martes, 5 noviembre, 2024
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Parecidos y diferencias entre los outsiders populistas que tensionan los sistemas políticos de sus países

Donald Trump

Javier Milei

En qué se diferencian

PROTECCIONISMO

El empresario adhiere a la economía global, pero defiende y utiliza instrumentos arancelarios para restringir el comercio exterior. Tiene una marcada vocación proteccionista y el “rust belt” como cicatriz.

Es partidario de una apertura irrestricta de la economía y el comercio, que no guarda interés en abrir un paraguas para proteger la industria local. El régimen de Tierra del Fuego, la piedra en el zapato

DÉFICIT

Ya sea por convicción o por el rol de EE.UU. en el escenario global, observa el equilibrio de las cuentas públicas bajo el prisma empresarial: no reniega del déficit ni de la deuda en tanto estén justificados

Siente aversión por los números rojos y remarca con frecuencia que en 112 de los últimos 122 años las arcas del país tuvieron más egresos que ingresos. El déficit cero es uno de sus principales gritos de gestión.

UCRANIA

Ha mostrado ambivalencias respecto a la invasión de Rusia. Catalogó como “innecesario” al enfrentamiento entre ambos países y sugirió que Ucrania debía ceder parte del territorio que reclama Vladimir Putin.

Desde el comienzo del conflicto exhibió múltiples gestos en favor de Ucrania. Guarda una muy buena relación con Volodímir Zelenski quien viajó a la asunción de Milei en diciembre. Se han mostrado juntos en distintas ocasiones.

En qué se parecen

ESTILOS

Una serie de rasgos comunes los perfilan como líderes “populistas”. Aunque atemperado en ocasiones por su pragmatismo, coinciden en un discurso polarizante e irreverente, con prosa personalista, que incluye con frecuencia destratos a sus rivales políticos y fuertes cuestionamientos a los medios.

AGENDAS

Buena parte de su caudal electoral -donde predomina el género masculino- festeja la confrontación de temáticas que fácilmente podrían incluirse dentro de una agenda “progresista”. Ambos se han pronunciado en contra del aborto y las políticas de género. Han expresaron dudas sobre el cambio climático.

COMUNIDAD INTERNACIONAL

Comparten una marcada preferencia por las democracias occidentales y capitalistas, aunque en ambos casos predominó el pragmatismo. La relación que guardan con Israel y China son dos ejemplos de ello.

Los dos son absolutamente populistas. Plantean una división estructural de la sociedad, dos bandos monolíticos, el pueblo y alguna forma de antipueblo. Tienen una construcción bastante parecida de los contenidos de su discurso populista”, afirma Julio Montero, doctor en filosofía política y profesor de la Udesa.

“Definen al pueblo como el ciudadano común. El common man de clase media que va a trabajar todos los días, que trata de generar riqueza”, señala. “Y en los dos casos, el antipueblo es esencialmente una élite política”, agrega.

“Destacaría una narrativa anti-establishment en ambos”, remarca Lucas Romero, director de la consultora Synopsis. “El discurso anticasta de Milei era un discurso que ya Trump había elaborado y había expresado durante la campaña de 2016. Trump hablaba del establishment de Washington, e incluso la señalaba a Hillary Clinton [su rival] como la representante de ese establishment”, recuerda.

El consultor de negocios Marcelo Elizondo advierte una diferencia detrás de la prédica anti establishment: enrolado dentro del republicanismo, Trump revolucionó la política norteamericana sin dar vuelta el tablero partidario, mientras que Milei trizó la disputa entre el kirchnerismo y el macrismo con la fundación de un nuevo partido.

“Son dos líderes de una nueva derecha –señala-, pero es la tercera vez que Trump gana la elección primaria del partido republicano. En cambio Milei es un tipo apartidario que reniega de las estructuras partidarias tradicionales”.

Algunas coordenadas económicas parecen ubicarlos cerca. “Son partidarios de una economía basada en el sector privado”, señala Elizondo. “De bajar impuestos y eliminar regulaciones. Incluso son bastante críticos del sobreregulacionismo que en muchos planos están surgiendo en el mundo”, puntualiza.

Sin embargo, no es el único que remarca diferencias nítidas en cómo se traduce esa visión a la hora de entablar relaciones comerciales. “Milei es partidario de la apertura y del libre comercio. Si bien todavía no la ha puesto en marcha -porque la verdad es que la apertura que él pregona está en espera- la Argentina todavía tiene altos aranceles y no ha celebrado acuerdos de libre comercio con nadie. Pero dice que avanzará en esa línea”, sostiene.

“Trump –compara- adhiere a la economía global, pero cree que los aranceles y los límites al comercio exterior son un instrumento válido. Los defiende y los propone, y ya lo utilizó en su primera presidencia”, recuerda.

Para Romero esas diferencias alcanzan al modo en que ambos conciben el rol del Estado. “Trump defiende un Estado fuerte. En todo caso eficiente. Aunque no se mete en determinadas cuestiones, como el gasto social. [En esto] hay una baja compatibilidad para un dirigente como Milei que desprecia el Estado y el gasto público. Solo está en condiciones de aceptar y tolerar un Estado mínimo para garantizar condiciones mínimas para una vida en sociedad”, compara.

Daniel Kerner, director para América Latina de la consulta Eurasia Group, coincide –”Milei quiere sacarse el Estado del medio”, refiere-y resalta enormes diferencias entre ambos en materia de déficit. “En lo fiscal, Trump ha sido profundamente irresponsable. La baja de impuestos que hizo [durante su presidencia] tuvo un impacto muy negativo sobre lo fiscal”, apunta.

“Trump no es un partidario del equilibrio del presupuesto”, refuerza Elizondo. “Sus políticas han sido incluso igual que las de Biden y las de otros candidatos recientes, y han afectado la posición presupuestaria”, añade. “Tampoco tiene que ser un fanático del equilibrio porque el mundo financia Estados Unido”, suma.

“Son dos defensores del libre mercado, pero desde diferentes perspectivas”, matiza Romero. “Uno desde la perspectiva empresarial [Trump] y otro desde la perspectiva de un economista libertario adherente a la escuela austríaca. Trump que cree que si hay que invertir en infraestructura se invierte, y que si hay que entrar en déficit o en deuda se entra. Creo que obedece más a una lógica empresarial”.

Parte del respaldo que ambos consiguieron en las urnas obedece a un marcado rechazo a las temáticas que podrían incluirse dentro de una agenda “progresista”.

Ambos, por caso, se han pronunciado en contra del aborto. El norteamericano ha conseguido nombrar tres jueces supremos y revertir el fallo histórico que hizo legal el aborto en EEUU (Wade vs Roe). “La Corte quedó muy balanceada hacia la derecha”, sostiene Kerner. Milei, no obstante, ha sido mucho más enfático que Trump al respecto. “Los asesinos de los pañuelos verdes”, ha dicho sobre quienes defienden el aborto legal.

Las simpatías políticas en la comunidad internacional los encuentra hermanados. Ambos guardan, por caso, una especial cercanía con Israel –Milei transita una conversión al judaismo- y se han referido en duros términos hacia China.

“Hay una confluencia entre los dos por las democracias capitalistas occidentales como aliadas. Ahora bien, los dos muestran un pragmatismo que en la práctica atenúa la dureza de sus dichos. Trump terminó celebrando un acuerdo estratégico con China acá en Buenos Aires reunido con Xi Jinping en el Hotel Alvear”, remarca Elizondo.

“Milei, que empezó con mucho dogmatismo, hoy está anunciando que va a ir a China y está atenuando sus diferencias con Brasil”, dice.

Por último, el filósofo Montero distingue una segunda dimensión en la que asegura que no es tan claro que ambos líderes puedan ser catalogados como populistas. “No todos los que tienen un discurso populista tienen también una agenda populista. Es una agenda muy específica de transformación de la democracia constitucional en una dirección”, enseña.

Desde esta óptica, cree que todavía no hay elementos para sostener que Milei, a diferencia de Trump, pueda ser subsumido dentro del populismo. “Distinto es si amplía el número de miembros de la Corte, y trata de generar una mayoría propia. Eso ya sería otra historia”, subraya.

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