«Estamos siguiendo las elecciones, no nos quita el sueño, pero obviamente es importante quién va a estar al frente de Estados Unidos en los próximos cuatro años». Ese es el clima que se respiraba este lunes dentro del equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, en vísperas de los comicios que este martes definirán si Kamala Harris o Donald Trump conducirán los destinos de la principal potencia del mundo.
Cerca de Caputo reconocen que lo que definan las urnas no será lo mismo para la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la relación con la Casa Blanca, el principal accionista en el organismo. Javier Milei ya le dijo en febrero a Trump que deseaba que «vuelva a ser presidente otra vez». La expectativa es lograr alguna ayuda como la que obtuvo Mauricio Macri en 2018, cuando el republicano forzó al FMI a autorizar un préstamo de US$ 57.000 millones.
Mientras tanto, las elecciones enfriaron las negociaciones de un nuevo programa con fondos frescos. En su última visita a Washington hace 10 días, el ministro se mostró menos urgido por levantar el cepo -como exige el Fondo-, anunció desembolsos de organismos y dio nuevas señales del préstamo REPO con bancos extranjeros. Esta semana será clave para testear el esquema actual de «dólar barato» o peso apreciado.
Si bien los bonos en dólares subieron un 13% en octubre y el riesgo país se redujo de 1.300 a 950 puntos en Argentina, Wall Street espera un fortalecimiento del dólar, lo que podría alentar la salida de capitales de mercados emergentes como Argentina. La expectativa de un mayor déficit fiscal y una posible suba de tasas llevó en los últimos días a una baja en el precio a los títulos del Tesoro de Estados Unidos y elevó su rendimiento.
«Trump implica un dólar más fuerte, las encuestas ahora dan a Kamala arriba por muy poco y el dólar se debilitó. Harris significa dólar débil por tasas más bajas y Trump lo opuesto, pero más crecimiento», explican desde un fondo de Nueva York. «La gran pregunta es si Trump nos registra y daría una mano en el FMI. El mercado igualmente cree que no va a cambiar demasiado quién gane», señalaron en otro fondo de EE.UU. con inversiones en Argentina.
A contramano de la apertura impulsada por Milei, el republicano promete endurecer los aranceles a las importaciones de China, principal motor del crecimiento global. También impulsa una baja de impuestos internos y acusó a la Reserva Federal de «jugar» a favor de Harris, cuando en septiembre bajó las tasas por primera vez en cuatro años luego de que la inflación descendiera. Así todo, el tipo de cambio no dependería tanto del signo de la nueva gestión.
«En un mundo de tipo de cambio flexible, los presidentes de Estados Unidos no pueden hacer subir o bajar el dólar, sí podés elegir una política comercial más proteccionista: eso trae menos importaciones, más inflación, suba de tasas y puede fortalecer un poco al dólar. Ahora, mientras la productividad americana sea fuerte es difícil que el dólar sea débil, vale tanto para Trump como para Harris«, afirman en un banco de inversión extranjero.
El Presidente envió una señal a Estados Unidos este lunes con la toma de juramento a Gerardo Werthein como nuevo canciller en reemplazo de Diana Mondino. Milei eyectó a la funcionaria la semana pasada «en 30 minutos» por votar en la ONU en contra del bloqueo a Cuba, reforzando así el alineamiento geopolítico con la potencia e Israel, una postura que hasta ahora la gestión libertaria no pudo capitalizar.
«Milei no ha obtenido nada de parte de Estados Unidos, estos 10 meses han estado vinculado con un gobierno de salida y un Biden muy enfocado en asuntos mundiales. Un nuevo gobierno abre nuevas posibilidades, pero hasta ahora no obtuvo apertura de mercados ni inversiones. Quiso ingresar en la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APE) y no pudo», explicó Marcelo Elizondo, presidente de la Cámara Internacional de Comercio.
Estados Unidos es el cuarto mayor destino de exportaciones argentinas de bienes (después de Brasil, China y Chile) y el tercer mayor proveedor a través de importaciones (después de Brasil y China). En los primeros 9 meses, Argentina le vendió US$ 4.600 millones y le compró US$ 4.900 millones, lo que arrojó un déficit de US$ 300 millones. Pero desde 2004, el peso de EE.UU en las ventas externas argentinas se redujo del 10,8 al 5,9%.
En ese contexto, el Gobierno apuesta a capturar inversiones con el RIGI y a evitar la situación que vivió Macri cuando Trump cerró las exportaciones de limones y acero. Pero la guerra de aranceles con China, luego continuada por Biden, genera tensiones. El dueño de Techint, Paolo Rocca, las expuso la semana pasada cuando exigió la salida del cepo para atraer inversiones, corregir el tipo de cambio y el apoyo a la industria contra el acero chino.
SN