Como todos los años, se distinguieron obras destacadas en metal, cuero, madera, cerámica, fibras naturales, cuchillería y orfebrería. Pero el momento más esperado fue la consagración del “Mejor Poncho 2025”, galardón que no solo reconoce la excelencia artesanal sino que implica la adquisición de la pieza por parte del Estado provincial para su resguardo y exposición permanente en el Museo del Poncho.
Este año, el premio máximo fue para Jaime Iván Suárez, un joven artesano de tan solo 27 años, oriundo de Laguna Blanca, departamento Belén, quien se mostró visiblemente emocionado y sorprendido al recibir la distinción. “Muy contento por haber obtenido este primer premio del poncho, que jamás me imaginaba”, expresó apenas bajó del escenario.
La obra que lo hizo acreedor del mayor reconocimiento del Poncho 2025 es una pieza de vicuña cien por ciento natural, elaborada íntegramente a mano durante cinco meses de trabajo constante, un proceso que Jaime describió en detalle: “Desde la materia prima, digamos, tardás cinco meses. Preparado de la lana, después del hilado, del urdiembre y el tejido, hasta llegar al producto final, que es un poncho”.
El diseño de su poncho llamó la atención por su fineza y su técnica milimétrica en la disposición de los cuadros y vetas. Jaime explicó que el tramado “lleva un urdiembre con dos ovillos de cada color, el blanco y el café, y el tramado también va con dos ovillos de hilo”. El resultado: una pieza con un patrón visual de cuadros que se entrelazan en diferentes sentidos, logrando una profundidad estética que refleja tanto dedicación como conocimiento técnico.
Pero además de la calidad del producto final, la técnica utilizada fue lo que más valor le sumó a la obra: Jaime revivió una práctica ancestral casi extinta, conocida como peinedillo, también llamada barracón. “Últimamente era una técnica ancestral que se venía perdiendo, y ahora la volvimos a sacar”, dijo con orgullo. Cuando le preguntaron de dónde había aprendido esta técnica, su respuesta fue clara: “Esto es de mi abuelo. Últimamente había telas de ellos que tenían y, bueno, no se estaba realizando y ahora la volvimos a sacar”.
Desde muy joven, Jaime estuvo ligado al mundo del tejido. “Desde chico vengo con artesanía junto a mis padres y después de los 15 años empecé a trabajar solo”, relató, dejando en claro que su formación fue profundamente familiar y tradicional.
Como parte del premio, el Gobierno provincial compró el poncho ganador por 5 millones 500 mil pesos y, además, se le otorgó al artesano un kilo y medio de fibra de vicuña, una materia prima de altísimo valor. “Esto es para seguir trabajando y seguir haciendo cosas para adelante”, dijo con una sonrisa. Consultado sobre cuántos ponchos podrían salir de esa cantidad de fibra, respondió: “Un poncho y algo, un corbatín, nada más”.
Respecto al mercado de los ponchos artesanales de vicuña, Jaime aclaró: “Desde 3 millones empiezan los ponchos básicos, que son lisos, y después con diseño tienen un valor más alto”, revelando así la escala de precios en la que se mueve este tipo de piezas de lujo, donde el trabajo manual, la calidad de la fibra y el diseño influyen directamente en el valor final.
Durante la jornada también fueron distinguidos otros artesanos destacados por su trayectoria, como Graciela Sofía Salvatierra, Jorge Ignes y Pedro Farías Rodríguez, conocido como “el chileno”. Sin embargo, el protagonista indiscutido fue Jaime Iván Suárez, que con juventud, talento y raíces profundas en la tradición familiar, se llevó el mayor aplauso y el reconocimiento más preciado del evento.