Sin más argumentos que la presunción de amenaza a derechos adquiridos, la presidenta del bloque de diputados del radicalismo, Silvana Carrizo, y la vicepresidenta de la UCR, Natalia Heredia Oviedo, rechazaron la posibilidad de introducir reformas en el Estatuto Docente planteada por el Senado.
El carácter enérgico y terminante de ambos pronunciamientos resulta llamativo, pues la iniciativa del Senado se circunscribe por el momento a una ronda de diálogo con docentes, directivos y gremialistas para tratar de consensuar modificaciones a una normativa que tiene medio siglo de vigencia. Esto es: no existe todavía ningún proyecto de reforma del régimen.
Oponerse a lo inexistente es en este caso absurdo solo en apariencia. Lo que sí existe es un malestar entre los docentes que ha desbordado las organizaciones sindicales y alimenta el crecimiento de los autoconvocados. Las referentes radicales buscan sacar partido de ese conflicto, de modo que sus manifestaciones son perfectamente lógicas.
El tuit de la diputada Carrizo es especialmente ilustrativo en tal sentido. Lo ilustró con una imagen de la marcha de los autoconvocados en la que se ve a una mujer sosteniendo una pancarta con la leyenda “El Estatuto Docente no se toca”.
“Senadores, que les quede claro. El Estatuto Docente no se toca. Los docentes catamarqueños no van a permitir que blanqueen en una reforma las imposiciones del Decreto 884/25 ni las resoluciones truchas del Ministerio de Educación y el Ministerio de Trabajo. Espero que tomen nota”, advirtió en su cuenta de X.
Heredia Oviedo, por su parte, consideró que el Estatuto “no es un privilegio”.
“Es una conquista histórica que garantiza la estabilidad laboral, la carrera profesional, la capacitación continua y condiciones dignas de trabajo para quienes enseñan”, explicó.
A su criterio, “en un contexto de ajuste y precarización sería un grave retroceso” modificar el régimen vigente.
“No se trata de mejorar la educación, como se dice, sino de avanzar en una lógica de flexibilización que pone en riesgo tanto los derechos de los docentes como la calidad de la escuela pública. Los verdaderos problemas del sistema educativo en Catamarca no se resuelven tocando el Estatuto. Se resuelven con más inversión en infraestructura, mejores condiciones laborales, programas de formación y escuelas equipadas y cuidadas”, expresó en su página de Facebook.
Tan sentidas manifestaciones de resistencia al cambio perseveran en omitir la catástrofe educativa catamarqueña, que es más grave todavía que la nacional.
Los resultados de las pruebas Aprender de 2024 expusieron una escena desoladora. Tan solo el 14,2% de los estudiantes secundarios alcanzaron resultados satisfactorios en Matemáticas y un 58,4% en Lengua. Para no perder la costumbre, Catamarca se ubicó en el pelotón de provincias con peores desempeños.
El optimismo por el leve repunte en Lengua se diluyó pronto ante la constatación de que los resultados en Matemáticas obedecían en parte a que los alumnos no sólo no estaban en condiciones de realizar los ejercicios, sino que ni siquiera tenían capacidad para comprender las consignas.
Un verdadero desastre del que nadie parece hacerse cargo, si bien desde la Nación se lanzó un programa de alfabetización que por sí solo marca la magnitud del deterioro.
La formación de los docentes, afectados en las últimas generaciones tanto como los alumnos por el impacto en las capacidades cognitivas de la cultura de las redes sociales, es en este marco un problema central.
Pero ni siquiera se aviene la oposición a revisar la normativa general del sistema educativo provincial. Como si en la provincia, el país y el mundo no hubiera pasado nada en los últimos 50 años.