viernes, 22 agosto, 2025
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Es mi pasión: la historia de un rosarino que se enamoró y trajo la Lepra a Catamarca

De Rosario a Catamarca, por amor

“Nací en Rosario. A los 23 años me vine a Catamarca de vacaciones con unos vecinos y conocí a mi señora”, recuerda Martín Solís. Ese viaje cambió su vida: volvieron a verse, se pusieron de novios y, después de tres años, se casaron. “Vivimos un año allá en Rosario, y en el 91 nos volvimos… ya éramos papás, teníamos a Florencia, mi hija mayor, profesora de matemática”.

En Catamarca empezaron a construir su vida: como comerciantes y formando un hogar. “Mi señora se recibió, empezó a ejercer unas horitas, tuvimos tres años vendiendo ropa y después nos dieron una casa acá donde estamos”, dice con orgullo. Más tarde nacieron sus otros hijos: Gustavo, futuro docente de física, y Daiana, estudiante de la carrera de Contaduría, y con ellos la rutina de una familia consolidada en el barrio La Antena de Valle Viejo.

Ese mágico ritual de acompañar al club de sus amores siempre que se puede.

La pasión que se hereda

“Todos me dicen, ¿qué pasa si te sale un hijo de Central? No le doy de comer, así somos los rosarinos, muy extremista”, confiesa con humor. Desde chico, la cancha fue su refugio: “Mi viejo me llevaba a la cancha cuando tenía 10 años, la época esa que jugaba Ariel Boldrini y Cristian Ruffini, tenía un equipazo”.

Martín no solo siguió al equipo: transmitió esa pasión a sus hijos. “Los llevo a la cancha de chicos y, por supuesto, se hicieron de Newell’s. Fuimos hace dos años a la despedida de Maxi Rodríguez«. Cada viaje a partidos importantes es una tradición familiar: su Rosario natal, Salta, San Luis… “La vez que podemos, vamos… la semana pasada nos fuimos a Salta por Copa Argentina y ganamos gracias a Dios, y ahora nos estamos por ir a San Luis”, relata con entusiasmo y acota: «Varios catamarqueños se hicieron hinchas de la «Lepra» por mí. Antes de ir a pescar o a otro lado, juntamos plata para ir a ver al equipo. Es nuestro hobby, nuestra pasión”.


De hincha a organizador

En 2000, Martín y un amigo ayudaron a formar la filial de Newell’s catamarqueña. “Traíamos dirigentes del club, nos reuníamos, y teníamos un carnet que todavía lo tengo, que decía filial Catamarca, y con ese entrábamos gratis a la cancha en Rosario”. Aunque los años pasaron y la filial cambió, Martín conserva el vínculo y sigue compartiendo su pasión con otros fanáticos.

“Antes que todos los jugadores, está Newell’s para mí”, dice, recordando cómo la pasión por su club siempre estuvo primero. Incluso en los viajes, la emoción no falta: “El otro día estábamos en la cancha, allá en Salta, y te agarra una emoción… llorar. Gana o pierda, da lo mismo, el solo hecho de poder ir y estar ahí, ya está”.

Una pasión que encontró su lugar en Catamarca y se plasmó en un carnet.

Cada clásico, una emoción

Con el clásico ante Rosario Central cerca, Martín mantiene la ilusión: “Ojalá ganemos… tengo un presentimiento de que podemos ganar, a pesar de que ellos lo trajeron a Di María y todos los partidos les regalan penales”. Más allá de los resultados, para él el fútbol es emoción y familia: “Siempre, siempre, siempre… antes que todos los jugadores, está Newell’s”.

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