Además de casi 200% de inflación, cerca de 50% de pobreza y un dólar a 1.000 pesos, el 2023 cerrará con otro número sintomático de la situación actual del país. Culminará con unos 8.000 piquetes en todo el país. La cifra, aunque escalofriante, resulta menor a los casi 9.000 cortes en la vía pública del 2022.
¿Cómo bajó el número de piquetes este año con el empeoramiento de todos los datos económicos y sociales? La respuesta tiene nombre y apellido: Sergio Massa. Pero no porque hubiera un mérito en su rol como ministro de Economía, sino porque en su actuación como candidato presionó y operó sobre los movimientos sociales y afines para que no llevaran sus reclamos a la calle.
Este fenómeno desnuda el origen político de muchos de los piquetes, más allá de que la situación económica haya empeorado. Según datos de Diagnóstico Político, la consultora que releva mes a mes desde 2009 los cortes en la vía pública en las 24 provincias, en noviembre -última cifra actualizada-, el 24% de los piquetes correspondieron a las «organizaciones sociales», un 22% a los «trabajadores estatales» y un 21% a «vecinos».
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Evolución de los piquetes en el país, mes por mes
Fuente: Diagnóstico Político Infografía: Clarín
Que este último grupo de ¿gente común? integre el podio de los sectores más belicosos en la calle revela un quiebre en la sociedad argentina nunca cicatrizado. La incapacidad del Estado (los estados) para resolver sus problemas llevaron también a los vecinos a adoptar el piquete como método de protesta más efectivo.
¿En este contexto complejo es acertada la decisión de Bullrich de endurecerse? En 2015, en su primera experiencia como ministra de Seguridad de la Nación (pero de Mauricio Macri), también había anunciado un protocolo antipiquete, incluso más pretencioso. Jamás lo pudo aplicar, aun con menos inflación y pobreza.
«En ese momento triunfó el ala Marcos Peña-Durán Barba-Larreta«, recuerda un analista. Era el ala moderada, a la que Macri -a priori un duro- terminó avalando. Para el mismo analista, «el momento para intentar dar un vuelco es ahora. Los grupos piqueteros están desprestigiados, divididos internamente y amenazados por el recorte de Milei».
«Pero -cierra la fuente-, el problema es si por la profundización de la crisis te sale la gente común a la calle. ¿Vas a reprimir a un jubilado?«. Debate abierto.
El Obelisco no es de Bullrich
Otro tema sensible y clave es la potestad para actuar que tiene Bullrich, como jefa de las fuerzas de seguridad nacionales. Un ejemplo básico: si los piqueteros o el grupo que sea cortan la zona del Obelisco, punto emblemático, la ministra no tiene nada que hacer allí. Es jurisdicción del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y su policía.
Es cierto que ambos dirigentes trabajaron en sintonía durante la campaña, bajo la premisa de «recuperar el orden», pero ya en gestión, y en un hecho puntual de seguridad, surgieron cortocircuitos.
Bullrich se enojó con el accionar de la Policía de la Ciudad, que no detuvo al militante K que le arrojó una botella al presidente Milei el día de la asunción. También cuestionó que se diera a conocer su identidad, cuando estaba aún prófugo. Las críticas de la ministra, obvio, cayeron mal en las fuerzas porteñas.
Durante la conferencia, Bullrich admitió que deberán coordinar con las distintas jurisdicciones para actuar en caso de piquetes. Pero el anuncio lo hizo sin consultar ni avisar previamente, por ejemplo, a las autoridades de la Ciudad. Pautó una reunión pero para después de la conferencia.
«Quizá Patricia quiere recuperar rápido un protagonismo público. Ella puede decir lo que quiera, pero las fuerzas de seguridad locales responden al gobernador«, aclara un dirigente del mismo color político que Bullrich.
Como contó Clarín, frente a la primera marcha masiva convocada por los piqueteros para el 20 de diciembre, al jefe de Gobierno porteño le explicaron al menos dos escenarios básicos que podrían plantearse.
1) Si los manifestantes entran por el Puente Pueyrredón, ahí sí Bullrich tendrá la oportunidad de aplicar su protocolo.
2) Pero si los piqueteros llegan en tren, vía Constitución (se presume que la provincia de Buenos Aires no los detendrá en su jurisdicción), deberá actuar la Policía porteña. Y allí se abre el abanico: ¿se los reprime para que no lleguen al Centro o se los acompaña intentando minimizar el caos?