domingo, 9 marzo, 2025
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Nueve años defendiendo tradiciones y promoviendo identidad

“Todo comenzó como una locura mía de querer rescatar algo que estaba olvidado y hoy, nueve años después, puedo ver con mucho orgullo cómo la gente se adueñó de esta chaya y la hizo propia. Entiendo que dejó de ser «La Chaya de Alico» y es la chaya de los catamarqueños… El tiempo se encargó de afianzar un espacio que busca reflejar nuestra identidad y mostrarnos unidos sin importar nada en particular”, comenta Espilocín al tiempo que ratifica su decisión de promover este evento de manera gratuita, un sentido que “se mantendrá o, caso contrario, dejará de realizarse”.

Celebraciones

Con el paso de los años y bajo distintas denominaciones, el impacto de la Chaya impulsada por Espilocín fue dando lugar a espacios culturales de similares características, promoviendo un circuito chayero que reúne a artistas y gestores culturales y que invita a disfrutar del carnaval folclórico norteño, con diferentes encuentros que fusionan música, harina, además de mucho color y alegría. En todos los casos, estas celebraciones culturales son de participación gratuita y proponen un claro ambiente familiar o para disfrutar con amigos.

Se trata de un hecho que nació como una simple ocurrencia y que el tiempo se encargó de transformarlo en un clásico entre los meses de febrero y marzo, donde los catamarqueños entendieron la necesidad de rescatar y afianzar una tradición milenaria que permita hermanar a todos bajo un mismo cielo y promoviendo con mayor fuerza el sentimiento de simpatía entre todos. Es que muchos no se conocen, pero no importa, la harina y la alegría ocultan los pesares, las fronteras económicas y sociales, y tienden a igualar. Por eso -al menos por unas horas-, se comparte y se afianzan lazos de amistad entre aquellas cientos de almas que toman la decisión de acudir a «La Chaya de Alico» con un solo objetivo: pasarla bien.

En la actualidad, los termos ya cuentan con la imagen de la chaya y las remeras con el logo se replican en cada rincón del principal espacio verde de El Jumeal, como también la posibilidad que innumerables emprendedores se sumen a una fiesta que es de todos. Cada uno tiene su espacio y entregan al público sus manualidades o aquello que tan bien saben crear y que les nace de lo más íntimo del corazón. Todo demuestra que una evolución constante, las ganas de seguir creciendo y la necesidad de fortalecer una fiesta que ha comenzado a trascender fronteras y recibir artistas y gente de provincias vecinas. Nada que envidiar a las chayas de otras latitudes, porque el sentimiento y el amor de los catamarcanos queda en evidencia con tan solo acudir a festejar con un poco de harina en la mano, algo de albahaca sobre el oído y esas infaltables ganas de pasarla bien.

El calor de la época se hace sentir, pero en mayor o menor medida, los más y los menos conocidos tendrán su lugar en la celebración. La temperatura ambiente se traslada al ruedo carnavalero y a medida que el termómetro crece, también aumenta la expectativa y, luego, el clásico goce de una fiesta tan esperada. Este ritual que se repite año tras año, ya excede la música y se ha convertido en parte de nuestra esencia. La esencia festivalera no es ajena a este movimiento natural y proyecta el rito en cada verano, el despertar de un nuevo ciclo para dar rienda libre a los festejos y aquella alegría contenida durante todo el año.

Es marzo y fluyen las energías, es el tiempo en el que despierta la chaya y la magia impuesta por el duende carnavalero. Hoy Catamarca cuenta con un evento que, por su naturaleza y sentido, se transformó en un espacio elegido por cientos de vecinos para festejar, pasarla bien y con agua y harina fortalecer ese símbolo inequívoco de confraternidad. Alegría, música, danza, harina y albahaca son aquellos elementos particulares y distintivos de un encuentro que se halla a punto de cumplir una década y que se ha adueñado sin dudar del corazón de todos los catamarqueños.

Texto y Fotos: Colaboración de Javier Villacorta

Orígenes

Si bien este festejo lo institucionalizó la provincia de La Rioja, los orígenes se encuentran en la zona del departamento de Pomán cuando toda esa geografía se constituía en una región cultural en común. Incluso, historiadores coinciden que cuando los españoles arribaron con fines de colonización a estas tierras se encontraron con un festejo muy particular que se generaba en los pobladores originarios, donde el baile y el agua eran algo tan natural para las comunidades diaguitas, habitantes de estos terruños.

Circuito chayero

Suenan las cajas chayeras, bailan los duendes del carnaval. La temporada de verano comenzó a despedirse en Catamarca a pura fiesta. Esta vez, fueron miles de catamarqueños que se dieron cita en los diversos espacios que se generaron para desplegar estos festejos carnavaleros, que surgieron a partir de aquella pionera idea que representó «La Chaya de Alico».

De esta manera y la mayoría con el apoyo del Ministerio de Cultura, Turismo y Deportes de la provincia y del municipio capitalino, en la actualidad se encuentra un circuito chayero que presenta como opciones las chayas impulsadas por la Caravana Catucha (en el Club Sarmiento), que abrió el abanico de celebraciones y les permitió a decenas de vecinos poder empezar a disfrutar de danza, baile, harina y mucha alegría. Como sucede en los últimos años, el clima festivalero también se pudo observar y disfrutar en la tradicional Chaya de Los Hermanos Rodríguez, que tiene su epicentro en el Centro Vecinal Domingo Faustino Sarmiento (barrio El Mástil) y que se caracteriza por su importante convocatoria y amplia cartelera artística.

La Fiesta se extendió también a otros puntos del Valle Central, como sucedió en Fray Mamerto Esquiú con la presencia de la fiesta impulsada por el Carnaval del Valle a cargo de diferentes músicos y vecinos de la Casa de la Cultura de San Antonio; y la ascendente Chaya de Los Galleguillo, que se realiza en la Finca La Mabel, ubicada en la Villa El Portezuelo, con una propuesta gastronómica autóctona.

También, los vecinos pudieron cantar y bailar en la Catuchaya encabezada por el dúo Catuchos y que lleva el sello de esta reconocida y carismática banda folclórica de Catamarca, también desplegada en el Club Sarmiento. A las chayas ya instaladas, se sumó durante el fin de semana carnavalero las propuestas impulsadas como las Comadres de Eulalia que dejaron su sello e identidad en el Complejo Urbano Girardi; la Chaya de Don Alejo (Camino a El Rodeo); y la Chaya Fénix, que se cristalizó por primera vez y es impulsada por el entusiasta músico Ariel Chumbita, teniendo un sentido solidario al colaborar con un comedor ubicado en el sur de la Capital.

Para la gente es un tiempo especial, para disfrutar por sobre todas las cosas. Pero para diferentes propuestas artísticas también es la oportunidad de mostrar su arte y ponerlo, en la mayoría de los casos, de manera solidaria al público. De esta forma, las voces de experimentados conjuntos como Los Viajeros, Las Voces del Viento, Wilson Figueroa, Los Hermanos Rodríguez, Jomaray, Luceros de Chamamé, Itatí Álvarez, Diego Sierralta y Alta Mirada se desplegaron a lo largo del circuito chayero. También las jóvenes expresiones como la de Tamara Paz, Dalma Robles, Fede Pacheco, Deby Gianoglio, Daniela Figueroa, Marcos Saavedra, César Ayosa, Carlos Di Pardo, y Nico Galleguillo, entre otros, entregaron sus voces y melodías. Pero no todo quedó allí, también arribaron propuestas artísticas de otras provincias para jerarquizar este tipo de celebraciones como el reconocido Duende Garnica, Sombrita Algarrobera (Santiago del Estero), La Parra Cuyana (Mendoza) y Chirettes (Salta) que se mostraron por estas tierras.

Buena música, mucha alegría, harina al viento y contagiosas ganas de pasarla bien son algunos de los condimentos que presentan estos espacios carnavaleros y que los catamarqueños aceptan gustosos y disfrutan a pleno.

Voces y emociones…

Cientos de almas se dieron cita por todo el Valle Central en cada iniciativa con sólo un objetivo: Celebrar y pasarla bien. Además, dejaron sus impresiones y ya anhelan poder encontrarse el año que viene…

• Ana María: “Siempre es bueno contar con estas chayas que permiten a la gente poder divertirse a través de un momento especial”.

• Julio: “Catamarca necesitaba todo esto, que los vecinos puedan compartir momentos inolvidables”.

• María Eugenia: “Está claro que ‘La Chaya de Alico’ representó un momento especial para los catamarqueños. Hoy, todos queremos que llegue esta fiesta porque la sentimos muy nuestra. Fue un gran acierto y todos lo pueden disfrutar en la actualidad…”.

• Gabriela: “En mi caso recorro todas las chayas porque valoro de cada momento, cantar, bailar y compartir con gente que tiene mis mismas ganas de disfrutar”.

• Atilio: “Entiendo que se trata de espacios de camaradería, donde cada uno puede compartir con gente que hasta, quizá, no conoce. Pero tienen un solo motivo en común y es pasarla lo mejor posible. Es muy positivo que Catamarca mantenga estos espacios destinados a la familia”.

• Hebe: “No conocía lo que eran estas chayas hasta hace dos años… hoy no falto a ninguna. Cada año, es hermoso compartir con personas que sólo quieren y desean entretenerse a través de un buen momento”.

• José Luis: “Los catamarqueños deben cuidar y difundir estos movimientos sociales, porque generan un marco de identidad que tanto nos hace falta y, por supuesto, nos permite estar hermanados entre todos al ritmo de la música y lo que esta impone”.

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