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En Fray Mamerto Esquiú

“Nuestros seres queridos no han desaparecido, ellos siguen vivos en la presencia de Dios. Esa certeza es la que tenemos que alimentar”, dijo.

Durante la mañana de este domingo 2 de noviembre, día en que la Iglesia conmemora a los fieles difuntos, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa en el cementerio municipal Fray Mamerto Esquiú de la ciudad capital. La Eucaristía tuvo lugar en la capilla Jesús Resucitado y Nuestra Señora de Guadalupe ubicada en el ingreso a la necrópolis local, que fue colmada por fieles que llegaron a elevar súplicas por el eterno descanso y visitar a sus seres queridos que ya partieron de este mundo.

En su homilía, el Obispo recordó que “para nosotros los cristianos hay obras de misericordia corporales y espirituales. La séptima obra de misericordia que la Iglesia formuló después de las seis que propone Jesús en Mateo 25, es la de enterrar a los muertos. Pero la obra de misericordia espiritual paralela a ésta es rezar por los difuntos, que es lo que estamos haciendo nosotros”.

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“Hay un día especial en el año, el 2 de noviembre, que hacemos esta congregación para rezar por los fieles difuntos, y lo hacemos basados en esta gran verdad que es el fundamento por el cual hoy estamos acá. Nosotros no habríamos enterrado los cuerpos de los difuntos ni nos juntaríamos a rezar por ellos si no fuera que Cristo murió y resucitó”, manifestó. “Cristo Resucitado -continuó- es nuestra esperanza porque si Cristo no hubiese resucitado, nosotros seríamos las personas más dignas de lástima, pero como Cristo ha resucitado todo cambia, porque Él venció a la muerte y nos apoyamos en eso”.

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Al reflexionar sobre el pasaje del Evangelio que relata el momento en que María Magdalena encuentra al Señor Resucitado, dijo que “nuestros seres queridos no han desaparecido, no queda sólo el recuerdo, ellos siguen vivos en la presencia de Dios. Esa certeza es la que tenemos que alimentar nosotros”.

“Hoy estamos nosotros acá y también como María Magdalena, tenemos que reconocer que acá, donde hemos depositado los cuerpos de nuestros seres queridos, reina la vida. Y nosotros queremos aquí alimentar la esperanza. No nos queremos quedar con las cenizas que hay, nos queremos quedar con esas presencias de tantos seres queridos por nosotros, conocidos o no, que viven en la presencia de Dios. Y hoy venimos a pedir al Señor que aumente nuestra fe, fortalezca nuestra esperanza y encienda en el corazón de cada uno el fuego de su amor”. En el momento de la oración comunitaria se pidió especialmente por todos los fieles difuntos.

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En el mausoleo del clero

Al concluir la celebración eucarística, Mons. Urban se trasladó hasta el mausoleo del clero diocesano donde oró por el eterno descanso de todos los sacerdotes fallecidos de nuestra diócesis.

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