«La quimera del oro», de Chaplin, fue repuesta en algunas salas. Y entre el 16 y el 30 de este mes habrá un ciclo con otros clásicos de 1925, como «El fantasma de la ópera» con Lon Chaney
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La famosa escena de «La quimera del oro» de Chaplin, que volvió a algunos cines en su centenario
Casi en silencio, como parece coherente tratándose de una película muda, “La quimera del oro”, de Charles Chaplin, acaba de reestrenarse en salas de Argentina y más de 70 países de todo el mundo. La película ya tiene cien años, su estreno fue exactamente el 16 de agosto de 1925 en EE.UU. y apenas una semana después, el 22 de agosto, en Argentina.
En 1942, ya pleno cine sonoro, Chaplin le adosó una música compuesta por él mismo, una graciosa narración en off, tiernamente irónica, y unas tomas que habían quedado afuera. Después hizo “El circo”, “Tiempos modernos” y “Luces de la ciudad”, bellísimas, fue pasando al sonoro con “El gran dictador”, “Monnsieur Verdoux” y “Un rey en Nueva York” (cada una más dolorosa y punzante que la otra) y se despidió ., la única que le salió fallida.
Para entonces ya estaba exiliado y medio retirado y eso lo decidió a retirarse del todo. Pero el personaje que él había creado, Carlitos Chaplin el vagabundo, siguió andando, incólume, quizás eterno, con esa mezcla de risas y lágrimas, de picardía y nobleza, que lo hicieron único. Por algo, este año el Festival de Cannes inauguró su sección Clásicos con una versión plenamente restaurada de “La quimera del oro”, la misma que ahora vemos.
Atención, para quienes creen que todas sus películas terminan con el pobre vagabundo alejándose por el camino, sin un cobre, ni hogar, ni amor ni futuro, eso pasa solo en tres de sus historias, y en otra, es cierto que se va sin un cobre y sin mayor futuro, pero del brazo con la hermosa Paulette Goddard, para envidia de todo el mundo. Y en “La quimera del oro” no se va, sino que vuelve, feliz y contento. Vale la pena verlo en pantalla grande, ese film está lleno de momentos memorables, como el de la danza de los panecillos, que Johnny Depp le imitó en una de sus películas juveniles.
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Lon Chaney en «El fantasma de la ópera», otro clásico que celebra su centenario y que podrá verse en un ciclo en Sala Lugones del Teatro San Martín
Más glorias del 25
No solo esta obra de Chaplin, sino varias otras de la misma época están siendo ahora restauradas y homenajeadas. Semanas atrás, en el viejo Palacio de Correos (hoy Centro Cultural Libertad) pudo verse “El acorazado Potemkin”, de Sergei Eisenstein, en copia restaurada por Cinemateca Argentina, Estudios Mosfilm, de Rusia, y Dialog Consulting Group. Para mayor gloria, la proyección fue acompañada por música en vivo a cargo de la Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martin, dirigida por Santiago Chotsourian, buen conocedor de la música para películas mudas.
Y del 16 al 30, en Sala Lugones del Teatro San Martín, habrá dos semanas de películas mudas del año 1925. Cuatro son famosas: “El fantasma de la opera”, de Rupert Julian, con Lon Chaney, y la escena del baile en primitivo technicolor, “El águila negra”, de Clarence Brown, aventura y romance con el divo Rodolfo Valentino, “El gran desfile”, del maestro King Vidor, con John Gilbert, apabullante superproducción con una mirada melodramática sobre la Primera Guerra Mundial, y “El mundo perdido”, de Harry Hoyt, con Wallace Beery, los dinosaurios y demás bichos creados por Willis O’Brien y la aparición del propio autor de la novela original, Sir Arthur Conan Doyle, más conocido como creador del detective Sherlock Holmes.
Pero hay otras dos que son un verdadero redescubrimiento. Una es “La espiritista”, llamada también “Zara la mística“, historia de estafadores dirigida por Tod Browning, el mismo que después haría “Drácula” y “Freaks”. La otra, más rara todavía, es “Cuerpo y alma”, del cineasta y escritor Oscar Micheaux , película enteramente hecha por y con afroamericanos, para su propio mercado. No se daba en los cines “de blancos”, pero en los otros fue un éxito.
Y más raro todavía, el protagonista, haciendo dos personajes contrapuestos, era Paul Robeson, más tarde famoso bajo barítono consagrado mundialmente y todavía recordado por su interpretación de “Old Man River” en las dos versiones de “Showboat” (la primera, de 1936, es la mejor a nivel cinematográfico).
¿Estamos hablando de cosas viejas que ya tienen un siglo largo de vida (y siguen vivas)? Bueno, dentro de pocas semanas se reestrena “La novicia rebelde”, que tiene apenas 60. Y estamos esperando que en diciembre, o antes, vuelva “Tiburón” a las salas. Ya tiene 50.