La inequidad existente en la distribución de la riqueza en el mundo (el 1 % más rico posee más riqueza que el 95 % de la población mundial en conjunto, según el último informe de la OXFAM, confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países) tiene su correlato en materia climática. Según una investigación realizada por la universidad ETH, de Zúrich, Suiza, el 10% más rico del mundo emitió dos terceras partes del calentamiento global producido desde 1990 y es responsable del aumento de los fenómenos climáticos extremos, entre los que se cuentan olas de calor y sequía.
El estudio, publicado recientemente en la revista científica Nature Climate Chang, ahonda aún más en la información sobre la desigualdad global: el 1% de las personas más ricas del mundo contribuyó 26 veces más que la media mundial al aumento de los extremos térmicos globales y 17 veces más a las sequías del Amazonas.
Los ricos consumen mucho más que el promedio general y por esa razón producen afectaciones ambientales, como también las producen las inversiones que se realizan en proyectos productivos contaminantes y que depredan el entorno natural.
Por el consumo desmedido, los ricos contaminan y degradan el ambiente a gran escala, los pobres muy poco o nada. Por el consumo desmedido, los ricos contaminan y degradan el ambiente a gran escala, los pobres muy poco o nada.
La investigación mencionada revela que el consumo y las inversiones de los ricos han tenido y tienen un impacto «desproporcionado» en los fenómenos meteorológicos extremos. Unos efectos que son «especialmente graves en regiones tropicales vulnerables como el Amazonas, el Sudeste Asiático y el sur de África”.
El informe corrobora la gravitación que tienen el consumo y las inversiones de los sectores de mayores ingresos y riqueza de las principales potencias mundiales en el calentamiento global. Especifica que las emisiones del 10% de las personas más ricas de Estados Unidos y China, por sí solas, multiplicaban por dos o por tres las temperaturas extremas en las regiones vulnerables. Uno de los autores del estudio, Carl-Friedrich Schleussner, explica que «si todo el mundo hubiera emitido como el 50% más pobre de la población mundial, el calentamiento del planeta habría sido mínimo desde 1990». Es decir, los ricos contaminan y degradan el ambiente a gran escala, los pobres muy poco.
Schleussner añade: «Una acción climática que no tenga en cuenta las enormes responsabilidades de los miembros más ricos de la sociedad corre el riesgo de desaprovechar una de las palancas más poderosas de que disponemos para reducir los daños futuros».
La investigación concluye que “equilibrar la responsabilidad de la acción climática de acuerdo a la contribución real a las emisiones es esencial, no sólo para frenar el calentamiento global, sino para lograr un mundo más justo y resiliente».
Es responsabilidad de los Estados nacionales y de las organizaciones supranacionales generar las estrategias necesarias para corregir estos desequilibrios, impidiendo que avance la degradación planetaria a partir del consumo desmedido.