jueves, 31 de julio de 2025 12:52
La peatonal Rivadavia, esa pasarela urbana donde late el pulso social catamarqueño, fue escenario de una recorrida para tomarle la temperatura a las vacaciones de invierno. ¿Qué tan bien las pasaron los vecinos? ¿Pudieron viajar, descansar o al menos hacerse una escapadita? La respuesta es tan diversa como las realidades de quienes viven en esta provincia.
Algunos ni siquiera pudieron ir al Poncho. «Nunca fui, no tuve tiempo ni plata. Mi laburo no es en blanco, así que no tengo vacaciones«, contó un joven que, como tantos, se las rebusca en la informalidad.
Otros, jubilados o personas mayores con problemas de salud, tampoco pudieron moverse mucho, pero celebran el reencuentro familiar. «Vinieron mis hijos, mis nietos… eso me alegró el alma«, dijo una mujer emocionada, que sueña con conocer El Rodeo junto a su pareja, cuando las rodillas le den tregua.
La falta de recursos fue un tema recurrente: «Todo está muy caro, y sin movilidad no se puede«, resumió un señor que mira de lejos el turismo. «Si pudiera, iría a Mar del Plata, pero con la jubilación, imposible.»
Claro que también hubo historias felices: una mujer que viajó a las Termas de Río Hondo y la pasó «hermoso»; un comerciante que, aunque no se fue, se mostró conforme con el movimiento local; y un aventurero que recorrió la Patagonia en 4×4 y dejó una reflexión para aplaudir: «El turismo no es gasto, es inversión en bienestar. Hay que mejorar la atención y la calidad si queremos crecer como destino».