El 2 de septiembre, el santoral también recuerda a San Antonino de Apamea, un mártir cristiano cuya vida se desarrolló en la región de Siria durante el siglo IV. Su memoria es un testimonio de la valentía y la fe inquebrantable de los primeros cristianos frente a la persecución romana.
Antonino era un joven originario de Apamea, en Siria. Durante las cruentas persecuciones contra los cristianos decretadas por los emperadores romanos, Antonino fue arrestado y sometido a diversos tormentos para que renunciara a su fe. A pesar de las torturas y las amenazas, se mantuvo firme en su creencia en Cristo.
Su negativa a apostatar y a ofrecer sacrificios a los dioses paganos le valió la sentencia de muerte. Finalmente, fue martirizado, derramando su sangre por la fe. Aunque los detalles específicos de su martirio no son tan extensos como los de otros santos, su nombre ha sido preservado en el martirologio, honrando su sacrificio.
La vida de San Antonino es un recordatorio de los innumerables mártires anónimos y poco conocidos que dieron su vida por Cristo en los primeros siglos del cristianismo, sentando las bases de la Iglesia con su testimonio. Su ejemplo inspira a la perseverancia en la fe, incluso en las circunstancias más difíciles.