El Gobierno estrenó la tercera fase con el pie derecho (no es una alusión ideológica). Si bien recurrió a “manos amigas” –¿será la mano invisible de Adam Smith?– y mientras reina la cautela entre los variados agentes económicos, logró su objetivo de mostrar que el poder de fuego que le dieron los organismos internacionales sirvió. Al menos por ahora, todos los actores coinciden en una cosa: volvió el carry trade, al cual se lo podría denominar una “política de Estado” a esta altura.
El éxito de esta nueva fase –producto del agotamiento de la anterior que estaba haciendo que el Banco Central terminara por escupir sangre– residirá en la habilidad para administrar la mentada manta corta. Si el dólar se acerca a 1.400, se gana competitividad, pero se escapará la inflación. Si baja a 1.000, controlará los precios, pero tendrá problemas para que se liquiden dividas. Como el límite superior e inferior se irá ajustando a razón de un 1% mensual, eso significa que iremos a votar con una banda entre 940 y 1.484 pesos, aproximadamente, un 36% más amplia que los 400 pesos de arranque. Será todo un aprendizaje para los agentes económicos. Como buena parte de estos seis meses preelectorales coincidirán con el trimestre de oro agrícola, se supone que el oficialismo debería llegar al 28 de octubre con más oxígeno.
Las declaraciones de Milei sobre el campo no solo cayeron muy mal, sino que además predispusieron negativamente para liquidar en el corto plazo, pese al “recordatorio”. Van a vender sin apuro, lo mínimo indispensable, lo cual no es buena noticia para el Gobierno. Peor aún si la divisa se acerca al piso de la banda (que además disparará las importaciones y achicará el superávit comercial). ¿Prefiere el Presidente a Vaca Muerta, la minería y las tecnológicas, que no dependen del clima ni de la estacionalidad biológica? Lo que no sabemos es, en ese caso, qué Argentina quedaría. El tema es que el campo genera divisas ahora, mientras que las otras dos “pampas húmedas” son más de largo plazo.
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Mientras el Gobierno ya empezó a romper los huevos de Pascua para disfrutar de los confites, la Corte movió su primera ficha respecto de la causa Vialidad que aqueja a Cristina. Sin embargo, difícilmente esta novedad y alguna otra le impidan a la jefa presentarse como candidata este año. La Suprema de tres integrantes tiene que hacer todo por unanimidad y raramente se expida sobre una situación judicial de tan alto volumen político antes de las elecciones. Lo único que debe procurarse CFK es evitar que se vote la ley de Ficha Limpia en el Senado, donde ella tiene las mejores barajas hasta el 10 de diciembre. Después, Dios dirá.
Como lo reiteramos varias veces en las últimas semanas, la presidenta del PJ nacional firmó una tregua con los rebeldes de Kicillof. No cabía otra, aunque eso significa reconocerle a la disidencia un peso político que habla de la progresiva debilidad de ella. Para el gobernador es toda ganancia: no tenía nada y ahora quizá tenga un tercio de la torta bonaerense. Pero claro, la lideresa ajusta cuentas por el camino. Ya le hizo dos: 1) no adelantó los plazos del cronograma electoral provincial como quería el exministro de Economía, y 2) propuso quitar el límite a las reelecciones de los legisladores, sin mover fichas con respecto a las de los intendentes. Axel, por su parte, amenaza con habilitar el sistema de colectoras por decreto para concejales y así quitarle poder a la lapicera de Máximo. Las negociaciones por las listas van a ser salvajes.
El mileísmo sigue practicando uno de sus deportes favoritos: despellejar al PRO. Esta semana logró el pase de diputados nacionales santafesinos. De alguna manera le aplica a su vecino ideológico la misma estrategia que hace en lo cambiario: bajarle el precio a algo, para así comprarlo más barato luego. En este sentido, el golpe de gracia podría ser la elección local de CABA si los amarillos pierden. Si ese fuese el resultado, se quebraría el último dique de contención y una alianza formal o no con el partido de los Macri casi pasaría a ser una discusión abstracta.
Mauricio está ejecutando una estrategia muy fina: elogia lo obvio –salida del cepo–, alerta respecto de lo institucional, se centra en atacar a Karina –figura de imagen negativa y tiro por elevación a Javier– y les carga la responsabilidad a los libertarios sobre un eventual triunfo del peronismo porteño. Particularmente, este último punto es el más hábil. El ingeniero juega a que el electorado de la capital despierte alertado por un triunfo del sector político que la mayoría aborrece. Si lo logra, entonces la pregunta sería: ¿qué fuerza no peronista debería ganar? ¿Y si además de que no gane el PJ le mandan también una advertencia a Milei por algunos de sus desvaríos? Milei salió estos días a jugar en la cancha de CABA, señal de que con Adorni, vocero y candidato, no alcanza para marcar la divisoria de aguas. Es una historia que recién empieza.
Una pregunta obligada para toda la clase política es sobre el nivel de participación electoral que habrá este año. ¿El bajo parámetro santafesino se extenderá a todo distrito que haya adelantado? ¿Es un signo de desinterés por lo que estaba en juego o la frialdad formó parte de una estrategia de Pullaro? ¿Poca asistencia es también una señal de la despolitización de la sociedad que pretende Milei? Más allá de la asistencia, Santa Fe también dejó claro tres cosas: 1) la marca LLA por sí sola no fascina, 2) más aún si no tiene candidato conocido / competitivo, y 3) la LLA y Milei no son un fenómeno que se derrama sobre toda la política, sino que estarían acotados a la discusión nacional.
En un mundo que se desorganiza por el proteccionismo de Trump, los británicos nacionalizan British Steel por temor a los chinos, su Corte Suprema dice que el mundo es binario y una empresa biotecnológica revive una especie animal desaparecida; parece que la nostalgia está de moda. O, si no sabemos nuevas fórmulas, volvamos a las del pasado, cuando todo parecía ordenado.
* Sociólogo.