De comediante al terror psicológico

martes, 21 de enero de 2025 00:00

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Hereje, el largometraje protagonizado por Hugh Grant, en un rol totalmente alejado de su típica “persona” cinematográfica, se ajusta más a los mecanismos del suspenso psicológico que a cualquier otro subgénero reconocible, a tal punto que es el diálogo lo que mantiene en movimiento los dos primeros tercios del relato. Hasta que las cosas se desatan y Hereje abandona el juego verbal de gatos y ratones para dejar que la sangre brote y fluya.
El punto de partida es sencillo y arranca con dos chicas religiosas que conversan sentadas en un banco de parque (Chloe East y Sophie Thatcher). Ambas forman parte de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y, como devotas del mormonismo, adhieren a ciertas normas y costumbres poco flexibles, además de dedicar un espacio generoso de sus vidas a sumar fieles. En esas andan, respondiendo al pedido de información de algunos vecinos, y hacia allí van, tocando el timbre de casa de un tal señor Reed. 
Resulta claro, por el aspecto sospechosamente inocente del caballero, interpretado con flemático sarcasmo por Grant, que en algo raro anda. Pero las jóvenes confían en que su esposa está realmente cocinando una tarta en la cocina (de otra forma no podrían ingresar a un espacio ocupado exclusivamente por un hombre) y que su interés por el mormonismo es genuino. Nada más alejado de la realidad.
Con bastante humor, aunque del tipo asordinado, la conversación del trío deriva hacia cuestiones ligadas a la fe o a la falta de ella, el verdadero origen de las religiones y otras yerbas destinadas a “convertir” a uno o a otras a partir de la argumentación.
Tanto las chicas, temerosas aunque confiadas, como el espectador saben que hay algo temible en el fondo de todo el asunto, y que el abigarrado pero confortable bunker seguramente oculta un secreto poco agradable. 
Cuando las puertas que dan al sótano finalmente se abren, Hereje se vuelca a recursos más trajinados y definitivamente físicos, llegando al desenlace con la lengua un poco afuera. 
Pero nada quita lo bailado, especialmente la danza de Hugh Grant, que parece haberse divertido de lo lindo dándole vida al maléfico Sr. Reed.

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