jueves, 16 de enero de 2025 18:00
El fallecimiento de Jorge Lanata dejó una huella imborrable en quienes compartieron su vida y su trabajo. Marina Calabró, periodista y compañera laboral de Lanata durante nueve años, se quebró en llanto al hablar públicamente de su partida. Mientras tanto, su viuda, la abogada Elba Marcovecchio, abrió su corazón en una entrevista y relató los últimos días del reconocido periodista, dejando al descubierto la profundidad del amor y la pérdida.
Desde el anuncio del fallecimiento de Jorge Lanata el 30 de diciembre, Marina Calabró no había expresado públicamente cómo vivió este duro momento. Durante una emisión de DDM en América TV, donde sustituye temporalmente a Mariana Fabbiani, fue Mimi Alvarado quien le preguntó directamente sobre su sentir. «¿Qué te pasó internamente con la muerte de Lanata? Desde afuera muchos te veíamos como su protegida», inquirió Alvarado.
Conmovida, Marina Calabró expresó: «Me resulta incómodo hablar, no de Jorge, pero sí de la interna familiar. Con Andrea trabajé nueve años, Kiwi me cae bien, Elba me ayudó en momentos muy tristes. Esto no le hace honor a su memoria. Jorge fue un periodista tan grande que no necesita presentaciones. Polémico, irreverente, crucial, disruptivo… podría quedarme horas hablando de él». Sus palabras, cargadas de admiración, reflejaron no solo su aprecio profesional, sino también un vínculo personal que dejó una marca profunda en su vida.
El momento más emotivo llegó cuando Marina, visiblemente afectada, confesó: «Todavía no digiero su muerte. No nos pudimos despedir. Un 14 de junio pasó lo que pasó y no lo vimos más. Es como si no hubiera ocurrido porque siempre salía de todas. Aunque sabía que era casi imposible, creía en un milagro«.
Por su parte, Elba Marcovecchio también compartió su dolor y sus recuerdos más íntimos en una conversación con Ángel de Brito en LAM. La viuda relató los últimos días de Lanata en el Hospital Italiano, describiéndolos como momentos de paz y profunda conexión. «Lo veía irse y no podía hacer nada. Una parte de mí esperaba un milagro, pero nunca llegó», confesó con tristeza.
Entre los recuerdos más personales, Elba Marcovecchio reveló que Jorge solía hablar abiertamente del miedo a morir. Para calmarlo, ella recurría a analogías de películas: «Le decía que miráramos Batman 3, porque el miedo está cuando apreciás lo que podés perder. Incluso le regalé un Batman de cristal para que recordara lo hermoso que es vivir».
También recordó con detalle los momentos previos a la última internación, cuando Lanata, con temor al estudio médico que se realizaría, mostraba una vulnerabilidad casi infantil. «Jorge quería todo, quería vivir a pleno. Tenía miedo porque era claustrofóbico. Le prometí medialunas con jamón y queso, tostadas como a él le gustaban, si se portaba bien. Ese día, mientras lo abrazaba, tuvo un paro de seis minutos. Fue un shock del que nunca me recuperé», confesó.
Elba describió cómo, tras ese episodio, aunque Jorge mostró señales de recuperación, la situación se complicó rápidamente. «Al día siguiente parecía que estaba para el alta, pero luego empezó a dormirse. Reconocí que era dióxido y todo empeoró. Estar en esos momentos fue durísimo, la imagen se te queda grabada en el cuerpo», relató, emocionada.
La muerte de Jorge Lanata marcó el fin de una era para el periodismo argentino, pero también dejó profundas cicatrices en quienes lo amaron y admiraron de cerca. Tanto Marina Calabró como Elba Marcovecchio mostraron, a través de sus palabras, la huella imborrable que dejó Lanata en sus vidas. Aunque sus caminos se cruzaron de maneras diferentes, ambas coinciden en algo esencial: el legado de Jorge Lanata trasciende su partida.