Ingrid Figueroa Cruz tenía 9 años cuando fue víctima de abusos sexuales en Hualfín, su pueblo natal. La niña señaló al cura del pueblo, Moisés Pachado, como el autor de los ultrajes. Más de veinte años después la joven tomó coraje y decidió exponer el caso en las redes sociales para posteriormente plasmarlo en una denuncia penal. El proceso quedó trunco ya que Pachado falleció en el 2022, pero Ingrid transformó ese dolor en fuerza para estudiar Enología, recibirse y poder resistir y salir adelante.
Catamarca registra cuatro sacerdotes involucrados en casos de abusos sexuales. Dos ya fueron condenados: Renato Rasgido y Juan de Dios Gutiérrez. Uno está próximo a ser juzgado por un jurado popular –Eduardo López Márquez– y uno que falleció, Pachado.
La Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales Eclesiásticos también incluye a Tomás Rodríguez, un catequista imputado por ultrajes en Buenos Aires; Rogelio Suárez, un sacerdote de Belén que fue “escrachado” luego de que se filtraran audios de alto contenido sexual que le enviaba a un joven; Rodrigo Lobo Mercado, que fue imputado en Belén por presuntos abusos contra menores de edad.
La historia de Ingrid es conmovedora. Pachado era un hombre de suma confianza para su familia. “Entraba y salía de mi casa, manejaba el auto de mi mamá”, contó la mujer en una entrevista con el programa Siete y Medio de El Ancasti. Ese poder de influencia sobre su familia impedía que ella se animara a contar los traumáticos episodios sufridos. Ya siendo adolescente tuvo que emigrar y se radicó en Tucumán.
Esos años en silencio tuvieron el afán de dejar en el olvido ese oscuro capítulo hasta que la maternidad y una noticia la hicieron salir del letargo. En diciembre del 2018 el actor Juan Darthés fue denunciado por su colega Thelma Fardín. La visibilización de estos ultrajes generó una ola de denuncias a lo largo del país. Una de ésas fue la de Ingrid, quien a través de una denuncia penal intentó desatar ese nudo que tenía en la garganta. Pero solamente sería el comienzo.
“El camino fue tremendamente revictimizante. Me fui con mi mente a revivir ese momento. Fue tremendamente doloroso, reactivó toda mi ansiedad y mi angustia” contó.
Es sabido que el sistema judicial no se caracteriza por ese cuidado con las víctimas de violencia sexual. Sin embargo, se armó de coraje y contenida por una gran red, se constituyó en querellante y aportó pruebas. A paso tortuguesco el expediente avanzó, sorteó dos planteos de prescripción hasta que Pachado fue imputado por dos hechos, pero nunca pudo ser juzgado ante un tribunal. En junio del 2022, el sacerdote murió e Ingrid se llenó de impotencia.
Pero otra vez, la resiliencia. En Cafayate estudió Enología y de esa manera pudo reconectarse con Hualfín, su terruño, ése que había abandonado huyendo del fantasma del cura.
“El proceso de transformación fue sacar ese dolor, ese enojo y poder exteriorizarlo. Mi sueño era poder elaborar vinos”, comentó. “La carrera fue una cuerda que me tiró Dios, la vida, para seguir adelante”.
Ingrid estuvo el 14 de diciembre en Catamarca haciendo la presentación en sociedad de “Mis Ancestros”, su vino que no solo honra su historia personal, sino también la de Hualfín. Su vida es un recordatorio de que incluso en los capítulos más oscuros, siempre hay espacio para reescribir el futuro con valentía y amor propio.