Para competir en la elección más compleja desde que se apoderó del Gobierno en 2011, el peronismo catamarqueño decidió diluir su identidad provincial y operar como colectora del kirchnerismo de la Provincia de Buenos Aires.
La necesidad de evitar tensiones internas con los sectores provinciales identificados con esa facción es el único justificativo plausible para la adopción de la marca “Fuerza Patria”. En contrapartida, los inconvenientes son abrumadores.
El más obvio: el oficialismo deberá administrar en plena campaña el impacto que tendrán a nivel local de las elecciones provinciales que se celebrarán en Buenos Aires el 7 de septiembre.
El oficialismo catamarqueño deberá administrar en plena campaña el impacto que tendrán a nivel local de las elecciones provinciales que se celebrarán en Buenos Aires el 7 de septiembre El oficialismo catamarqueño deberá administrar en plena campaña el impacto que tendrán a nivel local de las elecciones provinciales que se celebrarán en Buenos Aires el 7 de septiembre
No se trata solo de una eventual derrota del inestable pacto que, condicionados por la acechanza libertaria, sellaron “La Cámpora” de Cristina y Máximo Kirchner, el gobernador Axel Kicillof y el excandidato presidencial Sergio Massa. Ese sería el más perjudicial de los escenarios, pero “Fuerza Patria-Catamarca” también tendría motivos para preocuparse si no se diera. La Libertad Avanza quedará en cualquier caso en condiciones de proyectar su desempeño en el área metropolitana hacia el interior aún si perdiera, exhibiendo triunfos en algunas de las 8 secciones electorales del distrito y centrando su análisis en el deterioro peronista.
Al peronismo de Catamarca sólo le serviría una victoria demoledora en las provinciales bonaerenses que no está en los cálculos de nadie; los libertarios, en cambio, accederán a un amplio abanico de opciones para potenciar sus cifras.
Este horizonte se torna más oscuro con el erosivo cariz que tomó el proceso de definición de las listas bonaerenses para las nacionales de octubre. Juan Grabois no anotó su partido “Patria Grande” en la alianza “Fuerza Patria” bonaerense y amenaza con romper, disconforme con la figura de Massa. Máximo Kirchner, delfín de su convicta madre, podría ser la prenda de sutura para atravesar el compromiso coyuntural de las urnas, pero el pronóstico sobre el futuro del esquema “k” es peor que reservado.
El peronismo de Catamarca se asocia a un diseño metropolitano en descomposición. Contra cualquier lógica razonable, se arriesga a contaminarse con las rocambolescas rencillas que protagonizan los bandos bonaerenses y compra la incertidumbre electoral de septiembre.
Esta conducta contrasta con la asumida en diez provincias donde el peronismo concurrirá unido o dividido, pero no con el sello “Fuerza Patria”: Formosa, Tucumán, La Rioja, San Juan, San Luis, Mendoza, Chubut, Santa Cruz, Entre Ríos y La Pampa.
Otros peligros
Someterse a la colonización bonaerense incuba otros peligros, que comienzan a hacerse más ostensibles rumbo al cierre de las candidaturas.
El oficialismo provincial no contará con la tracción en el voto de alguna de sus tres figuras más gravitantes: Raúl Jalil, Gustavo Saadi o Lucía Corpacci. En 2015 Corpacci y Jalil consiguieron sus reelecciones como gobernadora e intendente de la Capital. En 2017, Saadi fue candidato a diputado nacional. En 2019 jugó el trío: Jalil Gobernador, Saadi intendente, Corpacci diputada nacional. En 2021, Corpacci fue electa senadora nacional. En 2023, Jalil gobernador y Saadi intendente.
Cinco triunfos sin atenuantes ¿Cómo se compensarán las ausencias en este turno? Ya la conjunción entre falta de figuras potentes y el ascenso del fenómeno libertario restringía al máximo el margen para los caprichos en la confección de la oferta. Es preciso armar listas que sean capaces de sostener expectativas sin el paraguas de los jefes.
La decisión de plegarse a “Fuerza Patria” añade otro problema, en el marco de una novedad de primer orden. Los candidatos a diputados nacionales se votarán en boleta única, aparte de la boleta provincial. Es un mano a mano, sin el empuje de la estructura compuesta por los candidatos a la Legislatura provincial y los concejos deliberantes.
Los libertarios presentarán su propuesta al Congreso amparados en La Libertad Avanza, único sello partidario que mide en las encuestas por sí solo.
Los radicales consiguieron a última hora colgarse de la flamante alianza “Provincias Unidas”, armado de centro que promueven los gobernadores de Córdoba, Santa Fe, Chubut, Jujuy y Santa Cruz que busca afianzarse y proyectarse.
El candidato a diputado nacional del Gobierno tendrá que enfrentar a estos dos esquemas en crecimiento y expectantes con el lastre del perimido “Fuerza Patria”.
Es decir: contra postulantes que representan lo nuevo, el oficialismo de Catamarca tendrá que redoblar esfuerzos para que su propuesta y su candidato nacional no sean identificados como delegados del poder kirchnerista bonaerense en remisión. En boleta única, donde sólo hay que tildar.
Incógnita
La gran pregunta es qué le aporta al exitoso peronismo de Catamarca el nitroglicerínico peronismo de la Provincia de Buenos Aires. ¿A cambio de qué el peronismo local asume el costo de transformarse en filial de un proyecto ajeno y en retroceso?
Lo más dinámico de la política pasa por otro lado y hay un elemento que el oficialismo subestima: en las elecciones de 2023 la segunda fuerza fue el voto en blanco.
No el ausentismo, que es otra cosa: el voto en blanco, que marca una conducta cívica activa y lúcida de gente que se tomó el trabajo de ir a votar para expresar su rechazo a la totalidad de los contendientes.
Hay una porción muy importante de la sociedad agazapada, a la espera ¿Qué hará ahora?
“Fuerza Patria” expresa lo mismo que expresaba hace cuatro años “Unión por la Patria”, como si nada hubiera cambiado desde entonces.
El oficialismo catamarqueño elige petrificarse abrazado a la estrategia metropolitana mientras el ecosistema político acelera su transformación.