Es 14 de noviembre de 2023. Victoria Villarruel todavía no era vicepresidenta, pero estaba a pocas horas de serlo y no lo sabía. Cerca de las 17 de esa tarde partió desde la avenida Santa Fe y Callao, en el barrio porteño de Recoleta, en una caminata que extendió por varias cuadras rodeada de vecinos y militantes.
Los carteles que llevaban en andas solo tenían su nombre. Lo más cercano a Javier Milei en esa peregrinación -política- era la presencia del legislador porteño Ramiro Marra, caído en desgracia y con el poder horadado por la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Aquella acción llamó la atención, pero no levantó polvareda porque el binomio que había aterrizado en la Cámara de Diputados en 2021 aún se mostraba sólido. Un año después, y a luz de las rispideces que se dieron a lo largo del 2024, esa incursión de Villarruel podría ser considerada la primera luz de emergencia de un vínculo ya desgastado.
La segunda señal en esa línea de divergencias se concretó a pocas horas de la victoria de la fórmula presidencial, cuando en una tarde de calor Villarruel salió del hotel Libertador de la avenida Córdoba y, ante la consulta de la prensa, dijo que no iba a tener injerencia en el Gabinete nacional.
«Solo voy a ser vicepresidenta», lanzó la titular del Senado en la vereda del microcentro de la ciudad de Buenos Aires. Su afirmación generó sorpresa porque Milei la había ungido como responsable de las áreas de Seguridad y Defensa. Ambas carteras terminaron en manos de Patricia Bullrich y Luis Petri, con quien Villarruel mantuvo fuertes cruces en campaña.
Ya en 2024, los dardos de la Casa Rosada hacia Villarruel se incrementaron a medida que la abogada levantaba el perfil. El pico de tensión máximo, al menos en el primer semestre, se dio cuando la vice dijo que Milei era «un jamoncito» entre ella y Karina Milei, durante una entrevista en la que también se desmarcó de la candidatura de Ariel Lijo a la Corte Suprema.
Días antes de esas rimbombantes palabras, Villarruel había sido blanco de críticas por parte del ala política del oficialismo, desde donde cuestionaron su desempeño en defensa del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023. Guillermo Francos, actual jefe de Gabinete y por esos días ministro del Interior, dijo que podría haber «hecho algo más».
El siguiente mojón llegó con la Ley Bases. Villarruel intentó con pocas herramientas juntar las voluntades necesarias para encauzar la discusión del mega proyecto; los senadores que la visitaban no veían reflejado en el borrador del dictamen lo que le pedían a la presidenta de la Cámara alta. Su poder recortado por la Rosada era notorio.
En el medio, los senadores se aprobaron un incremento en sus dietas a mano alzada y sin debate, en el epílogo de una sesión en la que se sancionaron los pliegos de los embajadores propuestos por el Ejecutivo. Los cañones volvieron a apuntar a Villarruel, que poco podía hacer ya que esa iniciativa «salarial» fue votada transversalmente por todos los bloques, menos por LLA.
La movida de los senadores fue poco más un mes después de que Villarruel diera marcha atrás con los aumentos convalidados por paritaria, en diciembre pasado. En ese momento, la vice no estaba convencida de la decisión. De hecho, fuentes cercanas dejaron en claro que había sido por pedido expreso de Milei. Aspiraba a consensuar la decisión con los titulares de los bloques.
En el segundo semestre, la relación entre Milei y Villarruel estuvo más congelada. La vice no fue al Pacto de Mayo, en Tucumán, porque estaba enferma y prefirió cuidarse para poder estar presente en el desfile por el 9 de Julio que se realizó en la Avenida del Libertador con gran despliegue. Ambos se fotografiaron sobre un tanque de guerra.
Tras un par de meses de guiños forzados y fotografías frías en eventos y celebraciones, casi obligatorias y protocolares, la tensión entre la Presidencia del Senado y la Casa de Gobierno volvió a escalar al regreso de la primera gira internacional que emprendió Villarruel por Europa con visitas a España y el Vaticano, donde fue recibida por el Papa Francisco.
A pocas horas de pisar la Argentina, y en plena celebración por parte del peronismo del 17 de octubre, Villarruel publicó una serie de fotografías en sus redes sociales con María Estela Martínez de Perón, «Isabelita», en su residencia de Madrid, y cuestionó al peronismo por haber «dejado a una mujer cuyo apellido es Perón a merced del terrorismo».
La historia no quedó ahí y fue más allá al inaugurar un busto en homenaje a «Isabelita» en el Salón de las Provincias del Senado. La respuesta de Milei fue contundente: «Yo no lo hubiera hecho, para mí el caso de la señora María Estela Martínez no realza a las mujeres, sino todo lo contrario. No creo que haya llegado a ese lugar por sus méritos intelectuales y profesionales».
El último contrapunto de la extensa lista -resumida- se dio hace pocas horas con una fuerte reflexión sobre Milei y su concepción de Villarruel: «No tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones. No participa de las reuniones de Gabinete. Decidió no participar. Hace mucho tiempo que decide no participar en las reuniones de Gabinete».
«Ella tiene su visión, en muchas de las cosas que nosotros hacemos está más cerca del círculo rojo, de lo que ella llama la ´alta política´, y lo que nosotros llamamos la ´casta´», agregó Milei. Milei hizo referencia a una entrevistada a Villarruel por Senado TV en las escalinatas del Congreso, donde la vice aseguró que donde más le agradaba estar era en el recinto donde puede «ver la alta política en serio» y donde se siente «cómoda, al igual que en todos los salones de este Senado». En este campo minado de cruces constantes, Milei y Villarruel se encaminan a afrontar, recién, su segundo año en el poder.
NA.