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«Trato de superarme y ganarme a mí mismo»

10 de septiembre de 2023 – 02:15

Nació en Villa Mercedes, provincia de San Luis, vivió en varios lugares hasta que se instaló en Catamarca, donde asegura que “comenzó su historia”. Marcelo Scrimaglia es triatleta y diseñador gráfico, y vive con esclerosis múltiple desde que tiene 40 años. Aunque reconoce que en el futuro quizás no pueda decir lo mismo, hoy cree que su diagnóstico “fue como una bendición”. Hoy trabaja en un libro donde cuenta su historia.

Luego de atravesar una separación, Marcelo decidió mudarse a Fray Bentos, Uruguay. Allí tuvo una relación con una mujer con la que se casó y duró solo seis meses. “Récord”, comentó entre risas, antes de comentar que luego volvería a San Luis. “Al regreso no me sentía cómodo. Si bien es un lugar que me da mucha nostalgia, porque me encuentro siempre mucha gente conocida, no la pasaba bien y necesitaba irme”, dijo.

Ahí es cuando conoció a su actual pareja. Silvia es catamarqueña, pero estudiaba medicina en San Miguel de Tucumán. “Nos conocimos por chat y a los cuatro meses ya estábamos viviendo juntos. Nos adaptamos muy bien y pasamos muchas cosas, recordar todo me hace emocionar. Eso me pasa cuando pienso y escribo el libro”, reconoció. “Mi señora es una capa, se puso una mochila muy pesada, por eso yo quiero que me ayuden con mi trabajo, para darle una mano a ella también, porque la verdad que y todo lo que hago es por ella”, dijo.

Junto a Silvia descubrió su enfermedad. “Ella estaba terminando Medicina y estaba haciendo la residencia en Pediatría. A los dos o tres años de estar con ella, las cosas un poco se me escapaban de las manos, primero me decía ‘sos un inútil’ (se ríe), pero después vio que algo no estaba andando bien y con los compañeros de ella me llevaron a un neurólogo. Así empecé a tratarme. Tenía 40 años. Siento como que tuve que irme para poder conocer lo que me pasaba”, recordó.

“En un principio estaba bien. Después hice un tratamiento porque me dijeron que me iba a curar, esta es una enfermedad que no se cura, pero bueno, con todo lo que son tratamientos fitoterapéuticos y todo ese tipo de cosas, para hacerlo tenía que dejar la medicación. Me costó mucho decidirme y dejarla, pero conocí una chica médica, familiar de un médico muy importante de Tucumán, que también tenía la misma enfermedad y que se curó con ese tratamiento. La vi por televisión de Buenos Aires, hice un contacto con ella y hablé con ella personalmente. Ella me dijo que se había curado, entonces tenía que creer. Si un médico te dice que se curó, obviamente va a haber una esperanza. Hice ese tratamiento, y cuando me voy a hacer los estudios confiado de que todo iba a salir, que salía de esta, voy y salió mal. De lo bien que venía, me fui para atrás. En el medio tuve paranoia, salía a la calle y veía gente hablando por celular y pensaba que me estaban siguiendo, que me buscaba la policía. Fue un momento difícil”, le contó a RE.

Cuando se complicó la situación y cuando no era tan fácil alquilar en Tucumán, vinieron a Catamarca, a la casa de Silvia, en La Viñita. “Siempre digo que ahí empezó mi historia. Para mí Catamarca es mi ciudad, mi lugar. Agradezco mucho a la gente que ha estado conmigo y que me ha apoyado no solamente en el deporte, sino también en el estar”, sostuvo.

En ese punto le dedicó un párrafo especial a su profesor, Dimas García. “Para mí es como un padre. Hemos tenido desencuentros, culpa mía, por errores que uno comete, pero él es un tipo que me ha aconsejado siempre, me ayudó, estuvo conmigo, me orientó, me guió. Cuando lo conocí yo era como un sachet de leche, no me podía sostener solo. Empecé a caminar, me enseñó a trotar y a los siete meses corrí mis primeros 10 kilómetros”, valoró.

Tiempo después corrió sus primeros 21 kilómetros en Punta del Este, Uruguay. “Había alguien especial que yo quería ver, Valentina, la nena de mi ex mujer, con quien me encariñé mucho y no me pude despedir. Es una historia similar a Néstor, el hijo de mi señora. Entonces dije: ‘tengo que correr los 21 kilómetros de Punta del Este’. Para llegar había que pasar por Fray Bentos. Al final no la pude ver, pero hice esa carrera. La verdad que no veía las horas de llegar a la meta”, contó.

Sus memorias, por escrito

Recientemente decidió escribir un libro. “Lo hago cuando tengo un tiempito y es como una terapia. Cuando estoy un poco bajoneado, me vienen cosas a la cabeza y todo lo que viene lo escribo, no es que tengo un momento en el día para hacerlo. Volver el pasado me tranquiliza, me relaja. Tengo esta enfermedad y hago cosas, trato de superarme, de ganarme a mí mismo. Esta enfermedad no me define”, sostuvo.

En ese sentido, valoró su situación, pero “con mucho cuidado, porque es una enfermedad bastante complicada”. “Hoy estoy bien, cuando no esté bien, no sé si podré decir lo mismo, pero para mí es como una bendición lo que me ha tocado. Me hizo ver las cosas de otra manera, que la vida es un desafío. Me hizo un poco más humano, un poco más solidario, un poco más amigo. Esa es mi enseñanza”, dijo.

Su pasión por el deporte

Marcelo corría en ciclismo en su niñez. “Era muy malo, porque no entrenaba, no tenía conducta, nada. A los 12 años corrí por última vez, y le prometí a mi papá que me iba a retirar ganando. Y fui subcampeón cuyano, con un nivel de ciclistas muy bueno. Mi papá no lo podía creer, ni yo mismo lo podía creer. Después me dediqué al básquet, fuimos campeones de primera con el Club Deportivo Mercedes. Al básquet lo tomé de otra manera distinta, con mucho respeto, iba a entrenar todos los días. Tenía el club al lado de mi casa. Tenía buen tiro de distancia, me cansaba de tirar”, recordó.

“Mi papá no hizo muchas cosas por mí, pero creo que la mejor enseñanza que recibí de él fue la vida sana y el deporte. Hoy tengo esta locura y estoy esperando ese día, algún día, cuando tenga que partir, para encontrarme con él y ver que vamos a hacer allá, en ese lugar que debe ser muy lindo”, sostuvo.

Hoy apunta a meterse en distancias más largas en Triatlón. “Si es por gustarme, siempre me gustó la bici. Hoy siento más seguridad corriendo, pero si corro mucho me caigo”, explicó.

Texto: Peze Soria

Fotos: Ariel Pacheco y gentileza Marcelo Scrimaglia

Su profesión

Marcelo es diseñador gráfico. Se dedica a los efectos de imagen, sublimaciones, estampado y cartelería en general. “Hago gigantografías, vinilo para vidrieras, estampados. Diseño mi ropa deportiva. También todo lo que es identidad, marcas y logos”, contó. Para contactarlo, pueden hacerlo en Facebook e Instagram en @scrigraf o al 3834526179.

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