La persistencia de un tipo de cambio alto y la apertura indiscriminada de importaciones propiciada por el gobierno nacional a partir de la eliminación de controles, la suspensión de medidas antidumping y la reducción de aranceles, entre otras medidas, está reconfigurando profundamente el escenario económico y productivo de la Argentina. Los datos estadísticos oficiales corroboran la avalancha importadora: en el primer semestre del año, las importaciones crecieron 34,6% en dólares. Y solo en junio la cantidad de productos importados aumentó más del 53%.
Otros datos, en este caso proporcionados por la consultora Audemus, indican que la participación de las importaciones de bienes y servicios sobre el Producto Bruto Interno (PBI) alcanzó en estos meses el 32,4%, el nivel más alto de los últimos 140 años. A la apertura importadora y un tipo de cambio alto se le suman otros factores que atentan contra la competitividad. Por ejemplo, una asfixiante presión tributaria y las dificultades para el financiamiento por la suba de las tasas de interés.
Muchas fábricas argentinas han elegido dos caminos posibles: o reconvertirse en importadoras, o mudar sus fábricas a otros países de la región. Muchas fábricas argentinas han elegido dos caminos posibles: o reconvertirse en importadoras, o mudar sus fábricas a otros países de la región.
El fenómeno, lógicamente, desincentiva la producción local. De modo que muchas empresas que fabricaban productos en la Argentina han elegido dos caminos posibles para no perder rentabilidad o incluso verse obligadas a cerrar sus puertas: o reconvertirse en importadoras, o mudar sus fábricas a otros países de la región, sobre todo Brasil, que permiten márgenes de ganancias que hagan sustentable su continuidad como firmas productoras.
La coyuntura es grave. Según advirtió el Centro de Estudios Fundar a través de un documento titulado “Abrir sin paracaídas”, el modelo libertario de apertura comercial pone en riesgo aproximadamente 430.000 puestos de trabajo. Entre las empresas que se reconvierten de fabricantes en importadoras se puede mencionar Lumilagro, que empieza a traer sus tradicionales termos de China, Nissan y otras marcas del sector petroquímico y del calzado deportivo. Otra firma conocida, Kenvue, que posee las marcas de higiene femenina Siempre Libre y Carefree, decidieron paralizar su producción en el país e importar sus productos de Brasil.
La estrategia empresarial de supervivencia, que conlleva también pérdida de empleo, no es nueva. Se reactualiza, aunque nunca con la consistencia e intensidad actual, cada vez que hay modelo de apertura de las importaciones. También ocurrió durante el gobierno de Mauricio Macri.
La apertura importadora promovida para el gobierno contrasta con el rol que cumplen los Estados de los países centrales, que subsidian las exportaciones y regulan las importaciones a través de mecanismos de distintos tipos, como por ejemplo colocando altos aranceles.
En este contexto, la industria argentina se encuentra en riesgos por las amenazas externas y la caída del poder adquisitivo de los salarios, que también comprime la demanda interna. El recurso que han encontrado hasta ahora para sobrevivir, es la migración de sus fábricas o la reconversión a firmas importadoras.