lunes, 6 de enero de 2025 18:00
La muerte de Jorge Lanata generó una conmoción total en el mundo de la farándula y el periodismo, a donde el histórico conductor de El Trece marcó para siempre un antes y después. Como bien dijo una de sus hijas, su vida fue una montaña rusa constante.
En su camino transitó de todo; amores, desamores, traiciones, vicios, viajes y placeres. Pero una mujer que siempre estuvo a su lado, más allá de Elba Marcovecchio, su viuda, es Sara Stewart Brown, su ex pareja y mamá de Lola Lanata.
La mujer fue clave en la vida del periodista, dado a que en el año 2015, le salvó la vida a Lanata al donar uno de sus riñones en un trasplante cruzado. Sara se lo donó a un chico de 22 años y la madre de este joven a Jorge.
En total fueron 18 años de relación y por eso es que Stewart escribió un profundo mensaje: “Hace días quiero escribir algo y no me sale nada. O más bien me sale todo. Cada cosa que escribo me parece poco o que no le hace justicia, especialmente porque él tan bueno con las palabras y yo tan disléxica”.
“Lanata tuvo mil vidas y tuve el privilegio de ser testigo de algunas de ellas. Así que voy a arrancar un hilo para ir dejando al azar, mis recortes personalísimos y desordenados, sepan disculpar la desprolijidad, son días de revolver, leerlo, mirarlo y sentirlo mucho más”, sostuvo su ex esposa.
Con un profundo dolor, en su cuenta de X contó todo en un extenso hilo y emocionó a todos. «Fuimos mil cosas, amigos, amantes, pareja, amigos, nos embarcamos en cada delirio y vivimos dramones, la vida cerca de Lanata siempre fue un trampolín ida y vuelta entre el disparate y la adrenalina, mil veces mi maestro, a veces su enfermera, fuimos esposos, después ex, pero amigos siempre amigos y confidentes.
“Y nos puteamos, como corresponde, un millón de veces, siempre de Ud. Nos separamos dos veces, la primera duró poco, yo había logrado cultivar con éxito cierto perfil bajísimo pero la separación fue muy pública en plena época de la ruta del dinero, y esa vez un día después de separarnos hizo esto», aseveró.
Recordándolo siempre como uno de los hombres más importantes de su vida, además de ser el papá de su hija, cerró con mucha emoción: “Lo bueno cuando te separas y seguís queriendo bien es que perdés la cotidianidad que saca a flor de piel las cosas que te irritan del otro, y si además hiciste un amigo, un compañero y te entendes, podes cultivar una relación inquebrantable. Desde que me separé era una relación bastante idílica, discutíamos poco, solo teníamos dos o tres puntos en que nos sacábamos chispas”.