendido que si algo enseñó la historia a lo largo de todo el Siglo 20, es que en Catamarca no se puede gobernar estando en guerra con la Casa Rosada, y por ello priorizó siempre el diálogo y el sostenimiento de la relación institucional en buenos términos. No es en realidad una situación novedosa. Ramón Saadi, con Don Vicente como poderoso nexo, tuvo muy fluido diálogo con el radical Raúl Alfonsín. Arnoldo Castillo y Oscar Castillo se llevaron muy bien con Carlos Menem y siguieron las recetas de Domingo Cavallo al pie de la letra, Eduardo Brizuela del Moral se convirtió en “radical K” para conseguir su reelección e incluso Lucía Corpacci tuvo un cordial trato con Mauricio Macri. Para que se entienda, y más allá de los fervores partidarios: es el ABC de la supervivencia. En la historia reciente, la única pelea con Casa Rosada fue la de Brizuela del Moral con Cristina, y terminó con la derrota brizuelista y la extinción del Frente Cívico y Social. Como para que no queden dudas. Pelearse con Nación no es un buen negocio, pero a muchos les cuesta entenderlo, y por eso Raúl todavía debe justificarse cada vez que se cruza con Milei por alguna razón. “Hay que respetar porque ha sido una decisión de la mayoría de los argentinos”, explica una y otra vez, porque le siguen preguntando por qué se reúne o se fotografía con el mandatario nacional. Se reúne porque es el gobernador y Milei es el presidente. Para enfrentarse hay otros momentos, por ejemplo las elecciones, donde cada quién se ubica en el sector que prefiere para competir y dirimir supremacías. A la hora de gestionar, la rebeldía adolescente y los enojos no suman nada. Catamarca no puede prescindir de la Nación y cuidar ese vínculo no es una traición, sino simplemente es una señal de inteligencia y cordura.
Recuerdos
El 23 de diciembre de 2001, asumió como presidente de la Nación Adolfo Rodríguez Saá, quien fue además diputado y senador nacional y cinco veces gobernador de San Luis. El puntano fue elegido por la Asamblea Legislativa tras la renuncia del radical Fernando De la Rúa, y grabaría su nombre en la historia como una curiosidad, ya que apenas permaneció una semana en el cargo. Rodríguez Saá armó un pequeñísimo gabinete con gente de su confianza, que incluía cuatro ministros y seis secretarías. En plena crisis, puso énfasis en el tema económico y anunció la suspensión de pagos de la deuda externa con los acreedores privados, la entrada en circulación de una nueva moneda no convertible, llamada “argentino”, con la cual financiaría planes de vivienda y daría más de 100.000 subsidios, y un fuerte aumento a jubilados y estatales. Naturalmente, como la gestión duró apenas siete días, no llegó a concretar nada. Desde el primer día, la discusión central fue si debía completar el mandato de De la Rúa (le quedaban dos años) o si debía llamar a elecciones para marzo y entregar el poder. En medio de las disputas, casi todos los sectores le fueron retirando apoyo. El quiebre se dio cuando convocó a los catorce gobernadores peronistas, su propio partido, a una reunión y apenas fueron seis. Un desaire irreversible. Se reavivaron las protestas sociales y Rodríguez Saá dejó el cargo vacante, agudizando el caos que incluyó cinco presidentes en pocos días, y que concluyó con la llegada de Eduardo Duhalde, quien logró estabilizar la situación institucional.
El Esquiú.com