Si bien los brutales términos con los que descalificó la agenda progresista en Davos expresan genuinas convicciones de Javier Milei en el marco de lo que denomina “batalla cultural”, el énfasis que emplea en el asunto forma parte de las maniobras distractivas tendientes a neutralizar el impacto que podría tener en la opinión pública una mayor presencia en la agenda de noticias inconvenientes en el frente financiero.
Esto no implica subestimar la peligrosidad de una prédica que abusa del odio como insumo retórico, pero conviene tener en cuenta que el control de la inflación, capital político medular del proyecto libertario, se ha conseguido a unos costos sociales altísimos y no ha logrado hasta el momento desvincularse de las alquimias financieras para mantener el dólar a raya.
La eficacia de la estrategia comunicacional del Gobierno es en este sentido innegable.
Aciertos metafóricos como “zurdos de mierda”, inscriptos en la tradición literaria que alumbró conceptos poéticos tan exquisitos como el de “degenerados fiscales”, compiten con la pasión popular por los avatares amorosos de la “China” Suárez, Mauro Icardi, Wanda Nara y L-Gante.
Pero las acechanzas más inmediatas al programa de Milei y al equilibrio macroeconómico obtenido se incuban en ámbitos menos bizarros.
Ayer se anunció una reducción del 20% temporaria, hasta junio, de las retenciones al campo y la definitiva de las impuestas a las economías regionales. Obviamente, la novedad tuvo una recepción excelente entre sus beneficiarios y el Gobierno la postuló como el cumplimiento de las promesas realizadas por Milei a los sectores agroexportadores, cosa que puede considerarse cierta.
Sin embargo, las últimas frases del comunicado oficial revelan el motivo real de la medida.
Textual: “Para acceder a la reducción temporaria de Derechos de Exportación, los productores deberán liquidar a los 15 días de presentada la Declaración Jurada de Venta al Exterior, sin obligación de embarque, que se mantiene por 360 días desde la Declaración Jurada. También se podrá optar por no utilizar el beneficio y liquidar en plazo normal”.
Quiere decir que el Gobierno necesita con urgencia que ingresen dólares a unas reservas extenuadas por las permanentes intervenciones oficiales en el mercado, indispensables para evitar que el precio de la divisa se dispare. Los productores tienen que liquidar sus dólares en 15 días o pierden el descuento del 20%.
La operación es lícita, por supuesto, pero no deja de exponer la fragilidad de los pilares sobre los que se asienta la macroeconomía y la necesidad de que el FMI, o alguien, proporcione fondos. De ahí las desmesuradas demostraciones de amor de Milei a Donald Trump, que coincide con el argentino en su desprecio por la “ideología woke” y los organismos internacionales que, según ellos, las prohijan.
Que la noticia de la baja de las retenciones coincidiera con la del proyecto para eliminar el femicidio como agravante del homicidio, los documentos no binarios y los cupos trans no puede a esta altura de los acontecimientos considerarse casual.
Si no alcanza para esconder los matices y objetivos de las movidas financieras del Gobierno, el humo “antiwoke” por lo menos parte la cancha de la agenda pública y contribuye a fidelizar la clientela libertaria más retrógada.
La estrategia del tero no remite: en un lado los gritos, en otro los huevos. Al menos, hasta conocer el alcance de las manifestaciones de Trump sobre América Latina, que la Argentina libertaria integra mal que le pese: “Nosotros no los necesitamos, ellos nos necesitan”.