El 12 de septiembre, la Iglesia Católica celebra el Dulce Nombre de María, una festividad que rinde homenaje al santo y venerable nombre de la Madre de Dios. Esta memoria litúrgica nos invita a reflexionar sobre la profunda significación del nombre de María, que es invocado por millones de fieles como fuente de consuelo, protección y auxilio.
La celebración del Dulce Nombre de María se extendió después de la victoria de las fuerzas cristianas sobre el Imperio Otomano en la Batalla de Viena en 1683, una victoria atribuida a la intercesión de la Virgen. El Papa Inocencio XI instituyó la fiesta para toda la Iglesia Universal en agradecimiento.
El nombre «María» es de origen hebreo (Miriam) y se le atribuyen varios significados, entre ellos «amada de Dios», «estrella del mar» o «señora». En la tradición cristiana, este nombre evoca pureza, humildad, gracia y maternidad divina. Invocar el nombre de María es invocar a la Madre de Jesús, quien intercede por nosotros ante su Hijo.
Esta festividad es una oportunidad para que los fieles renueven su amor y devoción a la Santísima Virgen, reconociendo el poder y la ternura de su intercesión. Es un recordatorio de que en todas nuestras necesidades y peligros, podemos recurrir con confianza a su dulce nombre, sabiendo que ella, como Madre, nunca nos abandona.