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Ajuste
El objetivo es conseguir fondos para comprar los insumos de un equipo de rayos X único en el país. «No hay plata ni para comprar guantes o jeringas», advirtieron.
En la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), la venta de yerba mate se convirtió en un recurso para sostener en funcionamiento un equipo de rayos X valuado en 750.000 dólares. La máquina, única en la región y una de las cuatro que existen en el país, fue obtenida en 2022 gracias a un concurso nacional, pero hoy su uso pende de un hilo por la falta de insumos, personal y financiamiento.
El panorama refleja la crisis general del sistema científico argentino: la inversión en ciencia cayó un 32,9% en 2024 (del 0,30% al 0,21% del PBI) y para 2025 se proyecta que se reduzca a apenas 0,15%. En el mismo período, hubo una subejecución del 98% de los fondos, la pérdida de 4.148 empleos y una caída salarial de entre el 25% y el 30% en el poder adquisitivo. Muchos laboratorios en todo el país están paralizados o dependen de financiamiento externo para funcionar.
«Todavía estos equipos no se están utilizando mucho, recién ahora empezamos un poco. Gracias a la Universidad los pudimos instalar y poner en marcha, pero no hay plata ni para comprar guantes o jeringas», explicó Manuel Otero, profesor de Física de la UNRC. Según explica, el aparato permite analizar materiales con precisión atómica para determinar, por ejemplo, las fases de un cemento o la composición de un alimento. «No es caro de mantener; el gasto más grande puede ser la luz y el sueldo de una persona capacitada para operarlo», agrega. Recuerda que su llegada fue «algo increíble para la UNRC y para la zona, porque en general estas cosas no se consiguen en el interior, y menos en el interior del interior».
Sin embargo, advierte que la falta de recursos amenaza con condenarlo al olvido: «Lamentablemente, están casi destinados a dejarlos abajo de un nylon y que no se usen. Con el esfuerzo de mucha gente estamos tratando de ponernos en marcha y aprovecharlo un poco, porque si no es realmente un desperdicio». Él y sus colegas intentan aprovechar «los tiempos extras para poder usarlo un poco», aunque sea con recursos mínimos.