jueves, 28 noviembre, 2024
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Maca Sánchez: «Hay un montón de machismo dentro del femenino»

El 12 de abril de 2019 fue un día histórico para el fútbol femenino en la Argentina: quince jugadoras de San Lorenzo firmaron sus primeros contratos profesionales. Y no fue casualidad, porque la lucha había comenzado con anterioridad y con Macarena Sánchez como abanderada, luego de que la delantera intimara, dos meses antes, a la UAI Urquiza, pidiendo que se regularizara su situación laboral.

La acción de Sánchez fue sumamente disruptiva y desnudó la peor cara de la disciplina. Su caso generó una revolución y, poco tiempo después, ella fue la primera futbolista en estampar la firma junto a 14 compañeras del conjunto azulgrana, su flamante club en aquel entonces. No obstante, su exposición no fue gratuita y la convirtió en el centro de un sinfín de críticas por parte de los detractores de la igualdad en el fútbol.

En una entrevista con la agencia Noticias Argentinas, la ex atacante recordó aquella jornada y todo lo que desencadenó en su vida personal, al tiempo que consideró que el crecimiento del femenino se planchó y hasta tuvo «algunos retrocesos». Presiones, agresiones, amenazas y un retiro prematuro, para no volver a pisar una cancha por dos años ni para jugar un picado con amigas. Además, se refirió a su incursión en la política y a su futuro en ese ámbito, aunque en la actualidad se definió solo como una «fiel militante peronista».

– Se cumplen cinco años de la firma de tu primer contrato, el primero también para una jugadora en Argentina, ¿Cómo recordás ese momento al día de hoy?

– Lo primero que se me viene a la mente es mucho cansancio. Fueron meses súper estresantes para mí. No podía disfrutar ni podía dimensionar lo que estaba pasando. Pero fue una alegría muy grande y fui cayendo con el correr de las semanas y los meses. Ese día fue una locura. Conocer al plantel, llegar al estadio, fue todo junto y con muchas emociones. Había periodistas y hasta medios internacionales, estaba muy nerviosa. Después ya me cayó la ficha y fue otra cosa.

– ¿Te imaginaste al empezar el reclamo que podía desencadenar todo lo que desencadenó?

– Era el objetivo. Sí creí en un principio que no iba a poder volver a jugar al fútbol. Hacés una de esas y quedás un poco marcada con todos los clubes, pensé que no me iban a contratar más. De todas formas, aunque deseaba volver a jugar, prefería hacer el intento de cambiar algo y pelear desde otro lugar. Acepté que me había tocado eso, que me había pasado a mí y algo tenía que hacer. No pensé que iba a generar todo lo que generó, sí sabía que alguna repercusión iba a tener, aunque no creía que tan rápido. Fue todo en unos meses y eso sí me sorprendió.

– ¿Quedar como abanderada de la lucha te cargó de responsabilidades que no te correspondían?

– Sí, ni hablar. Pero fue una responsabilidad que elegí. No fue fácil y creo que nadie está preparado para eso. Yo no lo estaba, fue una responsabilidad muy grande. La gente te empieza a poner de ejemplo y todo se hace más complicado, quedás en la mira de un montón de personas y te juzgan para bien y para mal. Fueron muchas presiones, más las que me ponía yo. Por momentos me desbordaba pero estaba bien rodeada por mis amigas y familia, pude sobrellevarlo.

– ¿Sentiste presiones también en relación a tu rendimiento dentro de la cancha?

– Sí, era súper difícil. Tenía mucho miedo en ese sentido, de no poder responder futbolísticamente con todo lo que había pasado. Sabía que mucha gente pensaba: «A ver cómo juega esta después de haber hablado tantos meses». Pero hoy me doy cuenta que me sirvió, porque yo en San Lorenzo mostré mi mejor versión futbolística. Fue muchísima presión, más al haber estado tanto tiempo sin entrenar, pero me ayudó bastante. Al menos en lo futbolístico fue positivo.

El festejo de Maca Sánchez por aquellos primeros partidos del profesionalismo.

– ¿Por qué creés que genera tanta resistencia el crecimiento del femenino?

– Creo que muy atrás o muy adelante de todo eso, no hay nada más que machismo. Se puede poner en discusión si genera ganancias o pérdidas, si es tan visible como el fútbol masculino o tan lindo de sentarse a ver, es válido. Pero para que una disciplina sea así, para que un partido del femenino resulte entretenido como un Boca-Lanús del masculino, primero hay que invertir. Y eso lleva un montón de tiempo y plata, no se genera de un día para el otro. También necesita decisiones que implican buena voluntad. Más allá de eso, hay otras discusiones que son directamente agresiones de gente que está completamente negada al crecimiento del femenino. Yo no veo beisbol pero no me enojo, no lo veo y listo. Hay mucho ensañamiento contra la mujer en ese sentido.

– En 2021 contaste que estabas atravesando una depresión, mientras continuaban y aumentaban las agresiones hacia vos en las redes, ¿Cómo fue lidiar con todo eso?

– Fue durísimo, de los momentos más difíciles que pasé. ¿Cómo lidié con eso? Psicólogo, psiquiatra y mi entorno más cercano. Mucha terapia, aprender a escucharme a mí misma y a pensar en mí. Son muchas cosas que me llevaron a eso, no se sabe bien por qué es. No pasa por algo puntual. Me afectaron mucho las críticas, las amenazas, pero logré salir con mucha ayuda médica. De a poco te vas sintiendo mejor y empezás a ver las cosas con más claridad. Es sumamente difícil, hay gente que pasa toda su vida en estado de depresión. Si alguien que lee la nota está pasando por eso, siempre recomiendo que asistan a personas que estén capacitadas para ayudar, que se apoyen en su gente cercana y que tengan paciencia.

– ¿Es más difícil la lucha por el fútbol femenino en esta época que en esos momentos?

– Sin dudas. Sí porque en ese momento estaba más latente que nunca el feminismo y un montón de mujeres se estaban dando cuenta de que efectivamente eran feministas. Había un fervor detrás de eso para subirse a todos los reclamos, que para mí está buenísimo y hay que retomarlo, aunque creo que tiene que haber un orden de prioridades. Además, hoy se puso un poco de moda ser un sorete. No sé si es que estuvieron escondidos un tiempo esperando para organizarse y salir todos juntos porque había un montón de mujeres empoderadas. El feminismo tiene que encontrar un poco la organización, volver a agruparse y hacerle frente a los mismos a los que se les hizo frente antes, para que sientan vergüenza de ser eso. Hoy todos los debates están el triple de complicados que en ese momento.

– ¿Faltó fuerza en el colectivo de jugadoras para seguir avanzando con la lucha?

– Pasó lo que pasa en todos los ámbitos, siempre es más lindo mirarla desde el sillón y ver cómo los demás se rompen el lomo para conseguir algo. Que te llegue por obra y gracia de las demás. Sigue pasando hoy en día, aunque yo estoy bastante más alejada. Los reclamos son exactamente iguales y la lucha interna del colectivo es la misma. Se quejan dos o tres de un plantel y las demás cierran la boca. Pero es así en todos lados, en ámbitos de varones también. El ser humano es así, es más fácil que otro se mueva. Creo que hay una cuestión de egoísmo y un montón de machismo dentro del femenino, eso me parece lo grave. Después, el tener miedo es entendible.

– ¿Tuvo consecuencias en el día a día que hayas alzado la voz en aquel momento?

– Sí, me ha pasado. Pero estaba plantada desde otro lugar también. Había tenido un crecimiento personal bastante fuerte después de lo de UAI y de lo que pasó esos años, me daba cuenta que había batallas que tenía que elegir. Cosas que me tenía que fumar para obtener otras. No iba a poder con todo. Sí siempre que alguien me pedía una mano con algo, intentaba solucionarlo. Pero a pesar de lo del 2019, quisieron seguir bajándome línea. Con mayor sutileza, con más miedo, y me agarraron sabiendo poner límites. Eso supongo que nunca va a dejar de pasar, por más plantada o empoderada que una esté.

– ¿Se planchó el crecimiento del femenino?

– Sí, incluso creo que en cuestiones se dieron pasos para atrás. Tuvimos la mala suerte de que justo se profesionalizó poco tiempo antes de la pandemia, que se paró todo el fútbol. Veníamos visibilizando con ayuda de los medios y después quedó de lado por una cuestión lógica. Se pudo retomar, se sumaron sponsors, se empezaron a transmitir todos los partidos, más la ayuda de la AFA con el tema de los contratos. Pero después se retrocedió, hay equipos donde siguen peleando por las condiciones de la cancha, por la ropa, porque se suspenden partidos por no llegar la ambulancia, porque no se juega en los estadios principales.

. ¿Por qué pasó eso?

. No sé bien por qué. O sí, por muchas cosas. Desinterés, porque en ese momento estaba en agenda y servía aprovechar la movida. Cuando la ola empezó a bajar, se fue con todos y volvieron los discursos de que no vende. Las pocas jugadoras que estaban prendidas en la lucha dejaron de jugar, se cansaron, y las que no estaban subidas, nunca se subieron. Confío en que en algún momento algo va a cambiar, pero pierdo un poco las esperanzas a medida que va pasando el tiempo. Lamentablemente tiene que ver todo con el empuje y la voluntad de las jugadoras, aunque no debería ser así. Eso es ser futbolista en un país súper machista, podés luchar o hacerte la boluda y cada tanto recibir algunos beneficios.

– ¿Esos beneficios no son coletazos de la lucha de hace algunos años?

– Fue todo consecuencia de eso, como todas las cosas positivas que pasaron en el femenino. Después derivó en la lucha de un montón de deportistas de otras disciplinas, se acercaron los sponsor, fue una movida grande. Y fue consecuencia de la lucha feminista, le guste a quien le guste.

– ¿Tu militancia e incursión en la política modificó algo en tu carrera?

– Inevitablemente, sí. Creo que más que nada las formas. Una vez que fui funcionaria, ya no podía expresarme en redes de la misma forma que cuando no lo era. En eso, sí, cambió, pero yo elegí hacerlo porque soy muy respetuosa de la institucionalidad. Fue una elección, hay personas que son más picantes a pesar de cumplir una función pública o política, pero no fue mi caso.

– ¿Cuál es tu actualidad ahora, tanto en el fútbol como en la política?

– Estuve hasta hace poco como subsecretaria del Ministerio de Turismo y Deportes, antes en el Instituto de las Juventudes y hace dos años ya que no juego. La idea de dejar el fútbol arrancó como una idea de tomar un descanso, pero me encontré conmigo misma sin el fútbol y me gustó. Fue un descanso que se hizo eterno, no volví a pisar una cancha ni para un fútbol cinco. No voy a volver, ya pasó. Me gusta mi versión de ex jugadora, estoy bastante bien mentalmente como para retomar el fútbol, es un desgaste muy grande. En el último tiempo pensaba en sacarme la mochila y concentrarme en jugar, pero hay cosas que te frustran. Vas a entrenar y la cancha no está en condiciones, las pelotas son una cagada… Cuando te das cuenta, pasás más tiempo frustrada y enojada con el fútbol que disfrutando. Volvía llorando de las prácticas y no quería más eso, no tenía más ganas de ir. Así le puse fin.

– ¿Dónde te imaginás en un futuro?

– No lo tengo muy claro con respecto a lo deportivo. El año pasado hice una Diplomatura en Política y Gestión Deportiva, aunque no sé si voy a ser dirigente en algún momento. No descarto nada. Me gusta todo eso, pero no sé en qué rol. En cuanto a lo político, ahora soy solo una fiel militante peronista. Si en algún momento vuelvo a la función pública, se verá. En este momento veo con mucha preocupación la actualidad y el fútbol femenino, más allá del alejamiento.

– ¿Cuál es tu opinión de la llegada de las Sociedades Anónimas Deportivas al fútbol argentino?

– Estoy completamente en contra. Se perdería el espíritu deportivo que tienen los clubes en la Argentina. No sería nada bueno. Es una frase hecha, pero los clubes son de los socios y son muy importantes para la historia del país. No es algo que se deba entregar fácilmente por plata, es como entregar nuestra historia, nuestra Patria y soberanía. Eso siempre lo tenemos que defender. Los clubes son lugares de inclusión y de contención, eso no hay que resignarlo.

– ¿Qué mensaje le dejarías a una nena que está dando sus primeros pasos en el fútbol y sueña con ser jugadora?

– Que se divierta. Para mí a esa edad lo más importante es divertirse. Y si de corazón en algún momento desea con ser jugadora, simplemente basta con proponérselo, entrenar, ser constante con el entrenamiento, pero divertirse mucho y siempre. El fútbol en general es un lugar muchas veces difícil para las mujeres, pero que encuentren momentos de disfrute y de felicidad. Que no se frustren y se diviertan, que el fútbol es el deporte más hermoso del mundo.

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