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46 años del caso Garavaglia

domingo, 12 de enero de 2025 16:14

El caso de Oscar Garavaglia, el joven sanrafaelino que desapareció el 12 de enero de 1979 en El Nihuil, tiene un nuevo capítulo en su historia a raíz de una nueva pista relacionada a un cementerio de una mina abandonada en Jaime Prats.

“El Pato”, Oscar Jesús Garavaglia, cerró su mochila y se la puso al hombro, tomó su caja de pescar y su caña, se despidió de su madre y salió sin hacer ruido de la casa adonde vivía con sus padres y hermanos, en la tranquila ciudad de San Rafael, 240 kilómetros al sur de la ciudad de Mendoza, capital de la provincia del mismo nombre.

Caminó unas pocas cuadras hasta donde ya lo esperaban sus amigos y fueron todos juntos en dos autos hasta la terminal de ómnibus de San Rafael y tomaron un micro hasta El Nihuil, un pequeño pueblo veraniego, a orillas del embalse del río Atuel, a sesenta kilómetros de San Rafael por la ruta provincial 173.

El grupo de amigos se iba de campamento al Club de Pescadores de El Nihuil, a orillas del lago artificial del embalse del río Atuel, Atanasio Pérez Confetti, el padre de uno de los jovenes, les serviría de apoyo desde su casa de fin de semana en cercanías del lago. 

Transcurridos los primeros días, Oscar salió a cazar con sus amigos en la Rastrojero de Pérez Confetti, por la ruta provincial 180 de tierra y ripio, después irían hacia el sur. Irían en dirección al Cerro Nevado y, a la altura del Cerro Trintrica a unos cincuenta kilómetros del campamento en el Embalse Nihuil, dedicarían varias horas a la caza de piches.

Ya en el lugar, cada uno avanzaría solo, buscando su presa, y después de que la pudiera capturar y matar debía acercarse hasta la camioneta y dejar el animal en la caja del vehículo, para volver a la caza.

Así sucedió durante algunas horas, siempre según la versión de los amigos de Garavaglia. Se habían puesto de acuerdo en que, a las ocho de la noche y todavía con luz natural, “cortaban” y se volvían al Nihuil.

A esa hora fueron volviendo todos, menos Oscar. Alejandro Vidalled, dijo que lo había visto irse detrás de un animal y que, cuando volvió a mirar, ya no vio más, pero que no se preocupó porque, pensó, que en un rato volvía a la camioneta. 

A partir de ese momento, y en los días sucesivos, se llevó adelante una búsqueda como nadie recuerda otra igual en San Rafael en la zona adonde, supuestamente, se había extraviado Oscar.

Y simultáneamente también, comenzaron las acusaciones de la familia contra “el grupo”, cómo empezaron a denominar a los cuatro que habían estado hasta el último minuto con Oscar vivo: Alejandro Vidalled, Horacio Nardoni, Julio Pérez Sierra y su padre, Atanasio Pérez Confetti.

La exploración en la zona del Trintrica fue muy exhaustiva por tierra y por aire y llegaron a ser más de 400 las personas comprometidas en ella: amigos de la familia, vecinos de San Rafael, baqueanos, puesteros de la zona, la Gendarmería, la policía local, un helicóptero de la Fuerza Aérea que durante veinte días rastrilló la zona y un avión del aeroclub de San Rafael.

El episodio que, al principio, sembró más dudas fue que a Hada Lucía Navarro Carrasco de Nardoni, madre de Horacio Nardoni, en los primeros días de la búsqueda en el campo, se le encontró colgada una cruz con una cadenita que pertenecía a Oscar. Eso desató un escándalo en el lugar y ella se defendió diciendo que se la había dado otra de las hermanas de Oscar, quién lo negaría rotundamente horas después.

Y también, en esos caóticos y agitados días, se enterarían que la señora poseía los documentos de Oscar, lo que pretendió justificar diciendo que ella ayudó a su hijo y sus amigos a recoger las pertenencias de “El Pato” en el campamento del Club de Pescadores de El Nihuil, cuando este ya se había “perdido”.

El matrimonio Garavaglia hizo la denuncia en la comisaría de El Nihuil al día siguiente de la desaparición de Oscar, pero sus amigos recién irían a aportar datos dos días más tarde “con un mismo abogado y con declaraciones calcadas”.

Una tesis doctoral presentada como trabajo final de graduación en la carrera de Abogacía de la Universidad Siglo 21, titulada “La responsabilidad civil del Estado en la dilación indebida de los procesos judiciales penales” nos detalla, año a año, lo sucedido con la Causa N° 94.643, caratulada: “F. p/Averiguación desaparición de Oscar Ramón Jesús Garavaglia”.

La familia Garavaglia, desde el primer día y hasta hoy, afirma en forma unánime que los responsables de la desaparición de Oscar son las cuatro personas que estuvieron con él hasta el último día.

Así lo hicieron, y hacen, saber en cada aniversario del hecho. Si se escribe “Garavaglia + desaparecido” en el buscador de Google, se ofrecen más de cien artículos periodísticos, a lo largo de todos estos años, de medios locales, regionales y nacionales adonde esta certeza familiar es inalterable.

Para Susana, hermana mayor de Oscar, “en el camping nunca encontramos sangre porque a mi hermano lo mataron adentro de la carpa. Se lo llevaron el día anterior a decirnos que se había perdido, envuelto en la carpa y con sus pertenencias”.

Ella, su madre y sus hermanos -el papá murió en 2018- están convencidos de que Oscar tuvo un enfrentamiento con uno de los amigos, lo mataron y descartaron su cuerpo envuelto en una carpa.

“Es una seguridad que nosotros tenemos: que lo mataron. Que lo mataron el día antes, inclusive porque hay testigos que los ven cargar combustible el día doce y mi hermano no iba en el Rastrojero. Y personas que lo identificaban muy bien. Y por otro lado mi hermano no tenía ningún motivo, ningún motivo, para escaparse de San Rafael”.

“Hace años que asesinaron a mi hermano, Oscar J. Garavaglia, con el alegato que se había perdido en la ruta del cerro Trintica al pie del Nevado. Sí, lo asesinaron, pudimos saberlo después de una larga y tortuosa investigación. Lo cierto es que a mi hermano lo sacan el día anterior del club de pescadores de El Nihuil, envuelto en la carpa que habían alquilado para pasar una semana de camping, según la madre de uno de los imputados que llevaba la cadena y cruz de mi hermano, la Sra. de Nardoni. Ella había desarmado la carpa, que a ciencia ciertas nunca supimos dónde estaba ubicada, lo envolvieron, con su mochila, su caja de pesca, su caña de pescar, su bolsa de dormir y enseres personales (…) Es por ello, que jamás encontramos pruebas de sangre. A quien le alquilo la carpa a la familia Nardoni jamás se la devolvieron y se presentaba a declarar este hecho y el Juez Actuante no le tomaba la declaración. Al día de hoy queda uno sólo vivo de los 5 integrantes del grupo (Alejandro Vidalled) (…) Solo quiero velar y enterrar a mi hermano en su última morada. Ruego a Dios no morir sin saber la verdad. También deseo que todo San Rafael pida justicia por este crimen a viva voz…”.

Pero, poco tiempo después, alguien descubre algo distinto de lo que piensa la familia: no habrían sido los amigos los responsables de la desaparición de Oscar.

En diciembre de 1984, casi seis años después de la desaparición de Garavaglia, el gobierno de Raúl Alfonsín da a conocer el Informe CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) o “Nunca Más”, en donde Oscar Jesús Ramón Garavaglia no está incluido; no está registrado entre los “desaparecidos por la represión ilegal del Estado”.

Diez años después del “Nunca Más”, el 28 de diciembre de 1994, Carlos Menem promulga la “ley reparatoria” Nro. 24.411, que dispone el pago de una indemnización varias veces millonarias a los causahabientes de las personas “víctimas de la represión ilegal”, desaparecidas o muertas. Del alcance de las “leyes reparatorias” se habla en la Introducción del libro.

Al año de que la justicia mendocina diera por concluida la investigación sobre el paradero de Garavaglia sin haber podido hallar a los culpables, en 2000, alguien inicia un expediente, ante la Subsecretaría de Derechos Humanos en Buenos Aires, para percibir la indemnización de la Ley Nro. 24.411 por el joven de San Rafael, como si a éste lo hubieran hecho desaparecer agentes estatales. El expediente recibe el Nro. 125572/00 y permanece varios años sin resolverse.

En marzo de 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner, ya con Eduardo Luis Duhalde en la Secretaría de Derechos Humanos, se publicaría un nuevo listado de “víctimas de la represión ilegal del Estado” afirmando, en su presentación, que es el producto de haber “revisado, corregido, ampliado y actualizado” el listado de la CONADEP de 1984. Oscar Jesús Ramón Garavaglia Santos es incluido, oficial y públicamente, como un “desaparecido, víctima de la represión ilegal del Estado”.

En este Informe público elaborado por la Secretaría de Derechos Humanos, se enlistan siete mil noventa y ocho (7.098) personas víctimas de “DESAPARICIÓN FORZADA” que es como manda llamar la ley 24.321 “cuando se hubiere privado a alguien de su libertad personal y el hecho fuese seguido por la desaparición de la víctima, o si ésta hubiera sido alojada en lugares clandestinos de detención o privada, bajo cualquier otra forma, del derecho a la jurisdicción.” La nueva denominación se estableció para diferenciarla de la “ausencia con presunción de fallecimiento” contemplada en nuestra normativa.

Pero, llama mucho la atención que, en este informe del año 2006, hay una veintena de esos casos en los que solo se consigna “DESAPARICIÓN”, como es en el caso de Garavaglia.

El expediente de Oscar Garavaglia estuvo demorado 9 años hasta que, súbitamente, se aceleró su trámite y fue resuelto favorablemente durante la gestión de Eduardo Luis Duhalde en la Secretaría de Derechos Humanos y Julio Alak en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El 25 de septiembre de 2009 se resolvió, ordenando el pago de la indemnización por Oscar Garavaglia.

Duhalde falleció en 2012 y Alak es, al día de la publicación de este libro, el ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.

Por la “desaparición” de este joven mendocino el Estado argentino pagó $ 37.004.851 actualizados por inflación a septiembre de 2021, según Liquidación Nro. 36.354 del Ministerio de Economía, a los causahabientes designados en trámite sucesorio. Este monto, se desconocen las razones, es el doble del promedio de pagos por esta ley “reparatoria”, que es, aproximadamente $ 18.000.000.

Llamativamente, el número de documento de identidad del acreedor que figura en la información de este pago en el Ministerio de Economía y que por la ley “reparatoria” corresponde al “desaparecido, es el 11.111.111, cuando los documentos de Oscar, que son conocidos públicamente desde 2006 porque constan en el Informe de la Secretaría de Derechos Humanos, son: DNI 14.654.329 y Cédula de Identidad 75659.

A lo largo de veinte años, tres jueces que interrogaron muchas veces a las cuatro personas que lo vieron con vida por última vez, que conocían el lugar de los hechos porque vivían allí, que pudieron hacer peritajes, reconstrucción de los hechos, entre otras cosas, no encontraron a los responsables, ni pudieron determinar qué había pasado y menos encontrar su cuerpo.

En el año 2015, nueve años más tarde del informe oficial donde Garavaglia es considerado “víctima del Estado”, y un mes antes de dejar la presidencia de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, con Juan Martin Fresneda como Secretario de Derechos Humanos, presenta un nuevo listado oficial, el tercero, al que se denomina RUVTE, “Registro unificado de víctimas del terrorismo de Estado”. Y aquí, desapareció Oscar Garavaglia.

Esto es, la Secretaría de Derechos Humanos que lo había sumado en 2006 y que había autorizado su indemnización lo eliminó de sus registros: ya no es más una víctima de la represión ilegal del Estado.

Susana Garavaglia, que no cesa en la búsqueda de la verdad, está convencida de que Oscar “no se fue a ninguna parte, no se fugó como llegaron a decir… Tampoco lo secuestró nadie. Los culpables fueron los cuatro integrantes que iban con mi hermano. Nosotros hicimos una investigación privada… Mi hermano no está ni vivo ni muerto en ese lugar, (Ruta 180, zona cerro Trintica) ni ahogado porque se deshicieron de él antes. También debo aclarar porque el otro día me sorprendió mucho que en un libro se dice que mi hermano es un perdido ‘trucho’. Es cierto, mi hermano no es un desaparecido de la CONADEP… Yo no sé porque está en el libro de la CONADEP… Mi hermano fue a una cacería con sus amigos y nosotros de la CONADEP no hemos cobrado nada…”.

Actualmente cumpliendose 46 años de su desaparición las investigaciones pretenden dar pasos firmes, el mes pasado 

un equipo de cuatro antropólogos junto al servicio de drones de la Policía de Mendoza y bomberos, iniciaron una tarea que puede durar más de un mes, en la búsqueda de indicios que permitan continuar con la investigación sobre la hipótesis de que el joven habría sido llevado hasta el cementerio de la vieja mina Picardo o San Eduardo, a lomo de burro y enterrado en una de las tumbas.

El acceso al lugar es dificultoso, ya que no se puede ir en vehículo y sin un guía que conozca la zona. Además, los investigadores tuvieron que caminar casi 5 kilómetros para llegar al predio que permanece alambrado.

El cementerio consiste en un predio delimitado de 10 metros por 25 y se calcula que deberán revisar alrededor de 200 tumbas que tienen más de 100 años de antigüedad (de las cuales se conoce que la mayoría de los cuerpos que allí fueron enterrados eran mujeres).

A pesar de los años y los intentos fallidos de esclaresimientos, el hermetismo en el caso se mantiene ya que los magistrados sostienen que no quieren generar falsas expectativas, principalmente por la familia.

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