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La falacia de los mercados perfectos

lunes, 27 de enero de 2025 02:18

Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación que prometió una motosierra más profunda para este año, fue contundente al explicar el criterio que aplica en su tarea: “No creemos que el gobierno nacional deba construir casas, por lo tanto, eliminamos el área y el ministerio que se dedica a la vivienda. Básicamente, preguntamos qué hace cada área del gobierno y si no corresponde a las funciones de un gobierno libertario, cerramos esa área. Si Elon Musk me llamara para pedirme una recomendación, le diría que la clave no está en hacer más eficiente lo que ya existe, sino en preguntarse si lo que el gobierno está haciendo debería existir en primer lugar. La libertad es un valor que debe perseguirse por sus propios méritos, y parte de eso implica redefinir lo que el Estado debe y no debe hacer”, expresó. Ciertamente, es un sincericidio de quien renuncia a toda política y se enfoca exclusivamente en los números. Si el fin es recortar, no hay dudas de que va por el camino correcto. Lo que olvida es que detrás de los números hay personas.

Quien se tomó el trabajo de responderle fue el exministro de Economía Martín Guzmán, que señaló sin mucho esfuerzo la insensatez de la “política habitacional” de Sturzenneger. “Esto que dice Sturzenegger sobre la vivienda es una tremenda estupidez, desconectada de la realidad. ¿El mercado le va a resolver el problema de la vivienda a un pibe de 5 años que crece en condiciones de hacinamiento? ¿Qué se supone que tiene que hacer el chico, ir a un banco y pedir un crédito para comprar una vivienda digna, y como garantía del préstamo ofrecer sus ingresos laborales futuros? Si valiera la hipótesis que la teoría económica llama ‘mercados perfectos’, lo que dice tendría sentido. Pero el mundo funciona distinto. La ausencia de una política de vivienda probablemente condene a ese chico a un futuro durísimo, mientras otros que tuvieron otra suerte al nacer tienen muchas más oportunidades en la vida”.

El ejemplo de las viviendas puede multiplicarse por mil, o por diez mil o por cien mil. Hospitales, rutas, atención médica, educación: el mercado no resolverá nada, porque los mercados perfectos son una completa falacia, similar a la teoría del derrame que propone hacer a los ricos cada vez más ricos para que las migajas mejoren la situación del resto. Suponer que el Estado debe desentenderse de sus obligaciones básicas so pretexto de gastar menos, implica borrar de un plumazo a las millones de personas que lo necesitan y que, irónicamente, son las que sostienen a ese Estado; del que por otra parte muy bien se sirven los grandes grupos económicos. Vale el entredicho, de todos modos, porque al menos abre un debate racional entre visiones enfrentadas, algo siempre más productivo que el intercambio de insultos que está tan de moda.

El Esquiú.com

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