En el año 2003, Quilmes volvió a Primera después de 11 años en el Nacional B, varias finales perdidas, maldiciones y supersticiones. El protagonista de la proeza, quien terminaría como prócer del Cervecero, fue Gustavo Alfaro. El entrenador, antes de esa final con Argentinos Juniors en cancha de Ferro, escribió a sus jugadores una frase en una pizarra: «Cuando veas la sombra de un gigante, no te asustes, porque puede ser la sombra que el sol proyecta de un enano».
El recurso de Alfaro de citar a otras personalidades de la cultura que no forman parte del ecosistema del fútbol, es el punto de partida de su pensamiento. Su fuente de consultas no sólo se nutre de las influencias de otros entrenadores, sino que, cabe destacar, su memoria prodigiosa, esgrime el gran sable de la lectura y la reflexión. «Me gusta mucho Ernesto Sábato. También Mario Vargas Llosa, Marcos Aguinis, Borges, Benedetti… Siempre recomiendo La Resistencia, de Sábato, del que me quedó una frase que suelo repetirles a los jugadores: ‘Los hombres encuentran en las mismas crisis la fuerza para la superación. Así lo han demostrado tanto hombres como mujeres que con el único argumento de la tenacidad y el valor lucharon y derrotaron a las dictaduras más aberrantes de nuestro continente, porque el hombre sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos y a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer’. Me grabé esa frase para toda la vida”, declaró hace unos años en El Gráfico.
En esta última semana, además de ser noticia porque Paraguay –Selección que dirige actualmente– le ganó a Argentina, también lo fue por sus declaraciones en la previa y el post partido. «Argentina es la humedad, por algún lugar se filtra, si vos tenés una pared rajada, la humedad te aflora, y Argentina es la humedad, te descubre la rajadura y si no las tenés bien cubiertas en las coberturas, por ahí Argentina se te filtra», fue lo que dijo antes de enfrentar al conjunto que dirige Lionel Scaloni. Y tras el triunfo, analizó: «Si tengo que resumir este partido con una sola palabra es ‘Rebeldía’. Rebeldía contra la adversidad, los pronosticadores de fracaso y los que venden fatalidades anunciadas».
Alfaro va de la abstracción a lo concreto, sintoniza sus explicaciones con su forma de vida. La de un hombre, como diría Martín Caparrós en su último libro, Antes que nada, que no espera los golpes de la vida, sino que sale a buscarlos por el hecho de vivir. Cuando estuvo al frente de Costa Rica, con la que tuvo una actuación regular en la última Copa América, lo acusaron de ser «muy defensivo» por su planteo de partido frente a Brasil. Tras ese heroico empate con los Ticos, en su defensa expuso algunos pensamientos que maceró con citas de Ernest Hemingway y Joan Manuel Serrat.
«Hemingway dijo un día que el hombre necesita dos años para aprender a hablar y 60 para aprender a callar. Yo tengo 61, entonces ya aprendí a callar. Es muy fácil tirar tiros con escopeta ajena. Yo lo único que quisiera ver es cuántos entrenadores se animan a jugarle al quíntuple campeón del mundo con ocho jugadores Sub-23», dijo Alfaro en aquella conferencia de prensa. Y como broche a otra de sus masterclass, concluyó: «Obviamente nos gustaría ser Brasil, Colombia, Argentina, Uruguay… Somos Costa Rica, humildemente. Como decía Serrat, ‘andamos con lo puesto’. Pero les aseguro que, con lo puesto, me siento muy orgulloso».
En esta etapa al mando de la Albirroja, sigue con lo puesto, aunque con jugadores de otros recursos técnicos que le permiten arriesgar más allá de los límites. Alfaro consiguió 11 puntos desde que llegó al conjunto Guaraní. Jugó seis partidos y en esos encuentros empató con Uruguay, le ganó a Brasil y Argentina. Estableció una relación paternal con el plantel y ocupa gran parte de los titulares por sus llamativas comparaciones con manchas de humedad, un Dodge 1500, el personaje de Bruce Willis en Sexto Sentido, o por citar a Aristóteles, Jorge Luis Borges, Fito Páez y Oscar Bonavena.
«El hábito por las frases, las reflexiones o los comentarios de protagonistas de la historia, música y el arte surge en una etapa de mi vida donde yo había dejado de estudiar ingeniería química y había caído en la cuenta de que era un ignorante. Sabía mucho de matemática, de física, de química y de fisicoquímica, pero sabía muy poco de historia y no sabía nada de literatura, de filosofía y del arte. Son un montón de cosas que hacen a la vida misma», explicó hace poco en el canal de streaming «Esto es Blender».
Cazador de utopías imposibles, Alfaro resiste la velocidad de los tiempos. Tracciona a través de las palabras y el pensamiento. Un arte en desuso, pero todavía significativo para trasladar lo importante de una experiencia y a la hora de dar un consejo, o explicar los mecanismos impensados de un deporte que se ahoga en las profundidades del show business.