sábado, 21 junio, 2025
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Estrés: la silenciosa epidemia que mata a 10 mil europeos al año

viernes, 20 de junio de 2025 14:29

El estrés se ha convertido en un fenómeno tan cotidiano como preocupante: cada año se le atribuyen 10.000 muertes en la Unión Europea.

Lo advierte Luis Berdiñas, especialista en gestión del estrés e inteligencia emocional, quien alza la voz sobre una realidad que suele pasar desapercibida hasta que deja marcas en el cuerpo y la mente.

«Nadie muere por estrés en sí mismo —explica— el estrés es un viejo mecanismo de supervivencia; lo peligroso es cómo lo alimentamos con pensamientos y expectativas negativas que nunca llegan a ocurrir».

El 85 % del estrés nace en la mente

Según Berdiñas, ocho de cada diez episodios de estrés provienen de escenarios catastrofistas generados por la propia imaginación. El cerebro, diseñado para anticipar peligros, sobreactúa ante la sobrecarga de estímulos de la vida moderna: notificaciones constantes, plazos imposibles, comparaciones en redes sociales y un entorno laboral hipercompetitivo.

Tres pasos para desactivar la bomba interna

Inventariar los detonantes

Tomar papel y lápiz (sí, a mano) y anotar las situaciones que más ansiedad provocan. «La escritura manual conecta emoción y razón: al ver nuestros miedos sobre el papel, pierden fuerza», asegura.

Diferenciar control interno y externo

Inspirado en los estoicos, el experto propone enfocarse en lo que depende de uno—actitudes, hábitos, respuesta emocional—y soltar lo que pertenece a los demás.

Reencuadrar el diálogo interno

Preguntarse: ¿qué evidencia real tengo de que ese escenario fatal sucederá? Con práctica, el cerebro pasa de “modo alarma” a “modo solución”.

Más allá de la anécdota: una cuestión de salud pública

Berdiñas recuerda que estamos ante los niveles de estrés más altos de la historia y que su impacto es letal. “El estrés crónico eleva la presión arterial, debilita el sistema inmune y acelera afecciones cardíacas”. 

Por eso, concluye, la salida no es esperar que cambien los demás, sino invertir en la propia inteligencia emocional antes de que el desgaste sea irreversible.

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