Nunca antes fue tan patente la importancia que la Universidad Nacional de Catamarca tiene como plataforma política en el radicalismo catamarqueño. Las obvias intenciones de acceder a un segundo período blanqueadas por el rector Oscar Arellano recibieron con inusual celeridad la respuesta de la candidatura al mismo puesto del decano de la Facultad de Tecnología y Ciencias Aplicadas, Carlos Savio. Habría más ñatos con ganas de oler, a la espera del desarrollo de los acontecimientos.
La pulseada recién empieza, las maniobras se despliegan con la discreción renacentista típica del ambiente académico, pero el senador nacional Flavio Fama se mueve para arrebatarle a Arellano el control del esquema universitario en una etapa determinante: en 2027 se vence su mandato como senador nacional y se eligen gobernador e intendente de la Capital.
La gravitación de la estructura de la UNCA entre los factores de definición se incrementa con la crisis de un radicalismo carente de liderazgos capaces de revertir la ultrafragmentación acelerada por la derrota sufrida en 2023 a manos de los libertarios. En la superficie se advierten dos grandes bandos: el de los empelucados y el de quienes consideran que conviene intentar sostener un esquema diferenciado. Por debajo, sin embargo, es un hervidero de matices y ambiciones cruzadas, que en el caso de los empelucados, encima, deben articularse con el también dividido espacio de los adherentes directos de Javier Milei.
En ese marco, al mismo tiempo que teje para resistir la arremetida del famismo, Arellano se proyecta dentro de la interna boinablanca con una alternativa propia para la contienda de renovación de autoridades partidarias en una alianza con la línea MORADA, que capitanea la ex diputada provincial Juana Fernández.
“Estamos trabajando en recuperar la identidad del radicalismo fortaleciendo una propuesta política desde el partido”, dijo Arellano, quien no por casualidad ratificó sus aspiraciones de continuar en el Rectorado en un acto de asunción de autoridades de Franja Morada.
Fama tiene conciencia plena de lo que significa el Rectorado en términos políticos.
Él saltó a la arena desde ese puesto, que resignó para ir al Senado nacional en 2021. En 2019 había sido candidato a intendente de la Capital y perdió con Gustavo Saadi. En 2023 fue el candidato a gobernador de la lista al que los libertarios desplazaron al tercer puesto con José Jalil Colomé a la cabeza, tras imponerse en las PASO de Juntos por el Cambio, con Patricia Bullrich como precandidata a la Presidencia, sobre la oferta de Rubén Manzi, que jugó con Horacio Rodríguez Larreta.
Antes de Fama, la UNCA alumbró nada menos que a Eduardo Brizuela del Moral: rector primero, dos veces intendente de la Capital, senador nacional, dos veces gobernador y diputado nacional hasta su muerte.
Son datos estadísticos, tal vez casuales y producto de circunstancias específicas, particulares e irrepetibles, de cada etapa, pero hay un hecho que convierte a la Universidad en algo más que una vidriera: es el tercer presupuesto de la Provincia, solo superado por los del Poder Ejecutivo y la Municipalidad de la Capital.
Se comprende la preocupación de Fama. Semejante volumen de recursos en manos de Arellano podría traerle muchas complicaciones para seguir en el Congreso o, eventualmente, hacer una nueva intentona por la Gobernación. Mucho más si se considera que el retroceso de la UCR se traduce en una reducción drástica de representaciones institucionales para amparar militancia política.
La gran incógnita es si a Fama le alcanzará con alentar a un candidato o tendrá que asumir él mismo la disputa.
En cualquier caso, su participación ya es evidente y capitalizará una victoria tanto como pagará los costos de una derrota.
“Está en todo su derecho de intervenir en el ámbito político de la Universidad”, consideró Arellano sobre su antecesor. No pelea contra Savio, sino contra Fama.
El resultado del enfrentamiento universitario es más importante que el de la interna radical.