Paola Zabala, directora de la Comunidad Antibullying Argentina, emitió un grito de alerta sobre los riesgos a los que están expuestos los niños y adolescentes en la actualidad, tanto en sus hogares como en los entornos escolares.
Zabala señaló la alarmante situación de violencia intrafamiliar y escolar, haciendo hincapié en que muchos chicos no denuncian estos abusos por temor o falta de apoyo. Un informe de Argentinos por la Educación destaca que más de la mitad de los alumnos de último año de primaria habló de abuso o violencia en sus hogares, pero un 15% lo mantiene en secreto. «La violencia intrafamiliar es la más invisibilizada, y es responsabilidad de los adultos brindar el apoyo necesario para prevenir tragedias», destacó Zabala.
Los recientes casos de violencia escolar, como el abuso sexual en Mendoza o las amenazas con armas en General Rodríguez, refuerzan la idea de que el malestar emocional de los jóvenes no puede ser ignorado. Según Zabala, estos incidentes demuestran que los chicos están manifestando, a través de sus conductas extremas, un sufrimiento profundo que, si no es atendido, puede escalar a situaciones aún más graves. La especialista apuntó a los docentes como actores clave en la prevención de estos hechos, resaltando la necesidad de formación para reconocer las señales de alerta en los estudiantes.
El uso desmedido de la tecnología también juega un papel crucial en la vulnerabilidad de los jóvenes. Zabala citó al psicólogo Jonathan Haidt, quien sugiere que los niños no deberían usar smartphones antes de los 12 años ni redes sociales antes de los 16.
La presencia digital de los chicos, sin supervisión adulta, facilita la exposición a peligros como el grooming, la ludopatía y la misoginia. «Hoy los niños pueden ser contactados por pedófilos sin salir de su casa, y muchos están gastando dinero en apuestas online sin que los padres se den cuenta», explicó en diálogo con la prensa Zabala, alertando sobre los peligros invisibles de las plataformas digitales.
La educadora también criticó la falta de conciencia entre los adultos, que suelen subestimar los riesgos y pensar que «a sus hijos no les va a pasar». Sin embargo, la falta de límites y supervisión está generando problemas graves. «Prohibir nunca funcionó. La clave es educar a los chicos sobre las consecuencias de sus acciones», afirmó.
Zabala subrayó que las conductas de los jóvenes, como los cambios de humor o la fascinación por las armas, son señales de malestar que deben ser atendidas de manera inmediata. La tarea de los adultos no es castigar, sino cuidar y guiar a los chicos hacia comportamientos responsables y seguros en su interacción con la tecnología.
Finalmente, Zabala hizo un llamado a la acción para que los padres y educadores estén más atentos a los signos de angustia en los jóvenes. «No es un problema exclusivo de grandes ciudades como Buenos Aires o Córdoba, esto también está sucediendo en provincias pequeñas como Catamarca. Todos debemos estar despiertos y ser conscientes de lo que está pasando», concluyó.