lunes, 30 de junio de 2025 01:23
La verdadera naturaleza del ministerio sacerdotal, escribe el Papa León en un Mensaje a los sacerdotes, se revela en “el Corazón de Cristo, traspasado por amor. Carne viva y vivificante que abraza a cada uno de nosotros y nos conforma a imagen del Buen Pastor”.
En su mensaje -con motivo de la Jornada de santificación de los sacerdotes, que se celebra cada año en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús- el Santo Padre señala que la fiesta de ese día “renueva en nuestros corazones la llamada a comprometernos plenamente en el servicio del pueblo santo de Dios”, un ministerio que “comienza con la oración y se realiza en unión con el Señor”.
Entrar en el Sagrado Corazón, dice el Papa, permite a los sacerdotes “experimentar y renovar el don que el Señor nos confió y nos encargó transmitir en su nombre”, llevando al pueblo de Dios “la Palabra y los sacramentos, para realizar un mundo reconciliado en el amor”.
Por eso, continúa, “quiero hacer hoy a todos vosotros un llamamiento sincero: ¡sed constructores de unidad y de paz!”.
León XIV explica que, para ello, los sacerdotes deben ser “pastores capaces de sabio discernimiento”, con “capacidad de comprender e interpretar situaciones complejas” y ofrecer “soluciones pastorales que generen y regeneren la fe construyendo buenas relaciones, vínculos de solidaridad y comunidades en las que brille el estilo de comunión”.
“Ser constructores de paz y de unidad significa servir y no dominar”, subrayó, y destacó la necesidad de la fraternidad sacerdotal, que puede llegar a ser un signo creíble de la presencia de Dios.
Ministerio arraigado en la oración y la proximidad
El Santo Padre concluye su mensaje con un llamamiento a los sacerdotes para que renueven el sí que dieron en su ordenación, se dejen moldear por el Espíritu Santo y no se dejen amedrentar por la fragilidad personal.
“El Señor no busca sacerdotes perfectos, sino corazones humildes, abiertos a la conversión y dispuestos a amar a los demás como Él nos amó”.
Finalmente, tras recordar la invitación de su predecesor a los sacerdotes a renovar su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, los animó a arraigar su ministerio “en la oración y en el perdón, en la cercanía a los pobres, a las familias y a los jóvenes que buscan la verdad”, recordándoles que “un sacerdote santo hace florecer la santidad a su alrededor”.