domingo, 13 de abril de 2025 01:19
Celebrando fracasos
* “En mi mundo no existe el FMI… ni siquiera debería existir porque es una institución perversa, porque cuando un país está a punto de explotar, pone la guita y le permite tirar el ajuste para adelante. Tomar deuda no solo no es de liberal, sino que lo consideramos inmoral por implicar el robo a generaciones futuras. No podemos seguir sosteniendo este modelo a costa de las generaciones futuras. Este gobierno, con este acuerdo, está tomando deuda. Y hay que tener en claro que las deudas son impuestos futuros, son impuestos que pagan, por ejemplo, personas que no votan: nuestros hijos, nuestros nietos, y quizás hasta personas que no nacieron todavía, y que cuando estén por llegar al mundo, acá ya le cargaron deuda”, decía no hace mucho Javier Milei, el mismo señor que fue a pedir ayuda a la institución perversa y lo presenta ahora como un éxito de su gobierno, cuando antes lo consideraba un robo y una inmoralidad.
* “El dólar se tiene que caer como un piano. Podríamos ir a un tipo de cambio de 600 pesos”, decía Javier Milei, apenas dos meses antes de llevar el dólar a 1.400 pesos.
* “De ninguna manera va a haber una devaluación. Obviamente, si acá la cuestión es que faltan pesos, no que faltan dólares. Hablar del tipo de cambio es irrelevante”, decía Javier Milei solo dos semanas antes de resolver una devaluación cercana al 30 por ciento, que se suma a la devaluación del 120 por ciento que aplicó al iniciar su mandato.
No se trata de subrayar contradicciones de Javier Milei, porque sería un ejercicio demasiado sencillo, extensible a sus opiniones de Luis Caputo, Patricia Bullrich, China, el Papa o cualquier otro tema. Un verdadero desafío sería, en todo caso, encontrar dos o tres declaraciones coherentes sobre un tema. El objetivo del repaso no es mostrar estas incongruencias, que después de todo están a la vista, sino de explicar que cuando se dice que el Gobierno celebra un fracaso, lo hace a partir de sus propios términos, porque eran sus propios conductores los que identificaban como un estruendoso fracaso la misma conducta que ahora reivindican, con el vago e insostenible argumento de que la situación, que se repite con fidelidad plena, es en realidad “distinta”. Un razonamiento insostenible.
Sepultados
Defender este enésimo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y avalar el discurso de Casa Rosada, no requeriría abrazar la causa libertaria, sino directamente renunciar a la propia lógica y al sano juicio. Y en este punto ya no interesan Milei ni Caputo, es una cuestión elemental, de pura razonabilidad. Si uno de los mayores problemas que enfrenta la Argentina desde hace años es su dramático nivel de endeudamiento, con los condicionamientos severos, los ajustes y el despilfarro de fondos que implica cumplir con organismos acreedores -FMI a la cabeza-; suponer que la solución a tamaño desastre causado por la deuda es contraer todavía más deuda, es sencillamente irracional, un insulto a la inteligencia, un sapo que nos invitan a tragar… pero del tamaño de un mamut. Sea quien sea que vaya a ganar con estos desembolsos de dólares, no será la mayoría de los argentinos ni el pueblo trabajador, a quien, una vez más, sólo le quedará la deuda por pagar. Quienes ganan son los especuladores de siempre, los dueños de la bicicleta financiera, los timberos bien relacionados con el poder, que mueven sus divisas cómodamente desde sus teléfonos para multiplicar fortunas personales a costa del sufrimiento del pueblo. Y no genera asombro que esto suceda, sino que suceda tan seguido y con los mismos actores protagónicos que en la última gran estafa de 2018. La especulación, de este modo, le sigue ganando a la producción, a la caída del poder adquisitivo, a la falta de infraestructura, a las crisis regionales y provinciales, a la inequidad en la distribución de recursos. Se empeña a un país entero para que funcionarios de paso jueguen al Estanciero y se hagan ricos con dinero público.
Película repetida
Argentina ya vivió este proceso, una y otra vez. Los esfuerzos del gobierno por presentarlo como “distinto” son insuficientes y patéticos, como lo fue Fernando De la Rúa augurando que “el 2001 será un gran año para todos”, o Mauricio Macri aclarando que el acercamiento al FMI era sólo “preventivo”, al anunciar lo mismo que Milei, endeudamientos gigantes que pesarán sobre las espaldas de cada familia argentina. Es un fracaso brutal y costoso, una inmoralidad, un robo, tal como lo explicaba, sin ir más lejos, el propio Javier Milei, hoy presidente de la Nación.
Recuerdos
Hace diez años moría Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, considerado uno de los escritores más influyentes del siglo pasado en esta parte del mundo. Sus libros más conocidos, Las venas abiertas de América Latina (1971) y Memoria del fuego (1986), han sido traducidos a veinte idiomas. Sus trabajos trascienden géneros ortodoxos y combinan documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. En “Las venas…” opina sobre la historia de América Latina desde la colonización hasta la era contemporánea, argumentando con crónicas y narraciones el constante saqueo de los recursos naturales de la región por parte de los imperios coloniales, entre los siglos XVI y XIX, y los Estados imperialistas, como el Reino Unido y los Estados Unidos principalmente, desde el siglo XIX en adelante.
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