sábado, 11 de enero de 2025 09:10
El magnate tecnológico inicia una cruzada contra el Gobierno británico recurriendo a la manipulación de unos graves casos de abusos sexuales de 2011. Denuncia un encubrimiento inexistente, porque los medios ya informaron de los hechos y la Fiscalía corrigió sus errores y procesó a muchos responsables
El magnate tecnológico publico en sus red social favorita un post contando sobre sus orígenes humildes. Musk recordó que tuvo una abuela británica, y se lo contó a los los 211 millones de seguidores que tiene en su red social. «Mi abuela era una de las chicas pobres de clase trabajadora que no tenía a nadie que la protegiera y que podría haber sido secuestrada en la Gran Bretaña de hoy”, escribió.
Asimismo, dejo sus claras intenciones de seguir sosteniendo su campaña a favor de la extrema derecha europea, ya que a través de esto se volvió a colocar en el foco de la discusión a un hecho aberrante que todo el mundo supo en Reino Unido hace trece años.
Se trata del escándalo de abusos sexuales a menores de edad, el cual tuvo una amplia cobertura en los medios de comunicación, empezando por una exclusiva de The Times en enero de 2011, y fue el origen de un documental de BBC e incluso de una serie televisiva de tres capítulos emitida por esa cadena pública en horario de prime time. Fue motivo de debates parlamentarios y de varias comisiones de investigación. A pesar de todos estos hechos, el dueño de Twitter y Tesla sostiene que el escándalo se enterró y, entre otros, acusa al actual primer ministro, Keir Starmer, de ser responsable del encubrimiento.
El 5 de enero de 2011, la portada de The Times destacó sobre todas las demás en los quioscos. Denunció “una conspiración de silencio” en los catorce años anteriores sobre grupos de hombres que vejaban o violaban a menores de edad en el centro y norte de Inglaterra. La mayoría de los culpables eran británicos de origen paquistaní. Ni la policía ni la justicia prestaron la ayuda debida a las víctimas. De algunas se dijo que su testimonio no era lo bastante creíble como para llevar el caso a los tribunales. La actitud displicente de la policía ante las denuncias de mujeres por delitos sexuales, un hecho constantemente denunciado por organizaciones feministas y de ayuda a las víctimas, permitió que muchos criminales no fueran juzgados.
The Times identificó ese año al menos 17 procesamientos, catorce de ellos en los tres años anteriores. El periódico citaba fuentes policiales anónimas que afirmaban que la pasividad de las autoridades se debía a que no querían ser acusadas de racistas por la comunidad de origen paquistaní. Las fuerzas policiales lo negaron por completo. La responsabilidad también recayó sobre los ayuntamientos, que tenían capacidad legal para reclamar la intervención de la policía, en especial el de Rotherham, una ciudad de unos 109.000 habitantes en esa época.
Una comisión de investigación independiente ofreció la cifra de 1.400 menores que habían sido violadas o sufrido abusos de distinto tipo entre 1997 y 2013 en Rotherham. Sumadas otras localidades, la cifra total sería quizá de varios miles. Algunas víctimas sólo tenían once años. En su mayoría, vivían en casas de acogida o en familias desestructuradas. El tipo de personas de clase baja de la que la policía desconfiaba o mostraba un interés mínimo por defender sus derechos, como quedó claro en otras pesquisas posteriores.
47 policías en activo o retirados fueron investigados. De ocho de ellos, se dictaminó que eran culpables de negligencia y otros seis de negligencia grave. Como algunos de ellos ya estaban retirados, sólo cinco sufrieron sanciones menores, sólo anotaciones críticas en su expediente personal. Ninguno perdió el empleo.
Tras el escándalo inicial, muchos de ellos fueron condenados a largas penas de prisión. Los casos más graves se juzgaron en 2016. 35 años de prisión a un violador por 23 acusaciones por violación y otros abusos. 25 años por 15 cargos a otro. 19 años por cargos de violación y daños físicos a otro. Las condenas por numerosos delitos de violación superaban con mucho los diez años de prisión.
Sin embargo, Elon apoyado en hechos falsos presentados por cuentas de Twitter, pidió “justicia para centenares de miles de niñas británicas que fueron atacadas sin compasión por bandas y muchas veces asesinadas de forma horrible”. La cifra de centenares de miles –algunas cuentas mencionan la cifra de 800.000– no está confirmada por ningún documento oficial. Lo de que fueron “muchas veces asesinadas” es falso.
Musk acusó a Keir Starmer de ser uno de los encubridores y reclamó que sea juzgado “por su complicidad en el peor crimen masivo de la historia de Gran Bretaña”. De paso, pidió al rey Carlos III que lo destituyera y convocara elecciones, una medida que la ley no permite al monarca.
El primer ministro fue el director de la Fiscalía de la Corona entre 2008 y 2013. No hay pruebas de que Starmer interviniera directamente en ninguno de esos casos, ni siquiera el que se produjo en 2009, cuando llevaba nueve meses en el cargo, cuando la Fiscalía no llevó un caso de Rochdale a juicio porque la declaración de la víctima no le parecía creíble.
Ese caso de 2009 fue revisado por la Fiscalía dos años después. Reconoció su error y nueve hombres fueron procesados y condenados. “Keir (Starmer) estaba cien por cien a favor de admitir en público que nos habíamos equivocado en el pasado”, dijo el fiscal que llevó la acusación. Cuando Starmer abandonó el cargo, la Fiscalía “había pasado de ser terrible a tener la mayor tasa de condenas de su historia”, según ese fiscal.
La respuesta del portavoz de Justicia de los tories, Robert Jenrick, consiste en alegar que la comisión se centró en los hechos ocurridos en seis ciudades y que se debería ampliar la investigación a cincuenta. Es el mismo político que fue ministro de Vivienda y Gobierno Local en el Gabinete conservador y que no se molestó en reunirse con la comisión de investigación, que entre otras cosas debía tratar la responsabilidad de los servicios sociales de las administraciones locales. “El Estado de derecho fue abandonado para sostener el mito que la diversidad es nuestra fortaleza”, dijo, lo que hizo que se lo empiece a comparar con el diputado Enoch Powell que vio terminada su carrera política en los tories por un célebre discurso de contenido claramente racista en 1968.
Todo eso le da igual a Elon Musk, ya que sus seguidores en Twitter se limitarán a repetir sus proclamas, para sembrar el caos y que sus partidos de derecha sean capaces de aprovecharse. Asimismo el magnate se suma a la afirmación de que solo partidos como AfD, Reform UK y los partidos de Le Pen y Meloni pueden “salvar” el futuro de los países europeos.