lunes, 7 de abril de 2025 00:20
La modificación del organigrama oficial, con fusiones de ministerios y reducción drástica de la planta de ministros en el gabinete provincial, es la más visible de una serie de cambios que recién comienzan, y pasan por acomodar los gastos estatales al caudal de fondos que fluyen. Previamente se había anunciado un recorte en los haberes de los funcionarios, y es probable que se avance con más decisiones, quizás suprimiendo índices improductivos y otras erogaciones que en condiciones normales pasaban desapercibidas, pero que hoy adquieren una relevancia distinta. La caída de recursos provenientes de Nación es una realidad que golpea muy fuerte a la mayoría de las provincias argentinas, y no hay señales de que el panorama vaya a cambiar a corto plazo. Atento a esta realidad, el gobernador Raúl Jalil recalcula los movimientos del Estado, y aplica medidas tendientes a reducir la estructura original del Gobierno sin afectar su funcionamiento.
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Por allí se busca comparar estas medidas con la promocionada motosierra de Milei, pero hay una diferencia sustancial: Jalil efectivamente ajusta desde arriba, y recorta gastos en el área política y de conducción de gobierno, sin haber tocado a un trabajador en los más de cinco años que lleva de gestión, incluyendo los eternos y difíciles meses de la pandemia de coronavirus. Milei prometió eso mismo, pero hizo lo contrario, castigando a la masa de trabajadores con despidos, devaluaciones y pérdida del poder adquisitivo. Aquí se trata exclusivamente de una cuestión de números, y Jalil reordena el andar de su Gobierno para adecuarse a la caída de los aportes coparticipables y la virtual desaparición de los ingresos extraordinarios con que Nación colaboraba en otros tiempos, tanto en Catamarca como en las demás provincias.
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¿Qué es lo que vendrá? Difícil precisarlo, porque la suerte catamarqueña seguirá atada a los vaivenes de un itinerario nacional que, proyectado desde el momento actual, no resulta particularmente promisorio. No se transitan tiempos fáciles, y hay señales de desconcierto en Casa Rosada, donde más allá de la prepotencia del discurso, no hay más reflejos que salir a pasar la gorra para pedir prestado en cuanto organismo internacional pueda habilitar algún préstamo. Los manuales libertarios se queman, las recetas fallan, y con el aliento a la especulación financiera en perjuicio de la producción nacional, el horizonte se vislumbra oscuro. Es lo que hay, y Catamarca acomoda el cuerpo. Resistir, mantener el orden, cumplir con los propios compromisos son las consignas más inmediatas. Y no son poca cosa en un contexto tan abrumadora desfavorable, donde ni siquiera hay un presupuesto nacional para guiarse.
El Esquiú.com