Aunque el escándalo de los audios filtrados de Diego Spagnuolo seguramente tuvo alguna gravitación, la muy mala performance electoral de La Libertad Avanza en las elecciones correntinas de ayer era previsible aun antes de que estallara el caso de las presuntas coimas que dañan severamente la imagen del gobierno nacional.
El mileísmo soñó, hasta no hace mucho tiempo, en convertir a Corrientes en la primera provincia gobernada por LLA. Las negociaciones políticas con el oficialismo provincial, que ayer se impuso en los comicios, fue encabezada por la hermanísima Karina. Sus exigencias eran tan ambiciosas, como poner libertarios en las mejores candidaturas legislativas y hasta que el nombre de la fuerza política sea La Libertad Avanza, como sucede en provincia de Buenos Aires y CABA, que finalmente no prosperaron. El radicalismo correntino suspiró aliviado, finalmente, por la ruptura de las conversaciones: el caso coimas hubiese sido un lastre en plena recta final de la campaña.
El impacto negativo del presunto caso de corrupción es evidente, particularmente en una expresión política que llegó al poder nacional con un discurso muy fuerte contra este mal endémico de la política argentina. Pero el desencanto en un sector de la población que votó a Milei y hoy no está dispuesto a hacerlo se nutre también de una situación económica que hace estragos en el tejido productivo argentino y en los sectores de mayor vulnerabilidad social. Y se precariza aún más por una fragilidad política configurada a partir de los múltiples frentes de conflictos abiertos por la propia impericia oficial.
En menos de una semana, el gobierno arriesga muchísimo más que lo que perdió ayer en Corrientes en un territorio que le ha sido hostil aun cuando las urnas le sonrieron en 2023 en casi todo el país. El domingo que viene, en la provincia de Buenos Aires, se enfrentan dos modelos muy diferentes. Y Milei, que fundaba en esos comicios grandes expectativas para apalancar su gestión en los dos años y pico que le quedan al frente de la Rosada, ahora mira con preocupación un cambio de tendencia política que obedece más a las defecciones propias que los méritos del rival.
El oficialismo catamarqueño, desde un lugar de comodidad política, aspira a consolidar su hegemonía electoral a partir de una oposición dividida y desgastada. El oficialismo catamarqueño, desde un lugar de comodidad política, aspira a consolidar su hegemonía electoral a partir de una oposición dividida y desgastada.
Habrá que ver cómo impacta la deteriorada imagen del gobierno libertario en el panorama electoral de octubre. En Catamarca, el caso coimas puede repercutir negativamente en las aspiraciones de la Libertad Avanza. Antes de que se conocieran los primeros audios del extitular de la ANDIS, ya con los candidatos definidos, empezó a circular una foto de campaña que mostraba a los candidatos a diputados nacionales Adrián Brizuela y Myriam Juárez junto a Karina Milei. Hoy esa imagen, que muchos consideran una foto piantavotos, ha dejado de circular en las redes sociales de los candidatos del sector, lo que pone en evidencia cómo la trama de corrupción que la Justicia empieza a develar genera resquemores incluso en las propias filas libertarias.
Los que festejan con mayor entusiasmo en la provincia son las radicales de «Somos Provincias Unidas», que tienen expectativas de una mejor elección a partir del desgaste de La Libertad Avanza por las sospechas de corrupción. Además, el caso coimas en ANDIS le ofrece argumentos para diferenciarse claramente del oficialismo nacional y cuestionar a los “radicales con peluca”, a quienes consideran de hecho fuera del partido.
Mientras todo eso sucede, el oficialismo catamarqueño, desde un lugar de comodidad política, aspira a consolidar su hegemonía electoral a partir de una oposición dividida, con un radicalismo orgánico débil políticamente como pocas veces en las últimas décadas, y con el espacio libertario disperso en varias opciones y acechado por audios que amenazan con revelar nuevos capítulos escandalosos.