También el 13 de septiembre se celebra a San Maurilio de Angers, un obispo francés del siglo V, cuya vida fue un testimonio de humildad, penitencia y liderazgo pastoral en tiempos difíciles. Nacido en Milán, Italia, fue discípulo de San Martín de Tours, una de las figuras más importantes del monacato occidental.
Maurilio se estableció en la región de la Galia y, a pesar de su deseo de llevar una vida eremítica y de soledad, fue convencido de asumir el episcopado de Angers, una diócesis que se encontraba en una situación precaria, devastada por las invasiones bárbaras y los conflictos.
Como obispo, San Maurilio se dedicó incansablemente a la reconstrucción material y espiritual de su diócesis. Trabajó por la pacificación de la región, la restauración de las iglesias y la evangelización del pueblo. Se le atribuye la difusión de la fe cristiana y la consolidación de las estructuras eclesiásticas en la región de Anjou.
Se cuenta que, en un momento de profundo remordimiento por un error pastoral (posiblemente una excomunión injusta), Maurilio huyó de su diócesis en peregrinación a Roma para pedir perdón al Papa. A su regreso, fue recibido con gran alegría por sus fieles. Es un modelo de arrepentimiento y de la importancia de la reconciliación. Falleció alrededor del año 453.