sábado, 21 septiembre, 2024
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Es una serie que claramente sintoniza con la época

Desde hace años, Mariano Cohn y Gastón Duprat van construyendo una series de relatos en el universo de las series y del cine particular, único, que sabe conjugar nuestra idiosincrasia, el famoso y gastado (no aquí) “pinta tu aldea…”, con una mirada quirúrgica para con varias hipocresías que definen cotidianos, desde relaciones de poder (siempre) hasta la propias miserias personales llevadas al escenario de inventar misiones, antagonistas, sistemas de reglas y más. La tercera temporada de El encargado, la producción original argentina más exitosa de la nueva era de las series (ya tiene confirmada su cuarta temporada), confirma su mirada, su universo, siempre milimétrico en aquello que muestra, siempre atento a nuestras falsedades, esas que todos buscamos esconder, esas que nos ayudan a estar en paz frente al sinsentido. De esa forma, los directores se han siempre caracterizado, en sus diferentes formas más allá de una mirada común, en ser claros: lo han sido a la hora de expresar su mirada sobre el Incaa, durante cualquier gobierno, y lo han sido a la hora de su galería de personajes (incluso lo han sido en sus luchas públicas personales, como la que ha tenido Mariano Cohn y su familia a la hora de la cruzada por el hoy condenado homicidio culposo de su hermano, Alejandro Cohn -cruzada que puede verse en el documental Hermanos, una historia de sangre-).

Eliseo, interpretado por Guillermo Francella, es su creación más famosa: el portero maquiavélico que no tiene pruritos con tal de cumplir sus objetivos. En la tercera temporada, que está estrenando nuevos episodios en Star +, la cosas han cambiado un poco. Es el mismo Cohn quien le dice a PERFIL a la hora de una pregunta sobre el proceso de construir a Eliseo y sus cruzadas: “Hay como unos pilares, unos disparadores que debatimos especialmente primero entre nosotros. Siempre es difícil. La segunda temporada fue difícil. La tercera es difícil. Si bien para mí el caldo de cultivo, el edificio es el laboratorio donde sucede todo, es el lugar ideal donde se mueve Eliseo, queríamos refrescar y tener un capítulo fuera de norma, fuera de sistema, renovar y sacarlo de ese lugar de seguridad al personaje”. Habla del primer episodio, que tiene a Eliseo en Río de Janeiro, en una convención –o varias–. Suma Cohn: “Por eso generamos ese comienzo. Entonces, nos gustaba eso: la posibilidad de sacarlo de vacaciones, que nunca había salido. El tema de una convención de porteros latinoamericana me parecía un lugar donde él iba a poder explayarse, y poner un poco en entredicho la profesión, que era lo que imaginábamos. Él está observando ‘las merecidas vacaciones’, nosotros en ese sentido nos parecemos un poco a Eliseo y sospechamos de las vacaciones y del descanso”.

—¿Cuán difícil, o no, es actualizarlo a Eliseo y sus planes temporada a temporada?

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GASTÓN DUPRAT: Todas las ficciones, y esta también, tienen sus normas, sus permitidos, lo que está dentro de lo lógico y lo que. Y El encargado tiene su propia lógica, una lógica única, propia, así que dentro de esa lógica, todo está permitido. Hay cosas que pueden resultar tiradas de los pelos en otra ficción, pero en El encargado fluye perfectamente. ¿No? Son los propios códigos de esta ficción, tenemos un equipo muy bueno también. Se plantea un concepto general primero y después se trata de que los diálogos sean ricos. Buenos gags, que sea filoso el personaje, que sea incorrecto. Para mí se viene logrando, y para mi la temporada 3 es superado por muchos motivos de las anteriores.

MARIANO COHN: Siempre lo teníamos a Eliseo en un edificio, y en esta temporada lo sacamos al barrio. Entonces ya ahí el barrio real se convierte en un estudio de televisión, y eso nos parece bastante original, una dinámica que nos permite mostrar Buenos Aires de una forma distinta, y es una dimensión que queríamos imprimirle. Que salga a la calle Eliseo.

—¿Hay cosas que los sorprenden, que aparecen un poco por la fuerza del personaje o de otros factores?

DUPRAT: Lo que te puedo contar es que el personaje se consolidó tanto con el aporte de Guillermo Francella, y del resto del equipo, es como si tuviera pensamiento propio casi. Tiene un pensamiento propio el hombre, que no es el mío, el de Mariano, ni de nadie más. Es una mezcla. Todo lo que dice o hace tiene que responder a esa lógica: ¿qué haría Eliseo? Sabemos la respuesta, porque como que lo conocemos, y no termina nunca. Es como un personaje vivo. Es una de las claves de porqué la gente se prende tanto, le divierte un montón. Es casi como si fuera real, por eso lo escabroso para muchos es escuchar lo que dice, las cosas que hace, las cosas que dice, sobre Brasil, sobre las vacaciones, sobre los niños, sobre el sindicalismo. Nosotros disfrutamos mucho viendo a Guillermo actuar en ese rol.

—¿Dónde está el corazón de “El encargado”?

DUPRAT: Una de las cosas es que te decía recién, el personaje es como si estuviera vivo. Vivo porque tiene muchísimas dualidad, muchísimas caras, como tenemos todos. Esto te lo digo con el diario del lunes, pero es una serie que claramente sintoniza con la época, y se dieron un montón de cosas para que eso vaya sucediendo. Es sumamente incorrecta, más allá de que es sumamente exitosa. Nosotros cuando pensamos las cosas, no las pensamos tanto, si va andar bien o va a andar mal. Nos tiene que motivar. Y al actor también. Es una serie que terminó sintonizando mucho con los debates de la época.

—Se los suele acusar de cierta misantropía, ¿como ven esa mirada sobre su obra?

COHN: No sé quién lo dice, será para encasillarlo o ponerlo en caja. Justamente lo bueno que tiene la serie es que dispara para cualquier lado. En todo caso si la ven como una declaración misantropa, será que se ven reflejados en algo que no les gusta. El problema es cuando uno se mira en el espejo: lo que uno piensa que es, no es como te miran los demás. Creo que ahí hay un buen dilema. A veces para canalizar, o quedarse tranquilos, algunos críticos dicen eso. Para mí es como te decía Gastón, es como la realidad: está llena de contradicciones. Los personajes tienen ambigüedades, no es tan fácil a veces son miserables, otras generosos. Creo que todo eso lo tiene Eliseo. Más allá de que es una suerte de villano al que uno quiere que le vaya bien, lo que la serie retrata es un poco la vida cotidiana en Buenos Aires, Argentina. Si no te gusta lo que ves, calificalo como quieras. Te estás viendo a vos.

—La mayoría de los actores, sobre todo sus protagonistas, siempre celebran su método de trabajo a la hora de construir protagonistas.

DUPRAT: Los incluimos. Trabajamos con actores buenísimos: Beto Brandoni, Guillermo, Oscar y otros también. Queremos su aporte. A ellos les gusta, porque acceden a una parte que está vedada para los actores: cierto debate interno sobre la intención de las escenas, o de los textos, o qué sé yo. Para abrir tanto el panorama a los demás, tenes que estar seguro de lo que estás contando porque si no, puede ser un poco caótico, si tenés todo con brochecitos sin entender no sé si están buenos los debates públicos sobre cada línea un guión. Pero en nuestro caso tratamos de ser sólidos en esa parte para poder abrirlo. Entonces, los actores se sienten muy bien, son gente muy valiosa por su visión del mundo. Nosotros con Mariano no somos directores de cine con carnet, desarrollamos una manera sui generis. No es tan vertical, tan militar como el cine, que tiene cargos escalafonarios como el ejército. Nosotros no trabajamos así, discutimos todos, a veces fuerte también. Estamos muy abiertos. Estamos muy atentos a su desempeño para ayudar en todo lo que podamos. Aportamos mirada para que ellos puedan construir mejor.

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