Cada 23 de agosto, toda América Latina celebra con especial devoción a su patrona, la primera santa canonizada del Nuevo Mundo: Santa Rosa de Lima. Su vida, breve pero intensa, es un testimonio radical de amor a Dios y de penitencia, una flor exótica de santidad que brotó en suelo americano.
Una Vida de Penitencia en el Jardín de su Casa
Isabel Flores de Oliva, como fue bautizada, nació en Lima, Perú, en 1586. Desde muy pequeña, su belleza era tan notable que su madre comenzó a llamarla Rosa. Ella, sin embargo, veía su belleza como una ocasión de vanidad y pecado, por lo que desde niña comenzó una vida de rigurosa penitencia para consagrar su vida enteramente a Jesús.
A pesar de los deseos de su familia de que se casara, Rosa sentía un llamado a una vida consagrada, pero no en un convento. Inspirada por Santa Catalina de Siena, se hizo terciaria dominica, lo que le permitía vivir su consagración en su propia casa. Construyó una pequeña ermita en el jardín de su hogar, donde pasaba la mayor parte del día y de la noche en oración y mortificación, trabajando también para ayudar a su familia económicamente.
Patrona de América y de la Independencia Argentina
La fama de su santidad se extendió por toda la ciudad de Lima. Se le atribuyen numerosos milagros y profecías. Uno de los más famosos fue cuando, en 1615, una flota de piratas holandeses amenazaba con saquear Lima. Rosa reunió a las mujeres en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para orar, y una tormenta inesperada impidió el desembarco, salvando la ciudad.
Murió a los 31 años, el 24 de agosto de 1617, tal como ella misma había profetizado. Fue canonizada en 1671, convirtiéndose en la primera santa de América. Su patronazgo se extiende a toda América Latina, las Filipinas y las Indias Orientales. En Argentina, tiene un significado especial, ya que en el Congreso de Tucumán de 1816, los congresistas la nombraron Patrona de la Independencia Nacional.
Oración a Santa Rosa de Lima
Oh, gloriosa Santa Rosa de Lima, que supiste florecer en santidad en el jardín de América, encendida en el amor a Cristo. Tú, que despreciaste las vanidades del mundo para unirte más íntimamente a tu Esposo celestial.
Enséñanos a amar a Jesús con todo nuestro corazón y a encontrar la verdadera alegría en la oración y el servicio. Como patrona de nuestra independencia, te pedimos que protejas a nuestra Patria Argentina y a toda América Latina. Amén.
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