En el corazón del sur de Texas se esconde una historia que mezcla tradición latina, cartas, apuestas y un legado que conquistó al mundo entero. Robstown no solo es un pequeño punto en el mapa: es, según la legislatura estatal, la cuna del Texas Hold’em, la variante de póker más popular.
El 15 de junio de 2007, la Legislatura del Estado de la Estrella Solitaria aprobó la Resolución Concurrente de la Cámara de Representantes N.º 109, en la que reconoció oficialmente a Robstown como el lugar de nacimiento del Texas Hold’em. Según el texto legislativo, “se sostiene tradicionalmente que la primera mano de este juego fue repartida en Robstown a principios del siglo XX”.
Sin embargo, aunque esta proclamación le otorgó un reconocimiento formal, la resolución no incluyó documentos o pruebas que confirmen esa afirmación sobre el origen del juego. La fuente de esa afirmación es, esencialmente, la tradición oral de la región.
La historia detrás del nacimiento del Texas Hold’em está compuesta por relatos sin documentos escritos, versiones contradictorias y anécdotas que se transmitieron de boca en boca.
Algunas figuras icónicas del póker, como Doyle Brunson, llegaron a mencionar que habían escuchado que podría haberse originado en ciudades como Waco o Corpus Christi, pero ninguno vinculó directamente su origen con Robstown, al menos no de manera definitiva, según consignó The Bend.
A diferencia de otros juegos con reglas estrictamente definidas desde el principio, el póker evolucionó a lo largo de los años. Las distintas versiones nacieron en mesas de salones del Viejo Oeste, en reuniones informales, en barcos, en campos de batalla y en casas de amigos, según el medio citado.
Fue Corky McCorquodale, otro jugador profesional texano, en 1963 introdujo el juego en Las Vegas. Allí, el Texas Hold’em comenzó a ser practicado en el California Club, y más tarde encontró un hogar en el Gold Nugget Casino. Sin embargo, no fue hasta 1970, con la creación del World Series of Poker (WSOP), que explotó en popularidad.
El principal problema con la atribución de Robstown como cuna del Texas Hold’em es que no hay registros escritos contemporáneos que lo confirmen. No existen artículos de periódico, reglas documentadas o manuales antiguos que lo mencionen. La historia oral hizo todo.
Robstown se mantuvo durante décadas como una comunidad modesta, con un crecimiento poblacional por debajo del promedio de ciudades similares en Estados Unidos.
En los últimos 30 años, su cantidad de habitantes disminuyó significativamente, al perder casi un 20% desde su pico en el año 2000, según datos del último censo.
Si hay algo que distingue a Robstown es su profunda raíz latina. Esta identidad no solo se refleja en apellidos, costumbres o celebraciones, sino también en el idioma. Según datos de la American Community Survey del U.S. Census Bureau (2019-2023), el 61,5% de los residentes mayores de cinco años hablan español en sus hogares, lo que la convierte en una de las ciudades con mayor proporción de hispanohablantes en Estados Unidos.