martes, 22 abril, 2025
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Ataque al salario, aprietes y caída del consumo: la fórmula de Milei y Caputo contra la inflación

La situación económica actual en Argentina evidencia una marcada tensión entre las políticas del Gobierno y las necesidades urgentes de la clase trabajadora. La inflación, que en marzo alcanzó el 3,7%, golpea con fuerza los bolsillos de las familias, mientras que los alimentos, un componente esencial del gasto diario, registraron un aumento aún más alarmante del 5,9%. Detrás de esas subas, están las ganancias de las grandes patronales, centralmente aquellas que controlan de manera monopólica determinadas ramas.

El Gobierno apuesta a que las modificaciones cambiarias recientes no se trasladen a precios. La salida del cepo, controlada hasta ahora, presenta sin embargo amenazas sobre el valor de la moneda y, lógicamente, sobre los precios.

En ese objetivo, el Gobierno apuesta a dos herramientas centrales: por un lado, la presión sobre los salarios, intentando que las paritarias no suban y permitan recuperar lo perdido en los últimos meses frente a la inflación. En el sector de los trabajadores privados formales, un estudio de la CTA estimó en 7 puntos porcentuales lo perdido solo en los tres primeros meses del año. La política del Poder Ejecutivo es mantener esa dinámica, que en los hechos implica hacer caer los salarios e incrementar las ganancias de las patronales.

El otro mecanismo, opuesto por el vértice a su discurso liberal, es el apriete a las empresas para que estas no remarquen acorde a la suba de costos. Haciendo lo que siempre criticó como “populismo” o “estatismo”, el Gobierno presiona sobre empresas productoras, cadenas de supermercados y otros sectores.

Esto, sin embargo, no impide que se registren subas de precios. Aquellas “moderadas” que Gobierno y empresas aceptan, orbitarían alrededor del 3% mensual. Esto, sin embargo, habrá que verlo posiblemente en junio, si todas las demás circunstancias se mantuvieran estables. Como informaron distintas consultoras, los precios de los alimentos se habían acelerado en los primeros días de abril, lo que impactará al conocerse la inflación del mes en curso, a mediados de mayo.

Sin embargo, este “control” estatal no llega al pequeño comercio, donde se evidencian subas aún mayores. Un relevamiento del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires detectó subas en aceites, gaseosas, yerba y carne de entre el 7% y el 10%. También identificó alzas en artículos de limpieza como pañales y papel higiénico. En algunos rubros, se vieron incrementos de hasta el 20%.

La crítica del Ejecutivo bonaerense solo sirve para confirmar su propia impotencia ante la suba de precios. En la provincia gobernada por Kicillof, el ajuste se siente con fuerza.

La “ventaja” del Gobierno nacional radica en la enorme caída del consumo entre las mayorías populares. Como lo indicó un relevamiento de la consultora Scentia, la caída fue del 5.4% interanual en marzo, medido contra el ya bajo año 2024. Van 16 meses seguidos de descenso en el consumo. Un ajuste durísimo por donde se lo mire.

Frente a este panorama es necesario pelear contra la degradación del salario, de las jubilaciones y de los ingresos de las mayorías trabajadoras. Hay que garantizar un aumento de emergencia, que garantice salarios y jubilaciones a la altura de la canasta familiar y de la que necesitan las y los adultos mayores. Además, es fundamental imponer una cláusula gatillo en las negociaciones paritarias, de modo que el salario se actualiza automáticamente con la inflación. Es necesario, asimismo, pelear por el pase a planta permanente de todos los trabajadores contratados, precarizados o informales.

Hay que terminar con la división de las filas obreras, para pelear en conjunto contra todos los ataques de Gobierno y patronales. Para eso es necesaria una pelea estratégica por recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sindical peronista, que los convierte en trabas para la lucha. Las organizaciones gremiales –de la clase trabajadora, pero también del movimiento estudiantil- pueden ser herramientas esenciales para recuperar lo perdido, pero también para pelear contra el conjunto del plan de ajuste de Milei, el FMI y las grandes patronales.

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