Reflexiono sobre mi profesión. Sobre la relación del periodismo con lo que pasa. Y sobre la relación de lo que pasa con el periodismo. Los lectores de PERFIL conocen que la existencia de un presidente como Milei me interpela: ¿cuánto tuvieron que ver los medios con que haya un presidente como Milei? ¿Cuánto tiene que ver Milei con que haya medios como los que hay?
Responsables de medios muy importantes que, habiendo sido insultados por Milei, sostuvieron y sostienen a periodistas que defienden a Milei acríticamente siendo prácticamente sus voceros en 2010 estuvieron dispuestos a un periodismo más combativo por ofensas menores del programa 6, 7, 8 y otros integrantes del kirchnerismo.
Me argumentan que volverían a votar por Milei como lo hicieron en el balotaje porque lo otro era una “mafia organizada”, que con las SIRA (permisos de importación cuando era difícil conseguirlos) Massa tendría mil millones de dólares escondidos, que el kirchnerismo es un régimen corrupto y el peronismo es responsable de la decadencia de Argentina.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Coincido en pensar que Néstor Kirchner usufructuaba sus distintos cargos políticos para también enriquecerse personalmente: era corrupto. Y además bruto: Lázaro Báez o López con sus bolsos, además de corrupción, demostraron un entorno incompetente incluso para el delito. Dudo respecto de que Cristina Kirchner, ella personalmente, también lo sea, aunque mínimamente le cabe la responsabilidad política de encubrir a su esposo. Los defectos que le percibo a Cristina son más parecidos a parte de los de Milei: la intolerancia, el anticonsensualismo, la violencia verbal de menor intensidad, pero igualmente despectiva, y el dogmatismo.
¿Es el antiperonismo lo que disculpa a Milei? ¿Sea peronismo de izquierda, de centro o de derecha?
Pero hoy el kirchnerismo es un lánguido fantasma de aquel “vamos por todo” que nunca se materializó en acción: ya en 2015 su candidato fue Daniel Scioli, entregó el mando con una diferencia en el balotaje de menos de dos puntos; no pudo jubilar al juez Carlos Fayt de la Corte Suprema; los medios que lo enfrentamos padecimos, pero le ganamos todos los juicios; tampoco clausuró ningún medio contrario a sus intereses, ni siquiera pudo retirarle la licencia a Fibertel, del Grupo Clarín, cuando quiso hacerlo. Ya en 2019 era un espectro que tuvo que colocar al frente de la fórmula a Alberto Fernández, un crítico de la propia Cristina cuyo eslogan era “volver mejores”, reconociendo que habían sido peores de lo esperado, y en 2023 con Sergio Massa encabezando la candidatura presidencial, de progresismo kirchnerista –como sostiene Grabois– ya no quedaba casi nada.
¿Es entonces el antiperonismo lo que disculpa a Milei? ¿Sea peronismo de izquierda, de centro o de derecha? Cuando se argumenta que el peronismo es responsable de la decadencia de los últimos cincuenta u ochenta años, se omite que en cualquiera de esos dos períodos hubo tantos gobiernos peronistas como no peronistas: en los ochenta años desde 1945 hubo justo la mitad: cuarenta años de peronismo, y en los últimos cincuenta años, cuando Argentina aceleró su decadencia, desde 1973 hubo treinta años de peronismo, pero no se podría decir que fueran treinta años de políticas económicas distribucionistas (peronistas) porque los diez años de Menem fueron lo opuesto. Sí se podría decir que mientras hubo democracia el peronismo fue el partido con más gobernadores, con mayoría en el Senado y con el apoyo de los sindicatos. Pero se podría contraargumentar que el peronismo tuvo y tiene menor representación en el Poder Judicial y en los medios de comunicación, por lo que lo que hubo verdaderamente estos últimos ochenta o cincuenta años fue ese empate hegemónico que siempre se le cita de Portantiero: un poder verdaderamente compartido.
Y cuando se calculan mil millones de dólares que tendría guardados Massa de las coimas por las SIRA, me recuerda al Producto Bruto entero que se habría robado el matrimonio Kirchner, por el que hasta se hicieron pozos con excavadoras en Santa Cruz suponiendo lugares donde estarían enterrados. Pero aun aceptando que la matriz del peronismo sea más corrupta: ¿no hubo sospechas de corrupción en los gobiernos del PRO en la ciudad de Buenos Aires que Jorge Asís irónicamente califica como “maxikiosco”? Y al revés, cuando se les pregunta por la corrupción de Kicillof todos reconocen que es honesto. Entonces: ¿es la corrupción condición única del peronismo o de diferentes grados de parte de los actores políticos de ambos sectores? Más aún, conocen los comentarios sobre que Milei no critica seriamente nunca a Massa porque parte de la campaña de La Libertad Avanza se habría hecho con financiamiento del peronismo (para debilitar al PRO, que había ganado las elecciones de 2021) y Massa tendría la firma de la hermana de Milei o de funcionarios cercanos del gobierno de Milei retirando ese dinero. Vale preguntarse, si fuera cierto que Massa se guardó mil millones de dólares por otorgar permisos de exportación, ¿por qué el gobierno de Milei contando con el aparato probatorio del Estado no lo denuncia, como hizo Macri en 2015 con el kirchnerismo?
Y llego a la conclusión de que el antiperonismo puede tener algunos componentes racionales pero no todos se explican en evidencia. Un prominente peronista republicano me dijo: “Si Espinoza, el intendente de La Matanza (como ejemplo del arquetipo de lo más despreciado por el antiperonismo), fuera electo presidente, e inaugurando la Exposición Rural en lugar de anunciar que baja del 33% al 26% las retenciones de la soja, como hizo Milei, anunciara que las eliminaba, llevándolas a cero, igual lo chiflarían”.
Se me argumenta también que los medios hoy no tienen la importancia y el poder de hace 15 años, cuando enfrentaban institucionalmente al gobierno de Cristina Kirchner, que tanto las audiencias están empoderadas por la enorme oferta de alternativas que hay, como también algunos periodistas, que se convirtieron en estrellas autónomas y receptores exclusivos de las entrevistas con fuentes oficiales y, entonces, los medios tiene que “negociar con la realidad” para no insignificarse.
Que hay alrededor de seis periodistas audiovisuales de los medios profesionales (varios streamings de política son directamente aparatos de propaganda) con acceso a entrevistas con el Presidente y los ministros de Economía y Seguridad, que se cotizan cada año en el mercado de pases como las estrellas más destacadas de los equipos de fútbol y que los medios ya no los conducen. Que los aceptan o aceptan perder rating. Incluso tienen que aceptar que esos periodistas defiendan el “derecho” del Presidente de insultar a sus colegas del mismo medio.
Algo continúa interpelándome porque, siguiendo este último argumento, si mañana volviese un gobierno de corte kirchnerista que atacase a los principales medios y el clima de época de las audiencias prefiriera periodismo militante como el de 6, 7, 8, me cuesta creer que esos grandes medios profesionales contrataran a un equivalente de Víctor Hugo o la principal figura de C5N para no perder audiencia. Creo que falta agregar también, sin que sea el elemento excluyente, que creen que la política económica de Milei resulta correcta y prefieren soportar los insultos de quien implementa una economía que comparten, a quien los trate con educación o hasta les haga reverencias pero implemente una economía que juzguen equivocada.
En síntesis, Milei puede seguir insultando tranquilo a esos periodistas, que sus medios no saldrán a defenderlos en bloque e institucionalmente, como se hizo con el kirhcnerismo. Quizás ahora que el Presidente anunció que dejará de insultar, todas estas líneas se tornen en abstractas y sirvan solo para la arqueología del periodismo argentino, pero igual vale la pena pensar qué nos pasó a nosotros para que pasara esto con nosotros.