E. Martínez (6): Opción de pase constante, distribuyó a placer y hasta metió un par de pelotazos de esos que se describen como pases largos y casi terminan en gol. Descripción digna de un volante central, claro, porque no le tocó atajar. Nada para hacer en el gol, el primero que sufre ante Brasil (cuatro partidos, invicto).
Molina (7): Le tocó bailar con Vinicus y sólo lo sufrió cuando se la tiró larga para explotar su velocidad. No cayó ante sus bicicleteos y firuletes. Muy activo para sumarse al ataque y estirar la cancha -una asistencia-. Partido número 50 en la Selección.
C. Romero (9): Un señor defensor. Si se equivocó fue porque lo suyo venía siendo demasiado perfecto. Cruces espectaculares y salidas de lujo a lo Perfumo, nada menos que contra Vinicius. También en modo Mariscal, fue a trabar con Joelinton y lo averió. Ovacionadísimo. Otro que no sabe lo que es perder contra Brasil (tres juegos).
Otamendi (6): Falló en un par de acciones en las que fue al piso de manera apresurada y exageró el peligro de esos ataques. Después, muy sólido lo del capitán.
Tagliafico (7): Si Molina tuvo a Vinicus, podría decirse que al zurdo le tocó bailar con las más linda. Rodrygo le duró un tiempo al «robotito» que hace la banda izquierda y siempre cumple. Lo tuvo de cabeza y le salió un pase gol para el 4-1.
Paredes (8): El baile de esta noche responde en gran parte a la abismal superioridad argentina en el mediocampo. Y todo empieza con un volante tapón como Paredes. Su valor es más táctico que otra cosa, tapando agujeros. Probó un par de veces su muy buena pegada.
De Paul (9): Se muestra, la pide, la entrega limpita, ayuda siempre en la marca, se tira al piso, ejecuta las preparadas, los vuelve locos, genera faltas, levanta a la hinchada y, encima, tira facha con sus medias cortas. El equipo con él es otra cosa. El fútbol pertenece a los volantes por jugadores como De Paul.
Mac Allister (9): Con el ingreso de De Paul (respecto del partido en Montevideo) y el retroceso de Almada (para seguir a Rodrygo) fue uno de los más adelantados del equipo, incluso haciendo a veces de falso nueve cuando Julián arrancaba con sus corridas por toda la cancha. De esos jugadores que se la pasa haciendo señas para ordenar al resto. Partidazo táctico, otro más. La técnica la puso cuando calzó el pase de Enzo en el 3-1. Y no le escapó al roce.
E. Fernández (9): El clásico arrancó con dos minutos de posesión ininterrumpida, finalizada por un mal pase suyo. Como últimamente, no está del todo fino y le cuesta ser parte del circuito de juego. Lo que no le costó para nada fue finalizar: un gol y una asistencia hermosa. Como Alexis, jugó muy adelantado. Clave lo suyo.
Almada (7): Cuando el exVélez encara, el estadio siente que puede suceder algo. El primer gol tuvo mucho mérito suyo, con un pivoteo y media vuelta notables antes de asistir a Julián cuando podía rematar. Entendió a la perfección la filosofía de este equipo: siempre hay un pase extra. Cumplió a rajatabla en su obligación defensiva.
J. Alvarez (10): Desde los Juegos Olímpicos que no se aplaude tanto a alguien por correr. Cuando arranca a perseguir rivales genera temor (rival) y emoción (del público) en cantidades iguales. Y como si fuera poco, el tremendísimo primer defensor del equipo abrió la cuenta con un gol de sello propio, finalizando una acción que se inició con una recuperación suya contra el hablador Raphinha. Casi se manda un golazo de sombrerito en la segunda parte tras pase de Dibu y aprovechando el terror provocado en el defensor brasileño.
G. Simeone (8): Entró a los 68 y al rato estaba festejando como loco o, mejor dicho, como Cholo. Corrió una pelota que parecía perdida y emuló aquel gol de Scaloni ante Brasil en el Mundial Sub 20. De tal palo…
Paz (-): Jugó los últimos 15.
Medina (-): Jugó los últimos 15 sin sobresaltos.
Palacios (-): Entró para el final y presionó muy bien.
Correa (-): Su ingreso dio lugar a la gran ovación de la noche, la de Julián.