Martín Redrado, expresidente del Banco Central de la República Argentina, trazó un panorama de estabilidad cambiaria hasta el 26 de octubre, el día de las elecciones, pero advirtió que la asistencia financiera de Estados Unidos solo compra tiempo y no resuelve los problemas estructurales. Para el economista, la prioridad post-electoral debe ser la generación de divisas genuinas, urgiendo al Presidente a definir una agenda legislativa con los gobernadores.
Al analizar la reciente movida de Scott Bessent y la intervención del Tesoro de EE.UU. en la compra de pesos, Redrado enmarcó la situación en un contexto de geoeconomía, señalando la actual tensión global entre Washington y Beijing. «Que en vez de decir ‘es la economía estúpido’ hoy ‘es la geopolítica estúpido’», afirmó el exfuncionario, quien destacó un cambio en la mirada de EE.UU. hacia la región.
«Estados Unidos se ha dado cuenta que para no perder influencia en América Latina tiene que poner plata, financiamiento, que es lo que le ha permitido a China avanzar en los últimos 15 años sobre la región», sostuvo Redrado en una entrevista a Clarín.
El ex titular del BCRA interpretó la intervención del jueves y los anuncios que se concretarán con la visita del presidente Javier Milei a Washington como una asistencia financiera, más que una intervención puntual. «Lo más importante es que desde Washington se van a generar todos los mecanismos para el pago de la deuda argentina», adelantó Redrado, quien cree que el Tesoro de EE.UU. garantizará el rollover de la deuda mientras Argentina no tenga salida al mercado internacional de capitales.
Si bien reconoció que la asistencia financiera brinda un respiro, Redrado advirtió sobre la naturaleza temporaria de estas intervenciones. «Si no empezás a generar dólares de exportación o inversión lo de Bessent puede ser otro puente de seis meses como lo del FMI. El Tesoro no pondrá plata siempre si la balanza de servicios genera un déficit de US$ 11.000 millones», alertó.
El economista recordó que asistencias similares, como el blanqueo de US$ 20.000 millones de agosto pasado y el puente del FMI por la misma cifra en abril, solo compraron tiempo, sin resolver la falta de dólares genuinos en la economía.
Para Redrado, el incentivo para que el Gobierno acelere las correcciones no pasa por la presión externa, sino por la sustentabilidad social del programa económico, ya que la mitad de los argentinos queda fuera del modelo que solo beneficia al campo, la energía, la minería y la inteligencia artificial. «El incentivo para el Gobierno es que hay mucha gente en Argentina que se está quedando afuera de este proceso y sobre todo en los grandes centros urbanos como el Conurbano», enfatizó.
La agenda del 27 de octubre
En cuanto a las perspectivas cambiarias inmediatas, Redrado vaticinó «tranquilidad y estabilidad» hasta el 26 de octubre. Sin embargo, la clave para el día posterior, según el ex presidente del Central, reside en acordar una agenda legislativa con los gobernadores.
«La clave es que el 27 se acuerde una agenda con gobernadores que tenga viabilidad y factibilidad de ejecución. Si el Presidente convoca a gobernadores no kirchneristas… y genera una agenda legislativa en materia tributaria, laboral, infraestructura, exportaciones y política crediticia, bueno, en ese contexto ahí puede hablarse del nuevo tipo de cambio».
A su criterio, tocar solo la política cambiaria al día siguiente de las elecciones sería un error, ya que el problema de Argentina es de productividad. Redrado abogó por un sistema de libre flotación con acumulación de reservas y tipo de cambio único, pero solo después de cumplir las condiciones políticas y las reformas estructurales que mejoren la competitividad.
Finalmente, Redrado mencionó el impacto de su propia gestión al frente del BCRA como un caso testigo de las consecuencias de la interferencia política, en referencia a la disputa entre Donald Trump y Jerome Powell en la Reserva Federal de EE.UU. «Lo que aprendí de mi experiencia con los Kirchner es que la interferencia de la política con el Banco Central lleva a una pérdida de credibilidad de la política económica y una vez que esa credibilidad se pierde es difícil restaurar la confianza, con lo cual lo que sigue es incertidumbre sobre el país», cerró el economista.