La austeridad versus la abundancia. El juego de posición versus el juego de posesión. El carro acomodado versus la Ferrari que no arranca. El mercado de los millones versus el levantamiento sobre la campana de la prohibición para incorporar. El hambre versus las ganas de comer. El plantel más cotizado del país (€ 125,5 millones según Trasnfermarkt) versus el de menor valor de los cinco grandes (€ 35,6 M). Miguelo versus el Muñeco.
San Lorenzo–River, no hay dudas, es el clásico de los contrastes. Y hoy a las 17, en un Nuevo Gasómetro explotado de ilusión por el tan inesperado como dulce presente del Ciclón, en un clima caliente por la alta temperatura y por el deseo de ambos de quedarse con tres puntos que pueden marcar un quiebre, llevarán esa desigualdad al terreno de juego. Allí donde todas las diferencias se reducen (Platense e Instituto se lo certificaron al equipo de Gallardo) o no necesariamente se logran poner de manifiesto.
Un 11 de memoria, el local, intentará volver a ganar un clásico después de más de 21 meses (el último fue el 12 de abril del 2023, 1-0 a Boca) y derrotar a su rival de turno en su cancha tras ocho años (4 de julio del 2017, 2-1 con goles de Blandi y Paulo Díaz, entonces azulgrana). Y lo hará frente a un rival que todavía no sabe lo que es ganar en este Apertura, que está deseando que el fútbol le fluya de una vez por todas y que de mínima mostrará la ausencia del lesionado Maxi Meza y de máxima podría mostrar la rotación que acaso a su deté le hubiese venido bien hacer en la fecha anterior.
Si Miguelo necesita que todo se mantenga como hasta hora, el Muñeco precisa un sacudón, un revulsivo, la chispa que encienda a un conjunto todavía apagado respecto del juego que puede construir y que en lo que va del año solo mostró en los amistosos.
Gallardo, por la recuperación. Foto: Marcelo Carroll.
Para Russo será la oportunidad de emparejar su duelo personal con Gallardo, con quien perdió cuatro y ganó tres de los 13 cruces que lo convirtieron en el entrenador que más veces enfrentó de los actuales. Aunque, son decisiones, hay un detalle que fortalece al hombre de la sonrisa de publicidad de dentífrico: no pierde con MG desde hace casi seis años (0-2 con Cerro Porteño) y tiene como último antecedente (alentador o preocupante, según si se mira desde el resultado o el juego) la parda en el Monumental del año pasado, donde a pesar de la abrumadora superioridad de River pungueó un empate de oro con Muniain figura en su primera vez en Núñez y sin ponerse colorado del tiempo que hizo para que los minutos corrieran.
Muniain lo seguirá desde España.
La ausencia de Iker hoy, de todos modos, es un indicio elocuente de que Russo pudo sobreponerse a todo, hasta a la falta de su figura y usina de fútbol. A Gallardo, mientras, se le presenta la chance de corroborar que, al contrario de su colega, puede poner en funcionamiento la extraordinaria maquinaria que tiene.
Russo y un arranque ideal.
San Lorenzo espera en casa con lo puesto, austero, sonriente, sacando agua de las piedras y maximizando los recursos. River lo visita con el traje de candidato que todavía le queda un poco grande, opulento, con una mueca de inquietud que quiere borrar cuanto antes, intentando sacarle provecho a tanto desembolso de capital. Un clásico de opuestos. El clásico de los contrastes.
Las probables formaciones
San Lorenzo: Gill, Herrera, Romaña, Herrera, Báez; Tripichio, Irala; Cerutti, Reali, Braida; Cuello.
River: Armani; Montiel/Bustos, Pezzella, Martínez Quarta, Acuña/Casco; Galoppo, Pérez/Kranevitter, Simón/Aliendro; Lanzini/Rojas; Colidio, Borja.
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