Uno de los más grandes filósofos de la humanidad, Immanuel Kant (1724-1804), casi no se alejó de su ciudad natal, Königsberg (capital de Prusia Oriental hasta 1945), donde se desempeñó primero como maestro particular y luego como profesor universitario (cuando fue censurado por la Iglesia por disentir en su interpretación de las Sagradas Escrituras). Las ideas de Kant, del que hoy se conmemora el 300° aniversario de su nacimiento, influyeron en la teoría del conocimiento, la ética, la religión, la estética y también la política. “Entre las pruebas del apasionamiento y entusiasmo sobrios de Kant podemos mencionar su gran simpatía por los ideales de la Independencia americana y de la Revolución francesa -puntualizó el filósofo español José Ferrater Mora-. Kant fue pacifista, antimilitarista y antipatriotero, y todo ello por convicción moral y no solo política”.
Soltero, antidogmático de espíritu religioso, interesado tanto en los avances científicos como en la hermandad universal, daba largas caminatas y alimentaba a los perros callejeros. En Fundamentación de la metafísica de las costumbres, de 1785, sentó las bases de una ética universal con los célebres “imperativos categóricos”, como “Actúa solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se vuelva una ley universal” y “Actúa de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio”.
El escritor británico Thomas de Quincey retrató la vida cotidiana del pensador alemán en “Los últimos días de Immanuel Kant”, cuento narrado por un discípulo. “Después de haber dado su paseo se sentaba frente al escritorio de la biblioteca y leía hasta el anochecer -se lee en uno de los cuentos preferidos de Borges, kantiano a su modo-. Bajo esa luz incierta, tan propensa al pensamiento, se dedicaba a la tranquila meditación de lo que había leído, siempre que el libro fuese digno de ello; en caso contrario, preparaba sus clases para el día siguiente o escribía algo de un libro en el que estaba trabajando. Durante esa pausa, permanecía sentado, en invierno como en verano, junto a la estufa, y contemplaba, a través de la ventana, la vieja torre de Löbenicht; aunque no se puede decir con certeza que la viese, más bien la torre producía ante sus ojos el mismo efecto que la música al oído, se introducía oscura y velada en la conciencia”. El relato inspiró la obra teatral del español Alfonso Sastre, Los últimos días de Emmanuel Kant contados por Ernesto Teodoro Amadeo Hoffmann, de 1985, y fue llevado al cine por Philippe Collin en 1993.
Fue el autor de tres “críticas”, basadas en tres facultades fundamentales. Crítica de la razón pura, ochocientas páginas que escribió entre 1780 y 1781 (revisadas años después); Crítica de la razón práctica, de 1788, donde estableció que los actos morales se asientan en la “buena voluntad”, y Crítica del juicio, de 1790, donde destacó que lo bello no es lo agradable (asociado a lo útil) y que la experiencia estética no persigue un fin. Sin contraponer la razón a la fe, Kant rechazó la idea de un “plan divino” en la naturaleza de las cosas. Su obra atravesó los siglos y gravita en el pensamiento contemporáneo, de John Rawls a Jacques Lacan, y de Karl Popper a Jürgen Habermas. Cinco filósofos e investigadores argentinos resaltan la vigencia de Kant.
Tomás Abraham
No hay kantianos hoy porque en la filosofía no hay nada que se parezca a eso. No es una religión. Más allá de eso, la dialéctica trascendental de Kant de la Crítica de la razón pura es una obra maestra que dio lugar a las principales corrientes filosóficas del siglo XIX, fundamentalmente la de Nietzsche. Y la Crítica de la razón práctica como la Crítica del juicio son realmente dos textos de una sutileza y una densidad y una consistencia que no tiene fecha de vencimiento.
Luis Diego Fernández
Es un clásico de la historia de la filosofía. Sus tres “críticas” son fundamentales. La primera, en la cuestión gnoseológica: Kant hizo una revolución en la teoría del conocimiento, llamada revolución copernicana en el sentido de que es el propio sujeto el que determina el objeto. Hay una inversión fundamental: a partir de Kant, cambia radicalmente la forma de comprender el proceso de conocimiento, dado que el sujeto es colocado como su condición de posibilidad. El espacio y el tiempo no son propiedades que están el mundo, sino intuiciones puras de la sensibilidad mediante las que recibimos el objeto y luego, a través de las categorías del entendimiento, lo conocemos.
La Crítica de la razón práctica representa un giro ético total para pensar las acciones humanas a partir del deber y no a partir de la felicidad, como Aristóteles, o el placer, como Epicuro. Y la del juicio, para la cuestión del gusto y la estética. Es ineludible Kant desde el punto de vista filosófico y por el impacto que tuvo en muchísimos filósofos contemporáneos, como Michel Foucault. El filósofo clave para la filosofía de Foucault, él mismo lo dijo, es Kant. Está al principio de su recorrido filosófico porque escribe su tesis complementaria de doctorado sobre la antropología de Kant y está al final de su recorrido cuando escribe ¿Qué es la Ilustración?, en 1984. Construyó el concepto de “a priori histórico” basado en el “a priori kantiano”.
Y Kant es muy importante para entender la cuestión política contemporánea, como un gran antídoto. Kant es el padre del republicanismo cívico, es un filósofo ilustrado, profundamente republicano. En momentos donde hay un auge de las nuevas derechas, reaccionarias, populistas, profundamente antirrepublicanas como la de Javier Milei, por ejemplo, leer a Kant, rescatar su concepción cívica y crítica, defensora de la libertad, es fundamental para desarmar el discurso del neofascismo.
Roxana Kreimer
Una de las ideas que encuentro más valiosas de Kant es la que sugiere tratar a todo ser humano no solo como un medio para obtener algo relativo a nuestras necesidades, sino también como un fin en sí mismo. ¿Solo me comunico con el vecino para pedirle algo? Para Kant interesarnos por las personas en sí mismas es lo más deseable. Para resolver cualquier problema ético Kant nos propone preguntarnos si la máxima que alienta nuestra acción podría ser universalizada. Es una regla muy útil para la vida, una forma secular de la célebre frase cristiana “No le hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti mismo”. Para Kant pensar y conocer son dos tareas distintas, puedo pensar que Dios o el alma existen, pero solo con pensar no podemos conocer. El mundo es en parte cognoscible, pero no lo percibimos tal cual es, sino mediante una conjunción entre lo que captan los sentidos y categorías que hoy pueden ser interpretadas como hipótesis sobre disposiciones innatas que fueron seleccionadas en la evolución de la especie.
Paula Pico Estrada
Kant es imprescindible para entender el pensamiento contemporáneo. Es el primer giro -que él mismo llama “copernicano”- que divide la historia de la filosofía en dos. Antes, el fundamento de las cosas y del conocimiento que tenemos de ella se buscaba en las cosas mismas o en un principio creador. Consciente de la imposibilidad para la mente humana de dar cuenta de ese fondo metafísico, Kant desplaza el fundamento del conocimiento a las estructuras propias del sujeto humano, convierte la tarea de la filosofía en el estudio de los límites y alcances de esas estructuras cognoscitivas, y propone que las grandes metas de la vieja metafísica (Dios, el alma y el conjunto del universo, al que llama “mundo”), son incognoscibles e incomprobables pero sirven como ideales regulativos de la marcha progresiva de la razón, que sigue buscando el bien, la verdad y el ser en sí mismos aunque estos no sean de hecho aprehensibles.
Los puntos clave son el giro del fundamento del conocimiento al sujeto y la identificación del objeto con el objeto de conocimiento, que se constituye a partir del encuentro entre algo que se da a la experiencia y las estructuras del sujeto. Lo que no se da a la experiencia no puede ser conocido y, por lo tanto, no puede afirmarse que exista.
Una excelente introducción a las ideas de Kant sigue siendo el manual de Adolfo Carpio, Principios de filosofía, y recomiendo Kant: una biografía (Akal), de Manfred Kuehn.
Diego Singer
En el ámbito ético de la filosofía kantiana evidentemente hay que rescatar la idea de que nadie tiene que ser instrumentalizado como un medio, sino que debe ser tratado como un fin en sí mismo. Además subrayaría la invitación que hace Kant al filósofo para que se ocupe de realizar un diagnóstico de su época. Por último, de su Crítica de la razón pura es central aprender hasta qué punto el conocimiento tiene límites y las formas en las que estamos involucrados activamente en la construcción de lo que nos parece “objetivo”. Para leer directamente a Kant, un texto imperdible que cualquiera puede abordar es “¿Qué es la Ilustración?”, y para estudiar la filosofía de Kant con la ayuda de un especialista, recomiendo Manuel Kant (Ediciones UDP), del chileno Roberto Torretti.