En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Obesidad que se recordó el miércoles, el nutricionista Franco Notario advirtió que Catamarca atraviesa una situación “crítica y sostenida en el tiempo”, con cifras que se mantienen prácticamente sin cambios en los últimos años y que reflejan la magnitud del problema: seis de cada diez niños presentan exceso de peso y más del 71% de la población adulta registra sobrepeso u obesidad. “Es preocupante que las estadísticas no bajen. Habla de que los hábitos no están cambiando y de que seguimos repitiendo los mismos patrones”, señaló.
Notario explicó que la obesidad no solo aumenta el riesgo de hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y complicaciones respiratorias, sino que deteriora la calidad de vida cotidiana. Recordó que la obesidad no solo deriva en enfermedades cardiovasculares, diabetes o problemas respiratorios, sino que afecta “el estado de ánimo, el sueño y la dinámica cotidiana”. Muchos pacientes, dijo, llegan a la consulta recién cuando “ya no pueden atarse los cordones o cuando el dolor de espalda empieza a ser cotidiano”.
El especialista señaló que uno de los factores más determinantes es el entorno familiar. “No podemos exigirle a un niño que cambie sus hábitos si en la casa no hay cambios”, remarcó. También destacó la necesidad de educación alimentaria sistemática y constante: “La gente está empezando a entender que debe acudir a un nutricionista no solo para bajar de peso, sino para mejorar la calidad de vida”.
El ritmo acelerado
Consultado sobre los motivos que dificultan revertir la tendencia, Notario apuntó a un fenómeno que se repite: “La ansiedad es el gran enemigo. Vivimos apurados y canalizamos esa ansiedad comiendo. Muchos abandonan sus tratamientos porque quieren resultados rápidos”. Explicó que una baja de peso saludable puede llevar años y requiere constancia: “Tengo pacientes que sostienen cambios desde hace 4 o 5 años”.
También hizo hincapié en la falta de tiempo y la rutina acelerada que empuja a consumir productos ultraprocesados: “Hay que frenar un poco y replantear cómo estamos comiendo. El desafío es mantener hábitos saludables aun en semanas cargadas de trabajo o estudio”.
El nutricionista lamentó que parte de los avances logrados con la Ley de Promoción de Alimentación Saludable —especialmente el etiquetado frontal y las normas para entornos escolares— estén en revisión. “La ley estaba bien encaminada, pero hoy sufre retrocesos. Y sin educación ni regulación, los cambios se vuelven más difíciles”, advirtió.
También destacó el valor nutricional de productos locales como la algarroba y la quinoa, aunque reconoció que aún falta difusión y educación para incorporarlos a la mesa cotidiana.
El nutricionista admitió que en familias numerosas puede representar un costo, pero aclaró que la percepción de “caro” también depende de las prioridades: “La salud no debería verse como un gasto. La actividad física, la alimentación saludable y el cuidado personal son inversiones”.
